El arte de Japon en Aiete

…al sol de oriente abrí mi ventana… (Antonio Machado)

El ciclo de literatura y cine de Aiete cerró el dedicado al Lejano Oriente con obras ambientadas en Japón. Y lo hizo con un relato de Yasunari Kawabata, de la mano de Lola Arrieta, y un film de Kenzi Mizoguchi, presentado por Josemi Beltrán

El Ginkgo Biloba, que forma parte de la naturaleza en ‘El rumor de la montaña’ de Yasunari Kawabata, y que tiene varios ejemplares en los jardines del palacio de Aiete, viajó a la tertulia de Lola Arrieta

Kawabata, fue premio Nobel de Literatura 1968. Tuvieron que pasar 67 años, para que un japonés recibiera el Premio Nobel de Literatura; Kawabata fue el primer galardonado. Kawabata nació en Osaka –una de las ciudades más grandes de Japón– fue escritor, novelista, guionista y actor de cine. Orgulloso de su literatura nativa, estudió lenguas inglesas y se cambió luego a lenguas japonesas, así mismo, estuvo interesado en el haiku y el canon cultural japonés.

Mizoguchi es considerado, por su maestría, como narrador de historias y por su dominio técnico, uno de los directores más influyentes del siglo XX. Se le sitúa, junto con Akira Kurosawa y Yasujirō Ozu, como uno de los grandes realizadores nipones de todos los tiempos.

Lola Arrieta es la ‘directora de orquesta’ de estos ciclos de literatura y cine.

Con Kawabata, Lola nos acercó a la cultura japonesa a través de sus historias. El autor ha sido considerado uno de los mejores exponentes de los valores estéticos de su país

La presentadora subrayó que las novelas de Kawabata no muestran el clásico desarrollo comienzo-nudo-desenlace que es habitual en Occidente, sino que capturan un fragmento determinado de la dinámica del universo, materializado en un trozo de vida de unos cuantos personajes, normalmente familiares. Desconoceremos el final de la historia planteada… Kawabata deja en suspenso la trama para recrearse en los detalles.

La moderadora leyó esa página de la novela (pág 61), el momento en el que Shingo y su familia se reúnen en la mesa a comer. Shingo de cara al jardín. Kikuko de espaldas. Y muestra cómo la ocupación de la mesa también tiene un sentido patriarcal

La película de de Kenzi Mizoguchi “Cuentos de la luna pálida”, presentada con gran saber cinematográfico por Josemi Beltrán, fue reconocida como una obra maestra internacional desde su estreno en el Festival de Venecia de 1953, donde se alzó con el León de Plata, y contribuyó a que el mundo occidental abriera los ojos ante el cine japonés para no volver a cerrarlos jamás.

Es una película fantástica en todos los sentidos de la palabra. La historia es apasionante. Sus imágenes son de las que perduran en la memoria, lo cual es un logro que muy pocos directores de cine consiguen. Una obra maestra no sólo del cine japones, sino del séptimo arte en general, de esas películas que hacen que consideremos el cinematógrafo un arte

En esta ocasión, como piloto del cine forum, tuvimos la gran fortuna de contar con Josemi Beltrán, responsable de la unidad de cine de Donostia Kultura y de su Semana de cine Fantástico y de Terror; un lujo para esta consolidada actividad cultural en la ciudad

Para entender a Yasunari Kawabata, nos asesoraba Lola, debemos tener bien presente el componente taoísta de esta cultura; el taoísmo, pretende captar un momento de la dinámica y la vitalidad del universo con un solo trazo de pincel. El arte imita el impulso creativo del cosmos.

En lugar de cantar la cereza, resultado final de un proceso de floración, prefiere representar el proceso de la florescencia, la esencia de la dinámica de cambio de la flor, su fuerza vital. Esta representación ha de hacerse mediante la sugerencia, ámbito en el que se mueve Kawabata.

La autora de la tertulia nos aproximó a la cultura japonesa a través de la obra de Kawabata. El autor ha sido considerado uno de los mejores exponentes de los valores estéticos de su país

Ginkgo Biloba en los jardines del palacio de Aiete

Durante toda la lectura de “El rumor de la montaña” se ‘escucha’ la canción del cerezo o del Ginkgo Biloba

Si con Mo Yan, el mes pasado, descubrimos que en China el árbol de cerezo tomaba la forma femenina, en el país de Kawabata, donde hay miles y miles de cerezos, toma el modo masculino, y representa el ciclo de vida. Cada año, a fines de marzo o principios de abril, la gente espera con ansias su florecimiento, y cuando llega el tiempo, llegan también grandes grupos de familias y amigos, poetas, cantantes, para ver las flores y disfrutar de la fiesta

La tradición data de siglos atrás y el florecimiento del cerezo representa la fragilidad y brevedad de la vida, que es de lo que trata esta novela de Kawabata. Es un recordatorio de la belleza, sobrecogedora, pero trágicamente corta: las flores de los cerezos rara vez duran más de una semana, luego caen y son barridas por el viento. [Nos recordaba Lola que en España podemos ver, durante unos días, también entre finales de marzo y principios de abril, el gran espectáculo de color de los cerezos en flor en el Valle del Jerte, al norte de Extremadura].

