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Preciosa mañana en el ‘espacio Katxola’ con el Liceo Montesquieu de Libourne

Con mayor o menos fortuna, o aceptación, por las personas donostiarras, así lamamos al conjunto que forman caserío, teatro de Miramón -mal llamado anfiteatro-, con un `totem’ en la cresta superior que se compone con la palabra Katxola en relieve y una flecha que marca la dirección del caserío; el totem contiene también el emblema propio del Bosque de Miramón, que consiste en unos troncos de acacia secos coronados por una tapa de kupela, [emblema aprobado por Lantxabe a propuesta de Lur Paisajistak]. El espacio Katxola acoge también el frontón y el Bosque de Miramón

Hoy lunes, 5 de febrero, 21 chicos y chicas de 4º ESO, acompañadas de dos andereños, Maite e Isabel -Isabel es la cuarta vez que les acompaña desde aquella localidad cercana a Burdeos- procedentes del Liceo Montesquieu de Libourne (Aquitania) han pasado la mañana en el espacio Katxola, más especialmente en el caserío. Han llegado por el norte, por una empinadas escaleras y han accedido a la casa por la puerta principal

La mañana era para encuadrar

Les han recibido con la mejor de su sonrisa y con ganas de agradar, Ana Etxebarria, cada vez más repuesta, Juan Carlos Berzosa con su humor y saber y Félix Pérez -el que suscribe-

Como se sabe, el grupo forma parte de un intercambio con el Colegio Inglés San Patricio del barrio. De hecho, una tercera acompañante, Carolina, ha regresado al colegio confiando la responsabilidad pedagógica en nuestra manos.

Puntuales, según el horario previsto, la delegación francesa llegó al caserío a las 9 y media de la mañana. La visita ha durado hora y media; a las 11:00 regresaban a San Patricio.

En esta hora y media, la y los avecindados de Katxola les hemos explicado cómo es un caserío vasco, con el ejemplo de Katxola, cómo funcionaba la fábrica de la sidra hace 100 años y en qué medio económico y social se desenvolvía.

A las chavalas y chavales que visitan el caserío, una de las cosas que más les la llama la atención es la relación entre la ‘kirikoteka’ y la txalaparta: mientras Juan Carlos ilustraba como antes de la existencia de un lagar motorizado como el de Katxola, la manzana se aplastaba con la ‘kirikoteka’ emitiendo un sonido rítmico, golpe a golpe, Juan Carlos en la masera del tolare, Ana, en el otro extremos del caserío, hacía sonar la txalaparta pudiendo ver y oir, in situ, la relación entre ambos movimientos cadenciosos

Luego la txalaparta se convertirá en aviso a los lugareños del inicio de la celebración..

Los del Liceo Montesquieu han venido con el objetivo de conocer nuestra cultura y mejorar su conocimiento de la lengua española. Y esa ha sido nuestra lengua de comunicación

Se han marchado muy contentos, como se puede ver en las fotos. Para los de Aquitania conocer el barrio de Ayete, un caserío vasco como Katxola y la relación con la fabricación de sidra ha sido muy enriquecedor.

Una nota de historia en la que participan ‘Aita Donostia’ y Ana Etxeberría

Aita Donostia recogió esta costumbre llamada “Kirikoketa” alrededor de la produccion de la sidra (1951) . Aún la recuerda la gente mayor de varios pueblos. Una letanía que se cantaba mientras se tocaba

Con una sílaba por golpe, así decía:

Alakiketa alakiketa

Alakiketa kiketa kiketa

Sagarra jo dela sagarra jo dela

Sagarra jo dela jo dela jo dela.

Alakiketa alakiketa

Alakiketa kiketa kiketa

Este toque nos indica que había cierta intención mensajera, quizás doble: por un lado, que el trabajo de golpear la manzana había finalizado, y por otro, la llamada a la fiesta.

