La infame Copa del Mundo de Qatar

  1. Los trabajadores

El 23 de marzo de 2021 el británico The Guardian publicó un informe en el que asegura que «más de 6.500 trabajadores migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto en Qatar desde que hace diez años ganó el derecho a albergar la Copa del Mundo».

Los migrantes componen casi la totalidad de la fuerza de trabajo del país, soportan jornadas de casi 20 horas con temperaturas de 50 grados, viven en condiciones precarias y construyeron los ocho fastuosos estadios donde se jugará el mundial, seis de los cuales se desmantelarán apenas deje de rodar el balón.

A lo largo de los últimos cuatro años, Human Rights Watch exhortó, en repetidas ocasiones, a las autoridades cataríes a que investigaran las causas de las muertes imprevistas o inexplicadas de trabajadores migrantes, a menudo jóvenes y con buena salud, y a que hicieran regularmente públicos ese tipo de datos, desglosados por edad, sexo, ocupación y causa de muerte. [Human Rights Watch (HRW, ‘Observatorio de Derechos Humanos’) es una organización no gubernamental (ONG) dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos con oficinas por todo el mundo]

Hiba Zayadin (investigadora sobre el Golfo en Human Rights Watch) sostiene que, en muchos casos, las violaciones a los derechos de los trabajadores se deben a la kafala (‘apadrinamiento’), un sistema de «gobernanza» laboral habitual en el Golfo, que vincula el estatuto legal de los trabajadores inmigrantes a sus empleadores en el país de destino. Este sistema criminaliza la «fuga», es decir, abandonar a un empleador sin su permiso para, por ejemplo, cambiar de trabajo. A los trabajadores inmigrantes se les suelen confiscar sus pasaportes por parte de sus empleadores. Previamente, tienen que pagar derechos de contratación para conseguir el trabajo, «lo que puede conducirlos a un endeudamiento por varios años», señala la investigadora de Human Rights Watch.

La afiliación sindical sigue estando prohibida en Qatar: «Además, a los empresarios no les gusta tener gente que proteste. Si hubiéramos protestado, nos habrían despedido o la policía nos habría detenido».

Aquí está, el sistema Kafala: un control casi total de las empresas locales sobre el empleo y la inmigración de trabajadores extranjeros. Y que prevé los llamados «costes» para llegar al país. «Para ir a trabajar allí tuve que pagar a una empresa de contratación, Manpower: 100.000 rupias nepalíes». Son unos 750 euros. «Cuando aterricé en Doha me esperaba su personal: primero me quitaron el pasaporte. Luego me llevaron a una habitación, tipo oficina. A los dos días empecé a trabajar».

Estamos hablando de cantidades entre 210 y 240 euros al mes. Los que tenían familia no tenían muchas opciones. «Antes ganaba 1.000 riales al mes, pero si trabajaba 12 horas al día, llegaba a 1.200»: eso es menos de 300 euros al mes. A cambio de una vida difícil, cuatro personas hacinadas en pisos de 25 metros cuadrados, con cama y armario incluidos: «Dormí en un campamento para trabajadores en Sanaya, luego en Al Khor. Entre nosotros hablábamos de los problemas, especialmente con los compañeros que trabajaban conmigo y con otros trabajadores nepalíes que vivían en el mismo campamento».

Para los medios hegemónicos, maestros del doble rasero, no es una «dictadura», sino una «monarquía» o «emirato». El mundo de las finanzas agradece de ese modo a una de las familias más ricas del planeta, capaz de comprar un mundial de fútbol que para no pocos es el «mundial de la vergüenza».

La campaña Boycott Qatar fue lanzada en varios países, con especial repercusión en Alemania, donde las hinchadas de diversos clubes, como la del Borussia Dortmund o el Hertha Berlín, mostraron recientemente banderas con la consigna «BoicotQatar2022». Rechazan la realización del mundial en un país que persigue a los homosexuales y no protege a los trabajadores.

Mientras el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, pidió a las federaciones que no politicen el evento y se centren en el fútbol, la campaña Boycott Qatar recordó que en muchas otras ocasiones deporte y política caminaron juntas. El caso más emblemático fue el de los Juegos Olímpicos de 1936, realizados en Alemania, que merecieron campañas de rechazo al gobierno nazi.

El argumento de Infantino suena desmemoriado. En febrero de este año Estados Unidos llevó a cabo un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing. Pero hay mucho más. «El boicot más destacado ocurrió en 1980, cuando más de 60 países, encabezados por Estados Unidos, boicotearon los Juegos Olímpicos de Invierno en Moscú debido a la invasión rusa de Afganistán el año anterior», recordó el año pasado el New York Times (14 -XII-21). Luego, la Unión Soviética lideró un grupo de más de una docena de países en un boicot a los Juegos Olímpicos de 1984, en Los Ángeles.

