Entrevista a Amos Oz. El escritor israelí protagonizó una apasionante tertulia el pasado febrero en Aiete

Como saben los seguidores del ciclo de Literatura y Cine, la política y la vida se citan en la casa de Amos Oz (Jerusalén, 1939), en el piso doce de una torre de Tel Aviv próxima a la universidad. El escritor vuelve a la actualidad con ‘Queridos fanáticos’ (Siruela), un libro compuesto por tres ensayos basados en una serie de conferencias pronunciadas por el autor a lo largo de una dilatada trayectoria; ejecutoria que tuvimos oportunidad de conocer en detalle, de la mano de Lola Arrieta, la tarde del 8 de febrero, en la Casa de Cultura de Aiete.
El asunto del que trata Oz es uno de los más estudiados por él, como vimos en aquella cita, «diagnosticar los orígenes del fanatismo y la agresividad, las raíces de nuestro conflicto (entre israelíes y palestinos) y de otros conflictos en la historia»
En esta ocasión Amos, dedica el libro a sus nietos porque «necesitan munición para enfrentarse cada día a discusiones con amigos, con gente de la extrema derecha o con religiosos». El escritor israelí pertenece a una saga de escritores y políticos de altura, saga ‘autobiografiada’ en la novela ‘Una historia de amor y oscuridad’ que presidió la tertulia en aquella ocasión.
Entrevista a cargo de Mikel Ayestaran, del Diario vasco, lunes, 2 abril 2018.
[Esta entrevista se realizó antes de que la violencia volviera a estalllar en Gaza, donde al menos quince palestinos murieron a manos del Ejército israelí].
Oz es un escritor familiar para ‘los de la tertulia’.
Sin conocerlo personalmente, nos imaginamos como lo describe Mikel ‘tiene un tono reposado y sabe hablar con sus silencios’. “Bebe a sorbos un café expreso con leche fría, servido en una pequeña taza de cerámica, y lamenta que su entrevistador sólo haya podido leer la versión en formato electrónico de su último libro y no la de papel, que le hubiera permitido olerla y tocarla”, asunto recurrente este para los que disfrutamos de los libros a la manera del escritor. A sus 79 años, es uno de los escritores israelíes más universales, tan aclamado fuera de su país, como contestado en casa por su ferviente defensa de la «solución de los dos estados», uno para israelíes y otro para palestinos, a la que dedica el último capítulo de ‘Queridos fanáticos’.
De esta posición tan humana y controvertida nos habló Lola en el encuentro de febrero
Publicamos literalmente la entrevista que tiene un valor extraordinario.
– ¿Se discute mucho de política en casa de los Oz?
– Como en todas las casas. Mis hijos y nietos me preguntan si hay solución al conflicto, si los israelíes estamos fallando en algo, sobre los orígenes de la violencia, sobre qué es ser judío o sobre política. No todos están contentos con mis respuestas porque no soy Jesucristo y agradezco además que no estén de acuerdo de vez en cuando.
– ¿Se considera usted fanático de algo?
– Imagino que soy un fanático sobre la crueldad y la agresión. Los animales nunca son fanáticos, ni crueles, pueden ser agresivos, pero por buenas razones como comida, sexo o territorio. Los hombres somos una especie enferma y nos volvemos fanáticos por ideas, no por comida, por el color de una bandera, no por sexo, por creencias, por ideologías.
– ¿Conoce el antídoto?
– El compromiso. Yo creo en los compromisos siempre que no se confundan con la capitulación. No me refiero a ofrecer la otra mejilla al enemigo porque, como he dicho antes, no soy Jesucristo, aunque seamos del mismo país y hablemos la misma lengua. Compromiso es una palabra con mala reputación, sobre todo para los jóvenes idealistas que consideran esta actitud oportunista, no honesta y débil, pero se equivocan. En mi mundo, es sinónimo de vida.
– ¿Vivimos en un mundo cada vez más fanático?
– El síndrome del siglo XXI es el ascenso del fanatismo, el chovinismo y la intolerancia religiosa en todo el mundo. Ante problemas cada vez más complejos, la gente busca respuestas fáciles, de una frase, eslóganes. Quiere saber quiénes son los malos, a quiénes echar la culpa de todos los males. ¿Musulmanes? ¿Capitalistas? ¿Globalización? ¿Sionismo? Quieren culpar a alguien y creen que si destruyen a los malos empezará el paraíso, pero no se dan cuenta que las respuestas simples son peligrosas y los fanáticos siempre tienen una respuesta simple preparada.
