En el corazón del Bosque

No era fácil tomar la decisión de ir al caserío, hacía un tiempo infernal, frío, pero sobre todo llovía de forma inclemente y corría un viento inhóspito, y además venían avisando que el sábado iba a ser un día auténticamente invernal. Por la mañana así fue, a la hora de ir a Katxola así era, y además todavía quedan personas que no conocen el paradero del caserío, porque aunque está en el mejor mirador del Bosque de Miramón, su espaldas y accesos quedan ocultos.

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No era fácil predecir que nuestra cuatro mujeres -Juani, Kontx, Mari Karmen. Joakina-iban a recibir el homenaje que se merecían; el propio alcalde, principal invitado y encargado del txotx, podía ser requerido por una emergencia. Pero la capacidad de convocatoria de estas cuatro chicas es a prueba de viento, marea, lluvia y todos los imponderables que se quiera, y allí, en el corazón del bosque, refugiados contra la intemperie, en un ambiente especialmente cálido y cercano para semejante tormenta exterior, nos encontramos cientos de emakumezales -si se permite la expresión- para rodearlas del cariño a borbotones que salía de nuestro brazos, de nuestros ojos, de nuestro corazón

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Katxola vivió la fiesta más entrañable, más agradecida, más cargada de simbolismo y emoción. Fuera caían los chuzos de punta, dentro fluía la vieja amistad, la admiración por la vida ejemplar de estas mujeres, la consideración a su talla humana, el respeto a su maravillosa edad, la veneración a su ternura.

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La recompensa no estaba en el txotx, ni en el formidable ambiente de trikis, bertsos, txalaparta, el premio no solo lo ganó la campeona del concurso de tortilla; el aurresku de las tres niñas fue el mejor saludo; pero seguramente el mejor recuerdo de esta velada estará en el honor de haber participado de este inolvidable encuentro.

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