Otoño en el caserío Katxola: una mañana de ensueño

Ambiente de fiesta dentro y fuera del caserío: en el frontón, en los accesos al baserri, delante de la fachada, en el interior de Katxola; las niñas y niños de la Aiete Ikastetxea inundaban todo de alegría y buen ánimo.

De la escuela pública del barrio venían 18 niñas y niños de Lh1 (5-6 años) y 34 niñas y niños de LH2 (6-7 años)

Acompañados de Aitziber y cinco andereños y maixus más

Primero fueron al frontón, después de atravesar la plaza Pakea, encima del teato de Miramón, eran las 10:00.

Allí hicieron diferentes juegos y experiencias y tomaron el hamaiketako (Un txakur se comió el bocata de uno de ellos, trastornando el momento pero poniendo picante y divertimento)

A las 10:30 subieron al caserío, que estaba sumergido en una sinfonía de colores: ocres, dorados, rojizos y de varias tonalidades del verde.

El color ocre provenía de las hojas caídas de los robles americanos, el rojo de algunas de los pocos arces que rodean el caserío, se trata de colores vibrantes entre los verdes del bosque de Miramon, tonos que destellaban en la alfombra que rodea el caserío; así es, pinos y abetos mantienen su verde característico, y crean un contraste encantador con las tonalidades otoñales de las hojas que tapizan el terreno

El suelo de los alrededores de Katxola estaba alfombrado por hojas secas y amarillas, en tonos brillantes por efecto de la lluvia (Angel se encargó de alisar el camino, quitando las hojas que lo ocultaban).

Por allí llegaban niñas, niños, andereños, maixus en hilera

Los cálidos rayos del sol se filtraban a través de las ramas todavía pobladas. La mañana soleada era de una dulce sensación, como de una caricia suave, fresca y cálida; como si el otoño quisiera entrelazarnos en un abrazo. En el caserío sonó un irrintzi de bienvenida

Desde el camino, al llegar al caserío, la fachada es como una risueña cara, con la boca proclive, las ventanas como ojos curiosos desde las que asoman los moradores, observando la danza de las criaturas al son de la trikitixa del amplificador. Los atuendos de estos ‘profesores de la cultura material’ recuerdan al Olentzero para las criaturas

Son Juancar y Alberdi, y un tercer colaborador -fotógrafo- Félix

El otoño en Katxola era un poema vivo, nutrido de la comunidad escolar de la Aiete Ikastetxea, una composición de almas infantiles y adultas

En el caserío fueron de sorpresa en sorpresa: la vida de los pájaros, el funcionamiento de la prensa del tolare, los sonidos de la kiskitza, la txalaparta y el cuerno, el puzle gigante…

Los colores de la tierra, los sonidos del caserío, las sensaciones de los mayores; los juegos, risas, admiración y fascinación de las criaturas, despertaron lo mejor de nuestros sentidos

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