Zaporeak un ejemplo a seguir.

Peio Garcia Amiano, Zazpi Garcia Amiano, Iñaki Alkiza, Yoli Uranga, Oraitz Garcia, mila esker, muchísimas gracias por vuestro ejemplo.

Habéis venido de la vida, vuestro proyecto es salvar vidas, volvéis a la vida y dejáis el testigo para que otras personas plenas de juventud y de vida continúen vuestro admirable trabajo.

Orgullosos de daros voz en la casa de cultura, -marzo 2018- comprometidos con vuestra palabra cuando visitamos las costas griega y Atenas -mayo 208-, en el mismo hilo de amistad con los refugiados que vostros ayudáis a resistir, emoción que mantuvimos cuando, más reciente, rodábamos por las costas turcas del mar Egeo, a lo lejos veíamos la isla de Lesbos e imaginábamos vuestro imprescindible trabajo, y os recordamos, cuando hace un par de meses, un miembro de Salvamiento Marítimo, proyectaba, en el caserío Katxola, para alumnas y alumnos de las Jesuitinas, un documental sobre vuestro papel solidario tomado en la propia isla.

Decís y trascribimos solidarios la siguiente carta, que se despide con un abrazo, el mismo fuerte, muy fuerte, y sentido que os damos nosotr@s.

                                                             Miembros de Zaporeak

Zaporeak es ejemplo de que hay veces en la vida en la que los sueños, por muy locos que estos puedan ser, se hacen realidad, se cumplen. Zaporeak es eso, el loco reto de siete intxaurrondotarras, que no podían mirar a otro lado aquel diciembre del 2015 viendo las imágenes de la incesante llegada de personas refugiadas a Grecia y que decidieron embarcarse en una aventura, sin dudas, sin saber lo que se podrían encontrar, sin saber si sería posible hacer realidad ese loco reto y desplazarse a Chios para dar una alimentación digna a las personas refugiadas. Estos siete locos intxaurrondotarras siempre han trabajado por y para los demás, partiendo de la fuerza de nuestra gastronomía han organizado eventos populares como la Semana Gastronómica de Intxaurrondo y la Feria de la Cerveza de Intxaurrondo, para luego dar el salto a unir la gastronomía y solidaridad, para ayudar a las personas más desfavorecidas, de ahí surgió, de ahí salió Zaporeak. Zaporeak es ejemplo de la solidaridad del pueblo, sobre todo del vasco, habéis sido muchos los que os habéis unido al proyecto, los que habéis arrimado el hombro, los que os habéis animado a participar como voluntarios cocinando en nuestras cocinas de Grecia, los que habéis contribuido con vuestras aportaciones económicas, alimenticias y materiales a que Zaporeak siguiera su camino. Voluntari@s, amig@s, asociaciones, empresas e instituciones, entre tod@s habéis conseguido que este loco reto intxaurrondotarra pasara de ser un proyecto de barrio a un proyecto de país, eso ha sido posible, sobre todo, gracias a la sociedad vasca. Zaporeak es ejemplo de la fuerza de nuestra cocina y gastronomía. Hemos llevado a Grecia nuestras recetas, nuestra manera de entender la cocina, nuestra cultura gastronómica, la hemos tenido que amoldar a los gustos, a los sabores de las personas refugiadas, pero estamos orgullosos de haber unido la cocina vasca y la solidaridad. Tras tres intensos años, en los que hemos dedicado gran parte de nuestro tiempo a Zaporeak, en los que estamos muy orgullosos del trabajo realizado, ha llegado el momento de hacernos a un lado, ceder el testigo y la responsabilidad de gestionar este gran proyecto en nuevas personas, esos locos intxaurrondotarras dejamos de coordinar Zaporeak con la cabeza bien alta, con la satisfacción de saber que con nuestro trabajo, ilusión y esfuerzo hemos contribuido a cocinar y repartir más de un millón de raciones de comida entre las personas refugiadas que se encuentran varadas en Grecia, hemos conseguido alimentar su dignidad, ayudándoles a recuperar parte de esa dignidad a través de una ración de comida digna. Nosotros nos marcamos un reto y vosotros habéis ayudado a hacerlo realidad, a hacerlo posible y esperamos que seguiréis haciéndolo, por ello, por toda vuestro ayuda, por todo el apoyo que nos habéis dado durante estos tres años, solo podemos deciros gracias, gracias de corazón, por hacer realidad la solidaridad de Zaporeak y ser compañeros en este maravilloso viaje que ha sido el de alimentar y recuperar la dignidad de todas esas personas refugiadas que ha ayudado Zaporeak en Chios, Patras, Atenas y Lesbos. Decimos adiós, este grupo nos tomamos un merecido descanso, un pequeño respiro que no quiere decir que nos olvidemos de las personas más necesitadas, seguimos involucrados, seguimos siendo solidarios y seguiremos contribuyendo a la solidaridad, no os sorprendáis si en algún momento volvemos a la palestra con algún nuevo proyecto. Nos tomamos este merecido descanso con la tranquilidad que da el saber que hay gente que seguirá adelante con el proyecto Zaporeak y, sobre todo, que las personas refugiadas seguirán recibiendo una ración de comida digna. ¡Ha sido un placer compartir este viaje, esta aventura, este loco reto con tod@s vosotr@s! ¡Un fuerte abrazo!