Inseguridad y miedo
– ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
– Stalin y Hitler nos dejaron un regalo en forma de trauma. Durante 50 años el mundo ha tenido miedo al fanatismo y a las fórmulas sencillas, pero este regalo ha expirado. Las nuevas generaciones no tienen ideas claras sobre Franco o Mussolini y quieren respuestas de una frase para todo, no más de 140 caracteres. Esto viene acompañado del crecimiento de un liderazgo político populista, que es otra de las tragedias de nuestro tiempo. La política se ha convertido en espectáculo, la gente vota porque quiere escándalos, diversión.
– Los sectores ultrarreligiosos y ultranacionalistas tienen un peso cada vez más importante en el gobierno de Israel. ¿Es también consecuencia de lo que llama ‘síndrome del siglo XXI’?
– Aquí tenemos nuestros propios fanáticos, pero no creo que seamos un país más fanático que otros. Hay un gran peso de la religión y del nacionalismo, pero es más importante el gran número de israelíes inseguros y nerviosos. Los que piensan que si cedemos Cisjordania nos pasará lo mismo que con Gaza. Los que no confían en los árabes y piensan que si hacemos concesiones nos lanzarán cohetes a Tel Aviv. Esto no es fanatismo, es inseguridad. Hay políticos que recurren al discurso del miedo y saben cuándo echarle gasolina.
– Desde que Trump llegó a la Casa Blanca insiste en que va a traer la paz a Tierra Santa. ¿Puede lograrlo con medidas como la del traslado de su Embajada a Jerusalén?
– Estaría muy contento si no solo la Embajada de Estados Unidos, sino que todas las embajadas se trasladaran a Jerusalén, pero por partida doble. Es decir, una representación en el oeste, capital de Israel, y otra en el este, capital de Palestina. No me gustaría morir sin ver incluso una embajada de Israel en Jerusalén oriental y otra de Palestina en la parte occidental, ambas legaciones a una distancia caminable.
– Esta solución no encaja con la definición de Estado judío que predican las actuales autoridades…
– No sé cómo un estado puede ser judío. Un estado es solo una vehículo, un refugio, un objeto. Mi concepto es diferente, este es el único estado en el mundo en el que los judíos podemos ser mayoría, ¿por qué debemos ser minoría siempre? Tenemos derecho a ser mayoría y yo hablo de un estado para los judíos. El manifiesto de Theodor Herzl, fundador del sionismo moderno, se llamó ‘El estado de los judíos’, no el ‘El estado judío’. Israel es estado de los judíos como Polonia es la tierra de los polacos, pero no es una definición religiosa.
– Critica a religiosos y colonos en su libro, cada vez más presentes en el Israel actual. ¿Cómo es el judaísmo que defiende Oz?
– Nunca tienes a dos judíos que coincidan entre ellos en qué es ser judío, tenemos un gen anarquista y por eso discutimos tanto. Por eso no tenemos la figura del Papa, es imposible. Para algunos, la esencia del judaísmo es el territorio, para otros son los mandamientos religiosos, otros creen que es un misticismo irracional. Mi judaísmo es humanista y universalista.
– No tienen un Papa, pero tienen a los rabinos, algunos con millones de seguidores. ¿Le gusta esa etiqueta de ‘rabino de los seculares’ que le dedica el diario ‘Haaretz’?
– Rabino significa profesor, no padre o pastor, y a veces no se respetan ni entre ellos. Además, cada judío puede decidir quién es su rabino, depende de uno mismo. Yo también soy rabino porque he sido profesor durante 56 años. Somos una nación de rabinos.
– Después de este ensayo, ¿trabaja en una nueva novela?
– Siempre, pero nunca adelanto proyectos. Por cierto, aunque no hablo español no quiero terminar sin pedirle, por favor, que me envíe una copia de esta entrevista a mi dirección postal. Una copia en papel.
– Cuente con ella.
[Si quiere se la podemos enviar nosotros]

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