La abominable censura en el cine ha producido historias muy curiosas en el negro periodo franquista.
La dictadura perseguía con saña (cayendo las más de las veces en el ridículo) la libertad de expresión, y la autonomía del séptimo arte, (a los de ahora, por cierto, tampoco les gusta mucho el cine). Totalitarismo y libertad de expresión son antagónicos.
En el film ¡ESPARTACO! es muy conocida la censura que se ejerció sobre una escena homosexual entre Craso (Laurence Olivier) y su esclavo Antonino (Tony Curtis) y en la que Olivier intenta seducir a Curtis mientras este le frota la espalda en la bañera.
El diálogo llega a su punto álgido cuando Olivier le pregunta a Curtis si le gusta por igual “comer ostras” que “comer caracoles”, en clara alusión al sexo femenino y masculino.
—Cuestión de gustos, ¿no?
—Sí, amo.
—Y el gusto no es lo mismo que el apetito, y por tanto no se trata de una cuestión de moralidad“comer ostras” que “comer caracoles”, ¿no es así?
—Podría verse de esa manera, amo.
—Es suficiente. Mi toga, Antonino… Mi gusto incluye… tanto los caracoles como las ostras.
Los censores pusieron el grito en el cielo, solo autorizaban la escena si sustituían “ostras y caracoles” por “alcachofas y trufas”. Ante semejante disparate, la escena, hoy repuesta, quedó fuera.
La otra joya es sobre la filmación de las escenas de las batallas. Lo que hoy se hace en una oficina con ayuda de un ordenador en 1960 pasaba por contratar a un ejército disponible y barato: es decir, el Ejército español. “El generalísimo fascista Francisco Franco ordenó a su ministro de Defensa cancelar el proyecto cuando nuestro equipo ya había llegado a Madrid. Tras una serie de negociaciones frenéticas —que, según me enteré posteriormente, incluyeron un pago en efectivo realizado directamente a la organización benéfica de la esposa de Franco—, el rodaje volvía a ponerse en marcha. Contratamos 8.500 soldados españoles, a razón de ocho dólares diarios, para que representaran el papel tanto de soldados romanos como de esclavos rebeldes. La única orden terminante que dio Franco fue que no se autorizaba que ninguno de sus soldados muriera en la película. No es que le preocupara mucho su seguridad, simplemente no quería que nosotros hiciéramos que pareciera como si murieran. Orgullo español”.