Aita Donostia es el nombre que toma de capuchino, Antes José Gonzalo Zulaika Arregi, [1886-1956] muy conocido escritor, compositor, musicólogo y organista. (Ver wikipedia)

https://es.wikipedia.org/wiki/Aita_Donostia

Pues bien, Aita Donosti era hermano de la abuela de nuestra Ana Etxeberria. Hoy en el caserío hemos podido ver con nuestros propios ojos que de ‘casta le viene al galgo’, Ana lleva la música en el cuerpo

El caserío Katxola, un fehaciente testimonio de la producción de sidra en Donostia

Mari Domingi y Olentzero, saludan a sus seguidores desde una ventana del caserío (24 de diciembre del 2022)

Su lagar es el corazón, el alma y la razón de ser del caserío

Sabemos que los caseríos guipuzcoanos, fueron concebidos para producir sidra con una vivienda adyacente. Así es Katxola, único representante ‘vivo’1 de esta época en la ciudad

Alumnado de primero y segundo de primaria de Aiete Ikastetxea en el tolare del caserío (17-11-23)

En este modo de vivienda, la potencia de la prensa de la manzana, dictó las robustas y formidables vigas que forman el lagar

Los caseríos de este tipo fueron creciendo por el territorio; en el siglo XVI, en Gipuzkoa, llegó a haber alrededor de 2000 caseríos-lagar, todos ellos construidos en un lapso de tiempo de unos 70 años. Es posible que dicho apogeo del «dolare», viniese dado por la necesidad primaria de la sidra en la sociedad de aquella época. Se sabe que los marineros y balleneros del siglo XVI se echaban a la mar con «kupelas» o barriles de sidra como principal sustento alimenticio y como fundamental antídoto contra el escorbuto debido al gran aporte de vitamina C. La sidra era un alimento fundamental con menos gradación alcohólica que la sidra que conocemos hoy y con gran valor vitamínico y energético.

El caserío Katxola responde a esta génesis. En nuestro tiempo llama la atención cómo todo el caserío gira en torno a la producción de sidra. La propia estructura del edificio está al servicio de la obtención del preciado mosto y, sin embargo, el tolare se ponía en marcha durante poco más de una semana al año. Es lo que viene haciendo la Asociación de Vecinos desde el año 2009, con el paréntesis de la epidemia, y la posterior avería de la rosca que sirve para que la enorme pieza de prensado gire sobre la ardatza, con el movimiento sube-baja, para prensar la manzana .

Cuando el gran esplendor del caserío lagar del siglo XVI decae, porque, entre otras razones, se abandona la caza de la ballena, el baserri ha de buscar más funciones y labores, pero la sidra sigue produciéndose y llega a los caseríos vascos el tolare barroco, -y en esta fase, finales del XVIII-, encontramos -se construye- Katxola, con una prensa mucho más compacta, que produce menos cantidad de sidra pero con mayor eficacia

El dolare de este baserri es un artilugio fascinante. Y así lo viven las nuevas generaciones que vienen a conocer el caserío; mucha de esta juventud procede de la comunicad escolar del barrio (cinco escuelas y Gautena), pero también de otras comunidades de Donostia y el Territorio (alguna -el lunes en concreto- viene desde Burdeos), y es un punto de cita para diversas actividades que tiene que ver no sólo con la cultura material de Euskal Herria, como es la producción de sidra, sino con otras actividades culturales, especialmente las que se asocian a la música, o a la ‘interpretación’ del Bosque, o a charlas y conferencias relacionadas con la cultura vasca.

Hoy en día no existe ningún lagar de este tipo funcionando en Donostia.

El caserío Katxola en la actualidad

En el baserri se produce sidra una vez al año. Antes se traían manzanas de los caseríos del entorno -del manzanal de Zabalegi en Kutxa Ekogune o de Askonobieta (en Urnieta)- pero ahora las tenemos en los propios terrenos de su alrededor. Con el proyecto de recuperación del Bosque de Miramón, impulsado por Lantxabe, hace nueve años se plantaron 251 manzanos que están a ‘pleno rendimiento’.