Son momentos para recordar desde Luis Cernuda (Poeta) Gracias, Compañero, gracias Por el ejemplo. Gracias porque me dices Que el hombre es noble. Nada importa que tan pocos lo sean: Uno, uno tan sólo basta Como testigo irrefutable De toda la nobleza humana.

Un comentario en “Zaporeak un ejemplo a seguir.

  1. Jordi

    Ojalá lean estas líneas cuando hayan caducado. Pero de la vergüenza de estos días ya no nos libra nadie Que desde que lo escribo hasta que se publique haya cambiado la situación. Y algún país de la Unión Europea haya entrado en razón para ofrecer un puerto seguro a las dos embarcaciones de oenegés que ahora mismo llevan a bordo a más de 500 personas rescatadas en el Mediterráneo. Esas personas no deben de entender nada: las rescatan unos europeos, pero ningún país de la Unión Europea las quiere desembarcar. El único delito que han cometido para que las tratemos así es huir del horror de sus países, buscando una vida mejor, lo mismo que haríamos cualquiera de nosotros en su situación. Lo mismo que hicieron mis abuelos no hace tantos años.
    Imagínense que naufraga un crucero lleno de turistas en medio de un mar. Los turistas son rescatados. Pero las autoridades de diferentes países con puertos seguros no les dejan desembarcar, porque esos turistas no les pertenecen. Y se quedan ahí, en alta mar. Todos nos indignaríamos viéndolos hacinados en la cubierta, sin recibir la más mínima asistencia oficial. Sólo atendidos por alguna oenegé que desobedece la consigna institucional. Pensarán que esa situación es imposible. Claro. Esos turistas tendrían la nacionalidad europea. O estadounidense. O rusa. Y todos los papeles en regla. ¿Y qué? ¿Es eso lo que da derecho a un trato más humano? ¿Así hemos organizado el mundo?
    La diferencia es que las personas que van a bordo de los barcos de Open Arms o de Médicos sin Fronteras no son turistas, son pobres. Y los pobres nos dan miedo. Y eso que no tienen nada. Nada quiere decir nada. Cuando subieron a la barca que les sacó de Libia para acabar a la deriva, les quitaron hasta el equipaje, para que entrase más gente en la patera. Por quitarles, les han quitado hasta la dignidad. Han recibido palizas, han sido torturados, esclavizados en los centros de internamiento libios. Ellas, violadas. Incluso una niña de 12 años así lo ha relatado.
    Estos días hay temporal. Pero las autoridades italianas no dejan ni que el Open Arms se refugie de las olas en el puerto de Lampedusa. Seguirán a más de 24 millas de la costa. Habrá más mareos. Más vómitos. Más tensión. Las 151 personas rescatadas se distribuyen en un espacio que no supera los 180 metros cuadrados. Dos lavabos para los 151. Agua restringida. Cuando salga el sol, se pelearán por una sombra. Cuando llegue la noche, por un lugar para dormir. Algunos piden poder llamar a casa. Porque también tienen casa, y familia. Sólo quieren decir que están vivos. Cada hora es eterna.

    Y lo estamos viendo casi en directo. Un equipo de Televisión Española –la pública, la de todos– está a bordo del Open Arms. Al frente de ese equipo Yolanda Alvarez nos da los detalles de lo que sucede. Pero ni con toda esa información nuestras autoridades reaccionan.
    ¿Qué tipo de metamorfosis sufre un gobierno que hace un año recibía en el puerto de Valencia al Aquarius –con más de 600 personas a bordo–, pero un año después ignora la situación de un barco con bandera española? ¿Qué ha pasado? ¿Ahora no interesa? ¿Fue aquello un error? ¿Un espejismo? ¿Entienden que no les entendamos? ¿Creen que sería darle munición a la derecha y a la extrema derecha? Actuando de esta manera, ¿cómo les diferenciamos de las posiciones más conservadoras? ¿Creen que perderían votos ante unas hipotéticas nuevas elecciones? ¿Enfadarían a la Unión Europea? Perdonen las preguntas. Sólo espero que, ante una situación tan desesperada, no se hagan cálculos tan miserables.

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