Al año siguiente -1975- de que la novela de Böll, EL HONOR PERDIDO DE KATHARINA BLUM, fuera publicada, Volker Schloendorff y su mujer, Margarethe Von Trotta, filmaban su adaptación cinematográfica.
Schloendorff y Von Trotta respetan con casi plena fidelidad las incidencias argumentales de la novela. La pareja de cineastas amplió, sin embargo, el círculo de la denuncia al comportamiento de la Policía, levemente insinuado en la novela. A los repudiables métodos del sensacionalismo periodístico, a la hipocresía de unos políticos y financieros que se movían en la oscuridad privilegiada de su poderío, Volker y su esposa, añaden la conducta intimidatoria de los funcionarios policiales y judiciales.
Los autores vienen a afirmar que la prensa amarilla no actúa sola o con el simple respaldo de sus patronos y protectores, actúan en convivencia con la Policía y la mirada distraída de la magistratura. En el film se ven los repetidos contactos del periodista Totges con el comisario Beizmeinne y con la indiferencia del fiscal Hach, ante las denuncias de los interrogados contra las infamias del PERIÓDICO.
Ello forma parte esencial de la manera con que Schloendorff y Von Trotta, han entendido que EL HONOR PERDIDO DE KATHARINA BLUM debe llevarse a la pantalla, renunciando a importantes componentes estilísticos de la novela (la película pierde parte del sentido del humor del texto escrito) en beneficio de la eficacia cívica del relato, de su capacidad revulsiva.
La novela fue escrita en 1974, dos años después de haber recibido su autor el Premio Nobel de Literatura, El honor perdido de Katharina Blum es una novela que no ha perdido actualidad. En ella, el escritor alemán (1917-1985) habla de cómo se puede distorsionar la información hasta hundir a una persona y a las que le rodean. Esta prensa y EL PERIODICO, que coprotagoniza el relato, siguen actuando hoy con implacable fiereza. Lo malo es que sus lectores y la mal llamada libertad de prensa, les dan cobertura.
Böll, la figura más emblemática de la literatura alemana de posguerra, una literatura inconformista y crítica desde el punto de vista social, y uno de los escritores más leídos dentro y fuera de su país, se identificó siempre con los oprimidos. La tensión narrativa va creciendo en esta novela a medida que se desvelan los métodos primitivos y hasta crueles con los que la prensa amarilla tergiversa impúnemente los hechos, destruyendo con ello “la salud, el honor y el buen nombre de personas inocentes”, convertidas en “objeto de interés público”. Un libro que todo el mundo debería leer para saber hasta qué punto se ha de recibir con prudencia las noticias difundidas a través de los medios de comunicación.