Los jilgueros del Bosque

Fabritius-vinkokLos sistemas de agua dulce que atraviesan el Bosque de Miramon, las regatas y charcas, permiten el asentamiento de especies acuáticas y anfibias, tanto de fauna como de flora.

La combinación de hábitats boscosos y acuáticos aumenta, además, el potencial del sistema para albergar especies, y a pesar de la difícil situación en la que está el Bosque -limitaciones del lugar y su condición de “isla” por culpa de la autopista- es capaz de albergar un ave tan rara como el pico menor, y en cualquier caso el silencio del Bosque siempre viene acompañada de las soñadoras sinfonías de los pájaros. A ello habría que añadirle los mamíferos de tamaño medio, erizos, entre ellos, cuyas crías se suelen comer algunos perros, cuyos dueños están obligados a vigilar.

Gracias a la situación periférica de Miramon en la ciudad, y a sus elevadas pendientes, se ha podido desarrollar un sistema boscoso seminatural, que ahora tenemos la oportunidad de conservar, aunque partimos de una estructura pobre, a la que que le faltan no solo árboles de distintas edades y estados, sino el estrato arbustivo entero, en gran parte de su superficie.

Por eso lamentamos la quita de 600.000 euros -de dudosa legalidad- que hizo la Rede de Parques Tecnológicos de la partida presupuestaria destinada a la regeneración del Bosque para hacer una cuartelaria pasarela desde dónde ver un bosque que previamente, para su construcción, ha destruido (El famoso chiste de vender el coche para comprar gasolina).

Desde luego se ha de cambiar la gestión del Bosque -y de paso si se cambia la gestión de la Red de Parques…- y este es el reto que tenemos por delante

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Andamos con cuidado no vaya a echarse a volar el jilguero de la foto. Inútil prevención porque el ave jamás volaría: está pintado por el artista holandés Carel Fabritius.

A cambio nos acercamos despacio a las profundidades del Bosque, para observar los pájaros te mueves con sigilo, y ese es el valor añadido de este Bosque de nuestra ciudad.

Eramos un singular grupo de visitadores —yo incluso llevaba mi pequeño telescopio y mi guía de campo— consagrados al pasatiempo de buscar aves entre los árboles del Bosque

Recordamos la Sagrada Familia de Murillo ¿la avecilla que espachurra el Niño Jesús es un jilguero? No está claro.

¿Veremos jilgueros? Difícil, están desapareciendo…

¿Veremos picapinos, martín pescador, faisanes, tórtolas…?

Los pájaros se amontonaban en nuestras retinas. ¿Era aquello un avefría? No aquí no habitan. La tarde caía en el Bosque. Estaba empachado de espesura. Agobiados. ¿Estará el lobo? Me embargó una tristeza inusitada. No vimos muchas aves, aunque sí escuchamos sus trinos, las aves precisan el cielo y un Bosque más acogedor. Los pájaros son de aire y batir de alas, de trinos, de olor a campo y paisajes en movimiento. El Parque Tecnológico quiere aves pero pintadas, muchas aves, pero todas silenciosas, muertas, para adornar los salones dónde celebran reuniones importantes, de partidos y todo eso. La gente que ve la terminación de la pasarela, sale de allí horrorizada, como quien huye de un cementerio. Queremos ver desde el bosque un cielo azul enorme o un bello cielo gris, como nunca han pintado ni Tiziano, ni Constable ni el mismo Hiroshige

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