Conversaciones en el temporal

Conversaciones de complicidad ciudadana entre desconocidos al hilo de un «¡cómo ha quedado todo!» O para hacer futuribles con el compañero de trabajo del tipo «las olas seguro que se hubieran llevado la pasarela de Mompás». Aplacado por unas horas el oleaje, en pleno paseo de Ondarreta un lamento de «dónde estará la arena que salió del parking» también forma parte del top ten del temporal. Más exitoso si cabe que el «¿hubieran podido circular coches por el quinto puente? Que las olas pasaron por encima esta mañana». 

Pero la expresión más temida se esconde entre parejas, grupos de amigos o madres que van a llevar a los niños al cole… «¿Nos acercamos a mirar un poco?» «No dejarán pasar…» «¡Son de un exagerado!. Si no pasa nada». Digitales al ristre comienza la peregrinación hacia las playas, la conversaciones o riña con agentes de seguridad y el convencimiento de muchos de que «sólo quieren fastidiar». Los pretiles derribados pueden ser un pedestal fantástico para sacar una foto al niño con las olas detrás, que «total la pleamar no vuelve hasta las 6» y las enormes piedras desplazadas del espigón de La Zurriola merecen también quedar inmortalizadas, a ser posible con mucha espuma. El mar nunca deja de asombrarnos cuando su aspecto plácido y urbanita se transforma en un oleaje embravecido de documental de la 2. Más allá de admirar su capacidad de cambio, su inmensa belleza y su fuerza descomunal, queremos participar del espectáculo como si fuera día de regatas.

de un artículo de ANA VOZMEDIANO

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