Romería en las fiestas de barrio, como se viene haciendo desde hace un siglo

La avería en el tolare del caserío

Aunque mezclados con la propia construcción, con los distintos elementos del caserío-lagar, el mecanismo de ardatza y pieza de prensado (el paso de rosca) y la masera – encargada de recoger el mosto, que tiene que estar impoluta-, son los que necesitan una reparación para seguir haciendo sidra. El resto del dolare, en lo que se refiere a la construcción, se conserva bien

Apoyar y mantener el lagar de este antiguo mecanismo permite ver cómo es este sistema rudo, que fascina a la gente que lo visita; un ejemplo de sencillez y eficacia, que fue fundamental como máquina y tecnología en un periodo no tan lejano de la economía vasca. Estas cualidades, junto a su utilidad, le han hecho ser uno de los ingenios más antiguos que han llegado hasta nuestros días, y que al unísono, Asociación de Vecinos Lantxabe, Ayuntamiento de Donostia, Diputación y Gobierno Vasco, tienen la consideración de haber apostado por él.

El caserío Katxola es un privilegiado testimonio de la producción de sidra en Donostia que no podemos dejar en el abandono

1Manu Izagirre (qepd) era arquitecto técnico de patrimonio del Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Manu asesoró a la asociación de vecinos en la apertura del caserío a la ciudadanía y en la apuesta porque el caserío no fuera una representación ‘muerta’ del caserío sidrero guipuzcoano, sino que, con la cesión del Tolare del caserío Munto, se produjera sidra en el propio Katxola. Y así se hizo -desde 2009- con la ayuda y colaboración del ayuntamiento de Donosti, la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco

Félix Ares, en el Valle de los Reyes [una guía por Egipto]

Fue el 23 de marzo de 2006; tuvimos la suerte de contar con el entonces director del Museo de la Ciencia, Félix Ares de Blas. El maestro nos ilustró con ‘la teoría de la relatividad para los no físicos’

Ahora en el Diario Vasco escribe esta columna (viernes 2 de febrero). –Casualidad, el 23 de marzo, la expedición de Lantxabe estará en las orillas del Nilo–

Las noticias sobre la antigua civilización egipcia son atractivas. No en vano las pirámides de Guiza son uno de los monumentos más visitados del mundo, y, sin duda, los primeros que se nos vienen a la mente cuando nos hablan de Egipto. Probablemente, el segundo lugar en el que pensemos sea el Valle de los Reyes, donde se encuentran enterrados la mayoría de los faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX). En él hay tumbas tan famosas como la de Tutankamón, Ramsés II y Nerfertari.

Para mí, entre lo que más me gusta de esas tumbas están sus pinturas y bajorrelieves. Me fascina que tras más de tres mil años, los colores sigan vivos. Las escenas de la vida cotidiana nos han enseñado mucho de cómo era la vida de aquellas gentes.

ARCE (Centro de Investigación Americano en Egipto) nos acaba de hacer un interesante regalo. Han puesto en internet, a disposición gratuita de todo el mundo, visitas virtuales a todas las tumbas del Valle de los Reyes. Es una guía completísima, hay mapas de situación, miles de fotografías tanto del exterior como del interior de las tumbas y cientos de artículos científicos sobre aquella civilización.

Fotos cogidas de la web citada más abajo

Todavía no he hecho nada más que husmear un poco. Me he pasado un buen rato viendo las pinturas que probablemente son las más bellas y mejor conservadas, las de la tumba de Nefertari, esposa de Ramsés II.

El lunes, 5 de febrero, el Liceo Montesquieu de Libourne (Aquitania) regresa a Katxola

Forma parte de un intercambio con el Colegio Inglés San Patricio del barrio. La delegación francesa accederá al caserío sobre las 9 y media de la mañana. La visita durará hora y media; en ese tiempo se les mostrará cómo es un caserío vasco, el ejemplo de Katxola, cómo funcionaba la fábrica de la sidra hace 100 años y en qué medio económico y social se desenvolvía.

