Una docena fotos en el Topaleku de las 20.000 que tiene José San Francisco Andrés

…de una entrevista con Begoña del Teso para el Diario Vasco

Jueves, 9 febrero 2023

José San Francisco Andrés delante del Náutico (foto de DE LA HERA. DV)

De Zamora. De donde Doña Urraca, infanta de León. De donde Bellido Dolfos, héroe para los zamoranos, traidor famoso en el romancero. Tiene José la rama materna en Toro. Se le vino hace mucho tiempo su hermano Manolo a Donostia y luego llegó él. Un verano. A trabajar. Casose al tiempo con dama amaratarra. Tan amaratarra que bien resulta que Casilda es de la calle La Salud. Por eso se define José como ‘donostiarra consorte’. Enfermero oncológico durante décadas, tesorero del Colegio de Enfermería, expone en el Topalekua de Aiete un puñado de fotos de la Belle Époque recreada. Charlamos en el Tánger. En compañía de Casilda. Por supuesto.

Cartel de la exposición ‘Belle Époque’. Djamilaen el vestida con un traje de baño de época

– ¿De verdad? ¿Lo juras? ¿Conoces a ese al que llaman ‘El último dandy de Cantabria’?

– No solo le conozco sino que sé su nombre (Bryan) y le he fotografiado. Varias veces.

– ¿Dónde, por qué? ¿A él solo o en compañía de alguien?

– En el palacio de la Magdalena de Santander. En Solares. En la finca y museo del Marqués de Valdecilla. Tanto en el marco de varias reconstrucciones históricas a carga de un grupo de aficionados, estetas e investigadores de los tiempos de la Belle Époque como durante representaciones que escenificaban el regreso de los indianos que después de haber hecho las Américas volvían a las orillas del Cantábrico y plantaban en sus villas exóticas palmeras.

«El regresó del indiano” Finca Marques de Valdecilla (Foto en el Topaleku)

– ¿No es ella acaso la gran costurera que reconstruye con tremendo arte las vestimentas de los veraneantes, burgueses y cortesanos de la Belle Époque?

– La misma. Toca muy bien el acordeón y es una modista prodigiosa. Se confecciona los trajes que luce en esas ‘kermesses’ decimonónicas y aparece, junto a su marido Gonzalo, en algunas de las casi 12 fotos que expongo en Aiete. Donde también está Ezequiel, que se construyó él mismo el velocípedo con el que posa en las escalinatas de la Magdalena.

– Creo que también conoces a Djamila, famosa en instagram como ‘Belle Djamila’ y entrevistada en los periódicos de la cornisa cantábrica. En esos papeles encontramos su nombre de cédula y carnet: Itsazne Artetxe.

Por supuesto que tengo el gusto. De hecho, una foto suya vestida con un traje de baño de época y diseño propio ilustra el cartel de mi exposición que se alarga hasta casi finales de marzo. De hecho, también, mi pasión por los retratos de gente de hoy que revive historias, imágenes y atavíos de antaño estalla cuando me topo en las redes y en los periódicos bilbaínos su minucioso y exquisito trabajo textil, centrado en imaginar y confeccionar réplicas no solo de trajes antiguos sino de fascinantes enaguas, corpiños o corsés. Si te metes en su internet la verás lo mismo en Venecia que en el Landa de Burgos. Pues bien, yo quería retratarla en el Náutico, haciendo abstracción del entorno. Quería que pareciera que estuviese en la cubierta

Djamila, la bilbaína que se viste como en el siglo XIX

Itxazne Artetxe, conocida artísticamente como Djamila, que muestra desde su perfil de Instagram su minucioso trabajo textil, centrado en inventar réplicas de trajes antiguos inspirados en los años anteriores y posteriores a la ‘Belle Époque’, como decimos, es la fotografía de portada de la exposición ‘Belle Epoque’ en el Topaleku

Djamila, significa ‘la bella’ en árabe

Corpiños, enaguas, corsés, sombreros ‘pillbox’, turbantes, guantes cortos y largos… Itxazne Artetxe, conocida artísticamente como Djamila, viaja con la indumentaria en el tiempo. Verla ataviada con sus vestidos del siglo XIX es realmente un espectáculo, porque enseguida parece que te has transportado a una década lejana.

Djamila, posa frente al Arriaga con un vestido lencero, sombrero y bolso de 1898.

‘E la nave va’… ¿Cómo conseguiste esa ausencia de todo? Ni siquiera se intuye la silueta del gran paquebote diseñado por Aizpurúa y Labayen.

Aquel día de verano la luz del sol era tan potente que ella misma, veló el contexto de los edificios. Fue como si ni la Bahía o Santa Clara existiesen.

– Bonito… ¿Y tus primeras cámaras, aquellas que empezaste a usar allá por el 79, cuando llegaste acá? Fue en verano pero tú no venías de veraneante sino a trabajar. Como camarero.

– Así fue, si. ¿La primera? Tal vez una Yashica que pertenecía a mi hermano. Con el tiempo tendría ya algo más electrónico, una Pentax. ¿Qué por qué hago fotos? Es una forma de expresarme. No creo que fuera buen dibujante ni que pintara bien. Pero como fotógrafo, algo he aprendido.

– Hasta La Toscana te fuiste para aprender un tanto más aunque ahora dirás que haciendo muchas acaba saliendo la foto buena.

Elegantes de Ormaiztegi

– Y en San Quirico de Orcia un profesor de fotografía alemán me contagió su pasión por el retrato. Y no precisamente por el de estudio sino por aquel que aunque tenga su complejidad de composición sea, en el fondo, un momento atrapado. Como el de las ‘Elegantes’ de Ormaiztegi.

– Es hermoso ese retrato de grupo… Muchachas y señoras del XIX juntas alrededor de una mesa. Parece, cierto que están comentando las novelas de las Brönte.

– Fue un ‘Elegante Eguna’ en el pueblo de Zumalakarregi y el puente de hierro. Velocidad y sensores ajustados. Pero el cuadro estaba ante la cámara: eran ellas. Y sí, es una de las joyas de mi exposición en las caballerizas.

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