El imponente anfiteatro, escaparate del “Bosque” de Miramon

ANFITEATRO SSe dice que el escaparate de un establecimiento es el primer reclamo para que un cliente se fije y se aventurare a entrar.  La fachada del “Bosque” es su singular  y arquitectónico anfiteatro, que  es más que  un escaparate, tiene su propia personalidad e independencia, es como una “ajenidad”, una figura extraña de reclamo artístico y, al mismo tiempo, lo sabemos, funcional.

Sus espectaculares dimensiones crean una contradicción  entre los usuarios: es contenido o continente, escaparate o recinto propio. Refleja la personalidad del “Bisque” o lo convierte en contradictorio, caprichoso, confuso.

Como fachada del “Bosque” es un espacio de comunicación extrema, del que se pueden  lanzar muchos mensajes a la cidadanía y a la ciudad: conciertos de Jazz, teatro de bolsillo, grupos de música moderna. Sin duda es un espacio original, notanto por sus elementos creativos como por su contundencia gráfica y  sonora. Lineas geométricas de tamaño idéntico que componen una geometría emocionante, fantástica, deslumbrante, imponente, ya sea para perderse o simplemente estar.

¿Se puede decir que le falta un el componente lúdico y divertido?

Puede ser, pero también puede ser necesario que ese matiz sea el que marque la diferencie del conjunto del espacio que llamamops “Bosque” urbano. El anfiteatro conmociona al visitante, no sólo la primera vez que lo ve. Como todas las geometrías imponentes -pirámides, otras anfiteatros, romanos, griegos, grandes espacios naturales- ejerce una poderosa atracción y cada ángulo y proximidad ofrece pperspectivas dirferentes. Llama la atención de los transeúntes siempre, pero permite, en sus muy alagadas y altas gradas tanto el el gozo del paisaje como el ensimismamiento del pensamiento propio.

Otro de los componentes útiles de nuestra particular y pública fachada es el sentimiento de aislamiento, abandono, retiro, incomunicación, separación, desamparo y, al mismo tiempo, o en otro teimpo, clausura o destierroue que expresa al primer golpe de vista.

No es extraño que perosnas como Miguel Gallastegui, que vivió lo más intenso de su vida entre las paredes de un frontón, que vea en el entrono del anfiteatro el paisaje más placentero ¡Y vive  enfrente del mar!

¿Se puede pintar en un llamativo azulón? ¿Podemos decorar la parte superior con una prolongación del verde del bosque? ¿Hacemos de sus escalones paneles de colores que parecen olas, dragones, figuras festivas, simbólicas, reivindicativas? ¿Hojas, árboles, errekas o caminos  propios de un “Bosque” que se construye de esos materiales?

La fachada del Bosque, el anfiteatro, para ser atractiva ¿Necesita de colores  esenciales para conseguir la atención de posibles visitantes? ¿Necesita una determinada tonalidad diferente a la actual como aporte de energía, como muestra de buen rollo y que desprenda otra luminosidad a la actual, siempre gris, aunque con las diferentes tonalidades del gris en contraste con el verde permanente que le rodea? ¿Se pone color en sus peldaños combinado letras para formar algún letrero inspirador como se ha hecho en otros lugares, el “mercado de la Cebada” por ejemplo? 

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