Lantxabe dispondrá de su voluntariado habitual.

Los alumnos franceses vienen del Liceo Montesquieu de Libourne, una localidad cercana a Burdeos. El San Patricio intercambia con este colegio desde el año 2010

Los del Liceo Montesquieu vienen con el objetivo de conocer nuestra cultura y mejorar su conocimiento de la lengua española. Los de San Patricio irán a Libourne con los mismos objetivos, en este caso con la idea de practicar el francés.

Para los de Aquitania conocer el barrio de Ayete, un caserío vasco como Katxola y la relación con la fabricación de sidra es muy enriquecedor.

Los de Libourne vienen visitando Katxola desde tiempo atrás -con el paréntesis de la pandemia-, y siempre son muy bien recibidos por la Asociación de Vecinos de Aiete.

Otoño en el caserío Katxola: una mañana de ensueño

Ambiente de fiesta dentro y fuera del caserío: en el frontón, en los accesos al baserri, delante de la fachada, en el interior de Katxola; las niñas y niños de la Aiete Ikastetxea inundaban todo de alegría y buen ánimo.

De la escuela pública del barrio venían 18 niñas y niños de Lh1 (5-6 años) y 34 niñas y niños de LH2 (6-7 años)

Acompañados de Aitziber y cinco andereños y maixus más

Primero fueron al frontón, después de atravesar la plaza Pakea, encima del teato de Miramón, eran las 10:00.

Allí hicieron diferentes juegos y experiencias y tomaron el hamaiketako (Un txakur se comió el bocata de uno de ellos, trastornando el momento pero poniendo picante y divertimento)

A las 10:30 subieron al caserío, que estaba sumergido en una sinfonía de colores: ocres, dorados, rojizos y de varias tonalidades del verde.

El color ocre provenía de las hojas caídas de los robles americanos, el rojo de algunas de los pocos arces que rodean el caserío, se trata de colores vibrantes entre los verdes del bosque de Miramon, tonos que destellaban en la alfombra que rodea el caserío; así es, pinos y abetos mantienen su verde característico, y crean un contraste encantador con las tonalidades otoñales de las hojas que tapizan el terreno

El suelo de los alrededores de Katxola estaba alfombrado por hojas secas y amarillas, en tonos brillantes por efecto de la lluvia (Angel se encargó de alisar el camino, quitando las hojas que lo ocultaban).

Por allí llegaban niñas, niños, andereños, maixus en hilera

Los cálidos rayos del sol se filtraban a través de las ramas todavía pobladas. La mañana soleada era de una dulce sensación, como de una caricia suave, fresca y cálida; como si el otoño quisiera entrelazarnos en un abrazo. En el caserío sonó un irrintzi de bienvenida

Desde el camino, al llegar al caserío, la fachada es como una risueña cara, con la boca proclive, las ventanas como ojos curiosos desde las que asoman los moradores, observando la danza de las criaturas al son de la trikitixa del amplificador. Los atuendos de estos ‘profesores de la cultura material’ recuerdan al Olentzero para las criaturas

Son Juancar y Alberdi, y un tercer colaborador -fotógrafo- Félix

El otoño en Katxola era un poema vivo, nutrido de la comunidad escolar de la Aiete Ikastetxea, una composición de almas infantiles y adultas

En el caserío fueron de sorpresa en sorpresa: la vida de los pájaros, el funcionamiento de la prensa del tolare, los sonidos de la kiskitza, la txalaparta y el cuerno, el puzle gigante…

Los colores de la tierra, los sonidos del caserío, las sensaciones de los mayores; los juegos, risas, admiración y fascinación de las criaturas, despertaron lo mejor de nuestros sentidos

RETORNO A KATXOLA

Hay una novela, Retorno a Brideshead (Brideshead revisited), del inglés Evelyn Waugh que dio lugar a una exitosa serie de la BBC, allá por los albores de los 80 del siglo pasado. El protagonista, el capitán Charles Ryder (Jeremy Irons en la serie), que había pasado temporadas vacacionales de gozo en su juventud, vuelve a aquel aristocrático palacio británico durante el tiempo de la II Guerra Mundial, y ve la muerte de algunos de sus habitantes, y la decrepitud y decadencia de las estancias y los jardines, tan esplendorosos en su recuerdo.

