«Nos tratan como a niños, esto no es serio» Jorge F. Mandiola del Diario Vasco

6«Descartan nuestras ideas con excusas ficticias y nos marean con reuniones para luego no hacer nada»

«Ya no estamos para jugar a los haurtxokos. Hablan mucho de participación, pero parece un paripé»

La participación ciudadana es una fórmula democrática de la se empezó a hablar durante la segunda mitad del pasado siglo y, como sucede con toda novedad en desarrollo, su aplicación no sigue unas reglas fijas. Cada gobierno, o cada partido, interpreta la bibliografía sobre la materia y la aplica según su visión particular de la gestión compartida, pero siempre bajo unos fundamentos básicos que deben respetarse para que el proceso no pierda su esencia.

Dicen los entendidos que el ámbito municipal es el más adecuado para poner en práctica la teoría y, aunque ya en tiempos de Odón Elorza los barrios disfrutaban de su cuota de protagonismo, es el actual gobierno el que ha hecho de la participación vecinal bandera. La caravana de ‘Los barrios y pueblos fortalecen Donostia’ recorre estas semanas la ciudad y a su paso deja un rastro de reuniones, debates, discusiones, dudas, quejas y demandas insatisfechas. En Amara hubo plante al no asistir al encuentro ningún concejal de Bildu y en Aiete critican las «prisas» por cerrar algunos proyectos y la «lentitud» en estudiar otros. En Riberas de Loiola, donde siguen esperando una visita del alcalde tras tres años de legislatura, hace tiempo que dejaron de creer en el compromiso del Ayuntamiento.

«El modelo de participación ciudadana es mejorable a todas luces», advierten desde la asociación de vecinos Lantxabe. En 2011, con motivo de la primera ronda de contactos con los vecinos, se sintieron «marginados de las asambleas populares que organizaron porque consideraban que pertenecíamos al régimen anterior. Ahora hablan de una nueva forma de hacer política y dicen textualmente ‘liderada conjuntamente con las asociaciones vecinales’. Es decir, nos colocan a nosotros en el coliderazgo en este segundo proceso, pero es teórico porque al final ellos convocan las reuniones, eligen el día, lo cambian, deciden los temas…».

Las prioridades de Aiete son prácticamente las mismas que entonces, ya que en este tiempo apenas se ha avanzado en la búsqueda de soluciones. «En marzo nos volvimos a reunir y planteamos los puntos habituales: el ambulatorio, el Bosque de Miramón… Tomaron notas y adquirieron compromisos, los mismos que hace tres años. Algunos se han conseguido, como la plaza de Munto o la escuela pública, pero no gracias a este proceso de ‘Los barrios y pueblos fortalecen Donostia’, sino por las presiones del vecindario».

La experiencia de los residentes de Aiete no ha sido del todo positiva y por eso albergan ciertos recelos. «Se confunde la participación con una suerte de burocracia en la que se nos trata a los vecinos como si fuéramos niños de escuela, como si tuviéramos que aprender a participar. Sólo a fuerza de presionar mucho te dejan hablar, te obligan a reunirte en círculos, algo infantil. Para la plaza de Munto había una idea de todos, recogida en el proyecto de Lahia, pero se argumentó primero que no entraba en el presupuesto y segundo, que no entraba en el procedimiento. En ese momento nos sublevamos porque los procedimientos no pueden ahogar la participación y el compromiso. Son excusas un poco ficticias».

Cuestión de compromiso

El ritmo de la toma de decisiones es fuente de reclamaciones. «Vienen con esa idea de la iniciativa ciudadana, de escuchar, de apoyarla y ayudarla a crecer, y no se comprende que tarden tantos meses en impulsar un proyecto y luego, de repente, les entren las prisas por cerrarlo definitivamente. No es serio. La participación debería suponer compromiso entre las partes: yo me comprometo a sondear la opinión del barrio y tú con nosotros a llevarlo adelante. Es una idea que este gobierno municipal no termina de asimilar, si bien el anterior tampoco lo hacía».

