Ni la inauguración de San Telmo, ni la reflexión convulsa de Tabakalera, ni la inundación de Arteleku, ni el triunfo electoral de Bildu, ni las proezas deportivas de nuestros equipos de referencia en las principales ligas. El instante que mejor condensa y, a la vez, refleja lo que ha sido el año donostiarra es la efímera ‘okupazion’ de los baños públicos de la plaza del Centenario, un happening cuya potencia metafórica sólo se alcanza a comprender a la luz de un hecho incontestable: éste ha sido un año con la calidad del excremento, lo que no quita para que el próximo lo sea más aún. Ningún discurso ilustra mejor en torno a lo que ha supuesto el año que hoy terminamos que el ruido que emite el girar del rollo de papel higiénico y no hay canción que rivalice como símbolo de 2011 con el sonido de la cisterna al vaciarse. En efecto, este año ha sido un año de mierda; el que viene será el de su compostaje.
Por otra parte, en contra de lo que algunos estirados puedan pensar, unos baños públicos son el lugar ideal para la creación de un centro cultural autogestionado. Baste recordar los ejemplos inmortales de George Michael, Jean Genet, Reinaldo Arenas y tantos otros creadores merodeadores que dieron lo mejor de sí mismos en los váteres, por no mencionar a aquel joven artista -cuyo nombre no recuerdo-que se tiró dos años sin salir de los de la Factory de Andy Warhol.
La juventud mejor preparada de nuestra historia alberga sueños de una modestia conmovedora: hacerse con un kiosko evacuatorio.«¡Está okupado!» es el auténtico himno del soldado vasco. A ver quién no ha pronunciado alguna vez estas palabras, con el inconfudible batir de la manilla de la puerta, aporreada por el apremiante pesado de turno, como música de fondo.
31.12.11 – ALBERTO MOYANO