Pedro Berriochoa Azcarate, Autobiografía

portada del libroUrretxu 1958

Profesor de Educación para Adultos en Herrera

Profesor de Antropología en la UPV/EHU

Acaba de publicar el libro “COMO UN JARDÍN. EL CASERÍO GUIPUZCOANO ENTRE LOS SIGLOS XIX Y XX”

En su presentación de la tesis doctoral, que luego edita en forma de libro, afirma de sí mismo

Cuando este narrador mira a sus antecesores oye los ecos de aquella Vasconia campesina. Mis padres nacieron en la villa. De mis cuatro abuelos, dos nacieron en el caserío, uno en la “calle” y otra en un terreno fronterizo entre lo rural y lo urbano; sin embargo, ninguno de ellos murió en el campo. Mis ocho bisabuelos nacieron en el caserío en el periodo comprendido entre 1850 y 1880, pero sólo dos de ellos murieron propiamente allí, precisamente aquéllos que murieron antes. Cambios de vida: del campo a la ciudad o a la villa; del surco del arado a la industria y a los servicios.

Tengo un déficit. Voy a decirlo en primera persona. Soy horticultor aficionado, pero no baserritarra. Nunca he ordenado una vaca. Quizás, se me escapen muchos matices que se aprenden en la vida en el caserío, en la práctica diaria del trabajo, en la enseñanza de los mayores y su manera de ver las cosas. Me siento algo abrumado por esa inmensa responsabilidad, por el temor de no saber trasladar al lector un modo de vivir y de trabajar todo lo fielmente que quisiera. De todas formas, voy a utilizar todo lo que mi familia y mis amigos baserritarras me han transmitido: no deja de ser una fuente académica de primera magnitud.

Un deseo sería que el agro guipuzcoano, hoy episódico económicamente, mantuviera su músculo productivo, que autoridades, consumidores y los propios baserritarras valoraran el trabajo y el producto del caserío en toda su magnitud. No podemos permitirnos el lujo de convertir el caserío en un parque temático poblado de elementos pintorescos.

Por tortuosos vericuetos llegué hasta aquí: un hombre mayor con su trabajo de Secundaria a cuestas, y agobiado con lo que le espera por delante. En busca de la tierra prometida y en las fauces del averno. Las autoridades educativas no tienen ninguna consideración hacia la autoformación por mucho que lo prediquen. Con la informática de hace un tiempo y con la inteligencia emocional presente pretenden cubrir sus vergüenzas. Así que el sujeto -autor- se ha convertido en un “raro”, en un trashumante buscando erráticamente las verdes praderas y las sombras tranquilas de nuestro metafórico jardín”.

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