El sol vespertino de otoño le daba un tono acaramelado a sus sillares

No fue esta mi experiencia en mi retorno a Katxola. Recuerdo que cuando escribí mi libro Aiete. Caseríos, casas y familias (2016) pusimos en la contraportada una foto sacada por Felix Pérez Carrasco, en la que posamos delante del caserío nuestra querida Mari Carmen Illarreta, Begoña Egurrola y el que esto escribe. Así que la experiencia de la vuelta en esta tarde soleada del 9 de octubre de 2023 tenía algo de especial.

Contraportada del libro

Todo conducía a un déjà vu particular. Tras cinco años de asueto como jubilado, había vuelto a la Facultad de Antropología de la EHU-UPV. La amiga Aitzpea Leizaola me había pedido hace un mes si estaría dispuesto a dar una clase sobre el caserío a los alumnos del Master de Antropología. Me sugirió también, además de la clase teórica, una visita a un caserío de la zona. Le pedí su opinión sobre la visita a Katxola, que le pareció muy oportuna.

Así, tras una clase de dos horas en el aula, una veintena larga de alumnos capitaneados por mí, emprendimos el ascenso a la colina de Aiete. Tras una media hora larga de subida fuimos recibidos con toda la alegría y la poesía imaginables. En el etxeaurre estaban los amigos Begoña Egurrola y Juan Carlos Berzosa, que nos recibía alborozado con una trikitrixa.

Katxola, a diferencia de Brideshead, estaba magnífica. El sol vespertino de otoño le daba un tono acaramelado a sus sillares. La arenisca de Igeldo nunca defrauda con la luz. El césped verdeaba intensamente gracias a las abundantes lluvias veraniegas. Katxola rebosaba en salud y luz. Parecía la morada de Hansel y Gretel.

Juan Carlos nos saludó con su atrezzo particular de baserritarra

Juan Carlos, que estaba sobre aviso, nos saludó con su atrezzo particular de baserritarra e impartió una clase de cerca de una hora sobre Katxola, Aiete, San Sebastián… Todo un contexto para el caserío.

A continuación, ya en su interior, su lección se tornó hacia la manzana y la sidra. Los alumnos, alumnas en su gran mayoría, atendían embobados a su discurso. El cénit llegó cuando se puso en marcha el lagar eléctrico del viejo Munto. La txalaparta sonó al poco y una alumna le ayudó en el percutir de los tablones sidreros. Fue una apoteosis casera.

Los graduados antropólogos no daban crédito a aquella performance, tan antigua, tan moderna. Aquellos alumnos y alumnas procedentes del país, pero también de otros puntos de España e, incluso, del otro lado del charco, creo, quedaron embobados por las explicaciones, la ilusión y la entrega de Juan Carlos. Como respuesta, contestaron con un clamoroso y largo aplauso.

El sol se escondía por Arratzain. Había sido otro hermoso día de este otoño que parece un verano interminable. Begoña, Juan Carlos y el que firma dimos por finalizado el día con una bebida, que no fue sidra, debajo de los plátanos de Miralles. Otro día le tocará al txotx. ¡Aúpa por Katxola y Lantxabe!

Pedro Berriochoa Azcárate

[Aitzpea Leizaola autora de las fotos].