Los problemas en Riberas de Loiola son otros. Ellos no piden un ambulatorio ni otros equipamientos. Su pelea es más básica. Exigen la urbanización del barrio y se sienten abandonados por el Ayuntamiento. De ahí que rían al escuchar las palabras participación ciudadana. «Es un proceso con el que en la práctica no se avanza. Se han cumplido tres años de gestión de este gobierno y aunque hubo unos meses en que se les podía perdonar todo, hace tiempo que percibimos falta de voluntad para invertir. Nos llevan mareando todo este tiempo con reuniones y reuniones para nada», cuentan desde la asociación vecinal.

En 2011 no tuvieron reunión propia y fueron invitados a la de Amara. «Nuestra única demanda era ser considerados como un barrio porque nuestras necesidades eran muy diferentes a las que podía tener Amara. Lo que queremos es que Riberas se acabe de urbanizar. Las promotoras y constructoras aportaron al Ayuntamiento el montante económico para hacerlo, pero no lo vemos en la calle. En algún sitio está ese dinero. Mientras, faltan árboles, hay aceras por arreglar, plazas sin acabar. Y en eso no se puede hablar de recortes ni de falta de presupuesto porque no es un dinero que pone el Ayuntamiento, sino que los vecinos lo hemos pagado con la casa y ellos se lo están quedando para no se sabe qué».

Se lo recuerdan a cada concejal que asoma por Riberas de Loiola, sin obtener respuesta. «Se les cae la cara de vergüenza cuando alguien les pregunta dónde está ese dinero que es de los vecinos, Nora Galparsoro no sabe dónde meterse. Los argumentos que suelen usar para no hacer nada son que hay muchas necesidades en la ciudad, que las reparaciones de los destrozos por los temporales están absorbiendo mucho dinero, que no es el momento…».

Por no tener, en Riberas no tienen ni local para reunirse. «Eso de que vamos a poder decidir suena maravilloso, pero la realidad es bien distinta. Las asociaciones queremos ver que se hacen cosas y en cambio sólo nos reunimos perdiendo tardes enteras porque los encuentros duran cuatro horas mínimo. La gente tiene trabajo y familia, no nos dedicamos a esto».

«Nos sentimos indignados»

En Amara también ha caído la gota que colma el vaso. Algunos vecinos abandonaron la última reunión -de contenido técnico- al no comparecer responsables políticos. «Fuimos a lo de ‘Los barrios y pueblos fortalecen Donostia’ pensando que estarían los representantes políticos y resulta que quien dirigía la sesión era el chico que la anterior vez, cuando sí vinieron Nora Galparsoro, Axier Jaka y Jon Albizu, repartía los folios y nos sentaba en las sillas. Con él había una chica a la que presentó como de una empresa. Nos sentimos indignados. Varios vecinos les acusaron de reírse de ellos a la cara, nos levantamos y nos marchamos. Nosotros ya no estamos para jugar a los haurtxokos», relatan.

El caballo de batalla es la eliminación de la Variante de Carlos I, para lo que todavía no hay avances como en tantas otras demandas del barrio más populoso de la ciudad. «Queda muy bonito hablar de participación ciudadana, pero en el fondo no sirve para nada. En nuestro temas, al menos, para nada. Estamos a favor de los bidegorris, pero apostar por el peatón y tener a la vez semejante mole de autopista es meter la basura bajo el felpudo. El que está en la oposición siempre defiende al máximo este tema, pero al llegar al poder no hace nada. Bildu nos ilusionó al principio con la posibilidad de un cierre temporal de prueba en otoño de 2012. Seguimos esperando».

Lamentan la «desinformación total» a las que les somete el gobierno municipal. «Nos volveremos a reunir dentro de unos días y nadie sabe decirnos para qué. No es serio. Han pasado tres años y te das cuenta de que no hay absolutamente nada nuevo. Me parece un paripé. Y si lo quieren hacer, que den la cara y vengan ellos».

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