Rushdie herido, la fantasía herida, la palabra herida…

Cada herida en el cuerpo de Salman parece decir: “¿Dónde crees que vas con tu libertad y tu honestidad en este mundo de apariencias, Rushdie?”. Y añaden los fanáticos “Salman Rushdie, irás al infierno junto a todos los apóstatas e infieles, junto a todos que pretenden circular por otro camino que no sea el nuestro”.

El corte en su cuello estremece, sus heridas nos hieren, igual que nos enamoran sus palabras.

La extraordinaria novela ‘Hijos de la Medianoche’, de Salman Rushdie nos acompañó en la tertulia de Lola Arrieta el pasado otoño

Tertulia, casa de cultura de Aiete, 13 de octubre de 2021

Salman Rushdie no sabe que existe Aiete, pero allí, en la tertulia, se sabe de su existencia y de magnífica obra. Aquí encontrará muchas personas que le admiramos

Para alguno de los participantes en la tertulia ‘Hijos de la Medianoche’ es una de las mejores novelas que había leído en su vida.

Para la promotora de estos ciclos de literatura y cine, estamos ante un escritor que domina la palabra escrita; sus textos son dignos de pararse a releer y embelesarse con ellos y la forma en que construye metáforas –la propia novela lo es- deja pasmada a las lectoras. A Salman Rushdie se le ama por su escritura, por el elemento fantástico que introduce en su examen de la historia, por el tono juguetón de su seriedad, y por el coraje inolvidable con el que miró a los ojos al fundamentalismo intransigente y porque convirtió la fantasía en arte con mayúsculas.

Salman Rushdie – Bombay; 19 de junio de 1947- es un escritor y ensayista de origen indio, cuyas dos novelas más famosas son Hijos de la medianoche (Midnight’s Children, 1981) y Los versos satánicos (The Satanic Verses, 1988). Su obra, que combina el realismo mágico con la ficción histórica, se ocupa principalmente de las numerosas conexiones, interrupciones y migraciones entre las civilizaciones orientales y occidentales, y gran parte de su ficción se desarrolla en el subcontinente indio.

Así el título del ciclo de literatura y cine para el otoño pasado fue ‘….al sol de Oriente abrí mi ventana…’

Tomamos de Karima Ziali, escritora, filósofa y antropóloga, algunas de sus reflexiones con ocasión del criminal atentado contra el escritor

‘Recuerdo la primera vez que leí al autor de ‘Hijos de la Medianoche’. Fue un artículo que publicó en The Guardian en 2001, un texto que me dejó una huella imborrable. Su texto tocaba todo aquello que en ese momento estaba implosionando dentro de mí: mi fe, mi islam, mi origen, mi tradición. A cuestas con todo esto, encontré en esas palabras una verdad que, en esos veinte y pocos años que contaba en ese momento, fue como un bofetón de una realidad que me sobrepasaba. Nadie como él supo poner por escrito lo que suponía para mí romper con un mundo de creencias que se cernían sobre mí como una nube de azufre: asfixiante y densa, a pesar del bello color con el que se expande en el aire’.

El fundamentalismo nace de la incapacidad de saberse y hacerse libres. De este modo se vigila, restringe, castiga y agrede a quien ha descubierto la libertad

Rushdie hablaba sobre las formas de superar el miedo al terror que infunde el fundamentalismo. Y argumentaba que para superar el terrorismo uno no debe aterrorizarse. “No dejes que el miedo gobierne tu vida. Aunque tengas miedo”. Esa libertad con la que él se abría a la vida. Una libertad que, no estaba escrita en ninguna clave de género.

Y la libertad, claro está, va de la mano de la honestidad. Una relación que puede ofender y desencadenar un odio y una ira brutal, desgarradora, capaz de empuñar un cuchillo y rajar a cualquiera que pretenda vivir de frente.

El fanatismo no es (solo) un señor barbudo escribiendo una sentencia de muerte. El fundamentalista nace de la incapacidad de ‘saber la libertad‘. De este modo se vigila, restringe, castiga y agrede a quien la ha descubierto como un principio de vida que va más allá del dogma o de cualquier principio sagrado e intocable. A Rushdie le ha costado su cuerpo amputado.

Sin embargo, Rushdie ha encontrado la forma de desmontar esta sacralidad absurda con un ejercicio tan sencillo que convierte en un hecho aún más siniestro el atentado que ha sufrido: reírse. El acto de la risa es el más pueril de todos los que heredamos y desarrollamos a lo largo de la vida. A Rushdie le han apuñalado por reírse cuando se invocaba al dios auténtico del islam, porque sabe que bajo esto se esconde la estupidez y la fragilidad humanas. Le han atacado por sonreír cuando halló en la vida del profeta Muhammad un hilo argumental digno de ser usado para hablar de la migración, del desarraigo, del exilio, del extranjero, de la mezcla, del delirio y la locura.

Tertulia «El nombre de la rosa” de Umberto Eco, 18 de junio de 2009

En «El nombre de la rosa” nos encontramos con que el quid de la cuestión de este relato histórico-policial, tenía como protagonista “el pecado de la risa”, y a aquel enfurecido Jorge de Burgos, que advertía del cataclismo que supondría la propagación de la Comedia de Aristóteles: La risa como “acto de sabiduría” acabaría con el miedo.

Hadi Matar (a la izquierda) es detenido después de atacar a Salman Rushdie en Chautauqua, Nueva York. (Viernes 12)

La tiranía de los asesinos de lo que representa Salman, es una fuerza devastadora que teme su desaparición y su aniquilación en el maravilloso mundo del mestizaje del que todos venimos. Y en eso las obras de Rushdie son formidables, una defensa de la humanidad como mezcla.

La idea más atroz es la de un dios, en cuyo nombre se puede aniquilar a otras personas por el uso de la palabra. Entre Nietzsche y Rusdhie hay un hilo: señalan la hipocresía con su genialidad, y aman generosamente la libertad hasta sus últimas consecuencias.

Un comentario en “Rushdie herido, la fantasía herida, la palabra herida…

  1. Elena Garcia

    Yo también amo sus letras impredecibles, imaginativas, profundas, su amor y erudición por esa fuente de placer que es la literatura.
    El viernes 12 de agosto, Salman se topó con la intolerancia, el odio, la realidad distorsionada de quienes dividen el mundo entre fieles e infieles y usan a un Dios que construyen para intentar sumirnos en la oscuridad. La palabra sigue siendo un arma temible para ellos porque les demuestra que la libertad no claudicará. Se podrán correr muchos riesgos por ella, pero mientras haya personas como Salman Rushdie, cuya vida esperamos se obstine también en continuar, los oscurantistas podrán hacer daño, pero no vencerán.

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