Katxola espazioko sagarra kultur ekintza eta ikaskuntza eskola gisa

Miramongo antzokia inguratzen duen Katxola gunea deitzen diogu: Baserria bera, antzokia, antzokiaren gainean, baserriaren norabidea adierazten duen totem-a, frontoia, parkearen beste aldera daraman pasabidea, azpian erreka, urmael artifiziala, zubitxo eta garbitokia, eta duela 8 urte antzokiaren inguruan landatutako 251 sagarrondoak daude, Lantxabe buru duen Miramon Basoa biziberritzeko proiektuaren barruan.

Sagardoa baserriko tolarean sagarrak egiteko sortu zen; horrela, ateratzen den sagardoa donostiarra, aitearra, jaioa, hazia eta hiriko naturgune pribilegiatu horretan eraldatuko da.

Katxolan sagardoa egiteko aurreko urteetan erabili izan diren sagar moten erakusketa iraunkorra dugu. Katalogo hau inguruko sagarrekin aberastea espero dugu.

Sagardo bakar bat ere ez da sagarrik gabea, eta sagarrik gabea ere ez. Azken hauetaz beteta daude Miamongo antzokiaren inguruko lurrak. 251 sagar daude, txikiak, handiak, sagar petatuak eta ez hain lodiak, guztiak modu tradizionalean landatu berriak

Sagardo hau kudeatzen edo ezagutzen dugunon helburua da, alde batetik, sagar mota desberdinak edo, gutxienez, sagardoa egiteko erabil daitezkeen sagar guztiak zerrendatzea – sagarra prentsatzeko tolarea dagoenean –, eta, bestetik, dauden sagar motak lantzea eta identifikatzea, Parke eta Lorezaintzekin batera kudeaketa-sistema berriak aztertzea: inausketa – auzoko eskola-komunitatearen presentzian-, lurzorua landatzeko moduak, sagarrak tratatzeko moduak…

Duela urte batzuk, Nafarroako Unibertsitate Publikoak azterketa genetiko bat egin zuen, eta ondorioztatu zuen garai hartan zeuden ehun motetatik berrogei inguruk DNA bera zutela.

Udalak Katxola interpretazio- eta esperimentazio-zentrotzat hartzen duenean, sagargilarien prestakuntza ere izan dezake; oso garrantzitsua da Katxola espazioan dugunaren ezaugarriak dituen sagasti bat; hortik ikas dezakegu nola landatu zuhaitzak, zer forma eman zuhaitz horiei, inausketari buruzko informazioa, gaixotasunei aurre egiteko edo saihesteko gomendioak, lurra ondo kudeatzeko aholkuak… askotariko gaiak eman behar ditugu, eta urteak daramatzagu aurreikusita eta programatuta, erakundeen oniritziaren zain.

Sagastiak txandakatzearen gaia aztertzeko aukera ematen du, hau da, sagarrondoek urtero sagar kopuru antzekoa ematea. Sagarrondoek ez dute urtero fruitu kopuru bera ematen: bi urtean behin ematen dute kopururik handiena, uzta oneko urte baten ondoren hurrengo urtean bolumena berreskuratzen da, zuhaitzak, nolabait esateko, atseden hartu behar duelako. Sagar mota batzuen kasuan, aldaketa nabarmena izaten da urte batetik bestera.

Kantitate hori sagarren aldagai genetiko baten araberakoa da, eta hori kontrolatzea da asmoa.

Katxolako sagardoak Euskal Sagardoa jatorri izendapena eskura zezakeen, baserriko lanek sagarraren garrantzia nabarmendu dezakete. Sagardoaren kalitatea ona izan dadin, sagarraren kalitateak ere ona izan behar du, eta Miramongo basoarena neurtzeko zain dago.

Baserriko tolarean sagardo esperimentala egin daiteke, bertako sagardogileek ez dutelako irabazteko asmorik; gauza bereziak egin ditzakete sagardoarekin, adibidez, mota bakarreko sagarrekin egindako sagardoak, bi motatakoak edo hirukoitzak, baita sagasti jakin batekin egindakoak ere.

Horretarako guztirako erakunde txikien laguntza behar da, eta zehazkiago, Euskal Herriko kultura eta kultura materialaren arduradunena.