La conductora de estos ciclos, ante una novela que destila tanta sensibilidad se planteó, como en otras ocasiones, el asunto de la traducción ¿Estaremos leyendo lo que se quiso expresar? ¿Estaremos perdiendo alguna esencia en la traducción?.

Contextualizó que ‘El rumor de la montaña’ trata sobre una familia en una época inmediatamente después de la II Guerra Mundial y su efecto traumático sobre Shuichi, que participó en ella. Nos relata los pensamientos de un jefe de familia, Ogata Shingo, quien ha franqueado los 60 años y trabaja de empleado, junto con su hijo, en una empresa a la que acude en tren a diario. Durante el día, Shingo se ve aquejado por los primeros achaques de la vejez o de algo más específico que está comenzando, y en la noche, por un murmullo que escucha de la montaña cercana y que asocia con sonidos de la muerte.

Está su esposa Yasuko, a quien en un inicio no parece valorar demasiado. Están sus hijos, Shuichi -citado más arriba- y Fusako, ambos con matrimonios fracasados; y las nietas, hijas de Fusako. Vive con ellos también su hermosa nuera, Kikuko quien, ‘abandonada’ por su marido Shuichi , muestra una extraña veneración por Shingo que la ha acogido como un padre, aunque en momentos despierta en él sentimientos de una sensualidad que ha ido desapareciendo de su vida. Entre otros personajes está Eiko, la secretaria de Shingo, con la que sale a bailar en un inicio y quién le transmite las noticias de lo que ocurre entre su hijo y su amante, Kinu.

Entre problema y problema, Shingo observa al mundo natural, solo, con su esposa o, la mayoría de veces, con su nuera. Hablan del comportamiento de la montaña, del árbol de cerezos o del Ginkgo que tiene en su jardín, del zumbido de grillos e insectos o del milano, que regresa cada año. Así, de una manera sencilla pero profunda, Kawabata nos habla de la vida. A través de estos seres de la naturaleza, Shingo cuestiona su propia actuación con sus hijos y se pregunta la razón de sus matrimonios fracasados.

Indicó la presentadora que su debut como escritor lo realizó en 1927 con la obra ‘Bailarina de Izu‘, relato lleno de imágenes líricas. Kawabata es de los mejores representantes de la literatura contemporánea nipona y sus novelas han sido capaces de ejercer una gran influencia en varias generaciones de escritores.

En otro momento citó la novela ‘La casa de las bellas durmientes’ que, García Marquez, reconoció como inspiradora de su ‘Memoria de mis putas tristes’, publicada en 2004. [En la tertulia -pasado octubre- sobre la novela ‘Hijos de la medianoche’, de Salman Rushdie, la inspiración caminaba al revés: de Márquez a Rushdie, recordaba la conductora]

Takij Kobayashi en la pantalla

Recordó también, como señala la cronología que ilustra cada uno de los cuadernos que guían sus presentaciones, que el escritor participa en la protesta por el arresto, tortura y muerte de Takij Kobayashi, [murió el 20 de febrero de 1933, participaba en la corriente ‘literatura proletaria’]. Kobayashi aunque también incursionó en cuentos y en ensayos, es conocido principalmente por su novela Kanikōsen, que retrata un motín a bordo de un barco pesquero. Miembro del Partido Comunista de su país, murió a la edad de 29 años, como decimos a causa de las torturas sufridas a manos de la policía japonesa

La excelencia literaria es una rareza tan insólita como la germinación de un loto tras dos mil años de letargo. El rumor de la montaña es una novela perfecta, con una escritura limpia, precisa, impregnada de erotismo y con la exactitud de la poesía tradicional japonesa, donde no hay nada gratuito, pero nada es definitivo. El rumor -xurrumurru- de la montaña es el sonido que sólo escucha el anciano Shingo en el Japón de la postguerra, cuando los sentimientos de humillación afligen a una nación que asimila rápidamente las costumbres occidentales, sin desprenderse, no obstante, de los ritos y valores de una tradición de códigos estrictos, cuyas normas regulan la vida familiar y social.

Máscaras del teatro Noh

La delicadeza de Kikuko con su suegro es la última hebra de felicidad en una existencia que se extingue, una decadencia que se manifiesta dramáticamente cuando Shingo no logra anudarse la corbata”, destacó Lola en la velada del pasado viernes. Y también las máscaras del teatro Noh, que sólo adquiere vida cuando hay un rostro detrás, oculto e invisible, pero con la tensión propia de cada persona usuaria.

Una deliciosa velada que empezó cuando el sol lucía todavía

Un comentario en “El arte de Japon en Aiete

  1. Charo

    Para entender a Kawabata y sus obras es necesario leerlo con todos los sentidos y comprender que, por lo menos en ‘El rumor de la montaña, el autor le permite a quien lo lee tener la última palabra en el desarrollo del relato

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