Homenaje a «Txaro» Apaolaza, última mujer que hizo la colada en el lavadero de Zalduondo

Lavadero cubierto de Zalduondo

El pueblo ha hecho un acto de homenaje en recuerdo de «Txaro» Apaolaza, la última mujer que todavía a inicios del siglo XXI lavaba la colada en este espacio de sororidad [sororidad: Solidaridad entre mujeres, especialmente ante situaciones de discriminación sexual y actitudes y comportamientos machistas. ]

Lantxabe, hace un par de días, hacía el relato propio del ‘lavadero de Miramón’

En la radio y en la ETB, las primas Elisa y Maribel Arakama, recordaban aquellas coladas a mano y todo lo que las rodeaba

Quizás esa sea una deuda de este medio público con un lavadero, el de Miramón, situado debajo de las actuales instalaciones del medio público vasco, construido sobre terrenos del caserío Miramon-Zar

{La casa solar de Miramon. Pag 205. Aiete: caserios, casas y familias’ de Pedro Berriochoa}

Homenaje a lavanderas en Zalduondo con la primas Arakama (eitb.eus)

[vídeo de radio en el que se puede escuchar a Elisa y Maribel Arakama recordar sus vivencias en el lavadero de Zalduondo (20:52 min)

En esta intensa mañana, en la hermosa localidad alavesa, se ha querido poner en valor lo que el lavadero ha supuesto socialmente para las familias de Zalduondo.

En nuestra página web se afirmaba que, como en el de Zalduondo ‘En el lavadero se hablaba, se cantaba, se reía, se lloraba, se discutía sobre las rentas que imponían los propietarios, moralidad, pobres y ricos…’ actividades que se repetían en multitud de lavaderos de Euskal Herria.

Lugares de un gran valor histórico y etnográfico y que deben ser cuidados y mostrados al gran público”. Se afirma en este reportaje de EiTB

Hoy, 13 de junio, se ha organizado un acto de homenaje a aquellas mujeres que acudía al lavadero Txaroste (en Zalduendo) para realizar la colada, en el único lugar que era de uso exclusivo de las mujeres.

Una disgresión para personas curiosas (o igual es un apunte para futuras fiestas del barrio)

Zalduendo significa «junto al soto»; zaldu(a) es una palabra vasca que significa «soto, selva, bosque» ; mientras que ondo, significa «junto a«. En eso somos también Zalduendo por que estamos junto a Zaldua, el joven defensa de la Real, que procede del Azular Lizeoa

El Bolatoki de Zalduendo. En Aiete también tenemos cancha de bolos.

Zalduendo de Alava es una villa donde ahora viven más del centenar y medio de habitantes. A la entrada al lugar existen unos cobertizos que aún se utilizan para el juego de bolos

En Zalduondo nació «Celedon«, el aldeano alavés que abre y cierra las fiestas de Vitoria. {Las de Aiete volverán con fuerza}

Zalduendo es famoso por sus carnavales. Se recuperaron en el año 1975 el año en que el dictador abandonó esta vida y que había prohibido celebrar este tipo de festividades. El pueblo no esperó a su muerte

MARQUITOS, es un grotesco muñeco de tamaño natural embutido de heno y disfrazado, con chaqueta negra y pantalón gris, como un señorito de ciudad, al que se le acusa de todos los males que sufre el pueblo y, por ello, debe pagar con su vida. Lo cubren con una boina y lo adornan con un collar que ensarta cáscaras de huevos cocidos y plumas de ave teñidas de carmín. No hay que olvidar que esta fiesta transcurre en pleno invierno, cuando el campo está aletargado, pero ya asoma un fuerte deseo de que llegue la primavera para desinhibirse.

A mediodía, tras la misa, el protagonista es paseado por Zalduondo. Como un condenado antiguo, es llevado a la grupa de un burro y exhibido por las calles. Un mozo, con capa y sombrero, lo acompaña. Le siguen varios músicos y unos mozos, dos de los cuales llevan un largo mástil que llaman ‘lata’. A la altura del palacio de los Gizones o Lazarraga, Markitos es desmontado y empalado.

El plato fuerte llega a media tarde. Una colorista comparsa busca a Marquitos, lo pasea por la villa y lo lleva al lugar de su juicio sumarísimo y ejecución, mientras suena una reiterada melodía, monótona y discreta que la gente corea: «que venimos de la función, que venimos del carnaval, que venimos de la función, de la función del carnaval...«. Txistus, acordeón y el atabal repiten sin cesar el tema. Las máscaras de la comparsa carnavalesca merecen atención. Algunas son muy originales y habrá que desentrañar su significado.

La más chocante es la VIEJILLA, curiosa super posición en un solo portador de una vieja achacosa que lleva a «rechinchín» a un corpulento hombrón. Ellos serán los dos únicos personajes que lloren la muerte de Marquitos. Quizás se trae de su padre y su madre.

EL BARRENDERO -cómo le echamos de menos en Aiete- lleva un grande palo con una chaqueta hecha girones en el extremo superior, que pasea por las narices de los espectadores. Sin duda era antiguamente un hisopo con el que se rociaba.

EL CENICERO, empelucado, portada un balde en la mano, y esparce por doquier cenizas del muñeco quemado el año anterior. Es uno de los elementos más antiguos de este carnaval.

Un par de gordísimas máscaras, semejantes al ZIRIPOT de Lanz, son constantemente empujados por un OSO para que caigan al suelo.

Las demás máscaras reciben el nombre genérico de LOS PORREROS (¿?). Son chicos y chicas cuya indumentaria se nutre de todos los trapos viejos de baúles y desvanes

Sobre un carro va la NASA, un cesto muy grande tejido con tallo de centeno que servía para guardar el pienso y en este caso se convierte en púlpito para un predicador cubierto de sobrecama que será quien lea la cartilla de sus crímenes y pecados al infeliz Marquitos.

Frontón cubierto. Esperamos que no se demore la capa del Jolastoki

En el frontón, acabada la procesión final, es ajusticiado ‘Markitos’. Antiguamente se le pegaba un tiro y un cartucho de dinamita acababa con él descuartizado. Ahora es quemado con gasolina. Pero junto a sus despojos, los porreros danzan y cantan. Su vida ha sido fugaz, como el carnaval.

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