2. Geopolítica

Las presiones internacionales llevaron a que Qatar reformara este sistema de trabajo y la organización del mundial obligó a las autoridades locales a modificar leyes laborales, determinar salarios mínimos y establecer mayores tiempos de descanso y mejores condiciones. Pero eso sucedió a mediados de 2020, y la mayor parte de la construcción de los estadios de la Copa ya se había dado bajo el sistema de la kafala. De todos modos, según Zayadin, en la actualidad siguen sucediendo situaciones de «abusos y sobreexplotación», como las sanciones por «fuga», que incluyen «multas, detención, deportación y prohibición de regresar al país».

Para prepararse para el mundial, Qatar ha invertido aproximadamente 250.000 millones de dólares desde 2010. El monto supera la suma de lo gastado en todos los mundiales y Juegos Olímpicos hasta la fecha. También ha invertido lo suyo en sobornos a la FIFA (véase recuadro). Esta institución, por su parte, espera obtener, además, ganancias superiores a los 5.400 millones de dólares gracias al mundial. Los trabajadores que lo han hecho posible, en tanto, antes que llevarse alguna ganancia, más bien han pagado con sus vidas y de sus bolsillos. Podría decirse, siguiendo al geógrafo David Harvey, que, en un sistema centrado en lo que él denomina acumulación por despojo (robo de los bienes comunes), la mayor fiesta mundial del deporte ha sido servida en bandeja a la especulación de las elites.

Los porqués de la decisión de Qatar como sede del Mundial 2022, el pedido de la FIFA de centrarse sólo en el fútbol y la proyección que puedan tener sus consecuencias.

El mundo está mirando a Qatar. La metáfora se transformó en realidad. Los enviados de los medios están empezando a instalarse en Doha al igual que los fanáticos más ansiosos y pudientes. Las selecciones dan a conocer sus listas, la utilería empieza a empacar todo y los entrenadores cruzan los dedos para que sus jugadores terminen sanos en las ligas que todavía siguen jugándose.

Se viene un mundial de fútbol, pero no es solamente eso. Otra manera de decirlo: no se limita a la competencia entre las 32 selecciones clasificadas. Es por eso que se habla de otras cosas y la atención mundial hace que Qatar esté bajo la lupa.

A fines de setiembre los capitanes de ocho selecciones europeas tomaron la decisión de utilizar un brazalete con un corazón multicolor y la leyenda “one love”. El capitán inglés Harry Kane explicó en un comunicado: “Como capitanes nos desafiaremos los unos a los otros en el campo, pero haremos frente común contra todas las formas de discriminación”.

Casi a la misma vez que se conocía la carta de Infantino y Samoura, una respuesta en conferencia de prensa de Jürgen Klopp (entrenador del Liverpool inglés) refiriéndose a las condiciones de trabajo en Qatar se hizo viral. “Todos sabemos cómo sucedió la elección de la sede y quiénes estuvieron involucrados. Ellos debían saber que no podemos jugar un mundial en verano en Qatar. Además, no había casi estadios, alguien los iba a tener que construir, no iba a aparecer Aladín con una lámpara. El problema no es Qatar solamente, allí hay gente maravillosa también y no todo es malo. Lo que sucedió en primer lugar es lo que está mal, y las circunstancias en que fue elegido el lugar”. Además, el alemán opinó que no es justo que a los jugadores y entrenadores se les pida explicaciones por una decisión en la que no participaron, y dijo que la prensa no “hizo lo suficiente 12 años atrás para hablar del tema”.

Los medios ingleses son de los que más han hablado del tema, y el seleccionador de ese país, Gareth Southgate, es preguntado con frecuencia sobre estos temas. En una de las últimas entrevistas que dio a periodistas de L’Equipe, La Repubblica y Die Welt dejó clara su postura: “Al final vamos a juzgar a los seres humanos por su impacto en la sociedad y cómo tratamos a la gente. Si mis jugadores tienen la posibilidad de marcar la diferencia, deberían hacerlo”.

3. El padre de la criatura

Joseph Blatter concedió una entrevista al medio suizo Tages-Anzeiger en la que se refirió al momento de la elección de la sede: “La elección de Qatar fue un error. Y yo era responsable de eso como presidente. En ese momento, en realidad acordamos en el Comité Ejecutivo que Rusia debería tener la Copa del Mundo de 2018 y Estados Unidos la de 2022. Habría sido un gesto de paz si los dos opositores políticos de larga data hubieran organizado la Copa del Mundo uno después del otro”.

Además, apuntó directamente a Michel Platini, por aquel entonces presidente de la UEFA, al que acusa de cambiar su postura a favor de Qatar a petición del presidente francés Nicolas Sarkozy, y aporta un dato: “Seis meses después, Qatar compró aviones de combate a los franceses por 14.600 millones de dólares”.

“¿Por qué el nuevo presidente de la FIFA vive en Qatar? No puede ser el jefe de la organización local de la Copa del Mundo. Ese no es su trabajo. Hay dos comités organizadores para esto: uno local y otro de la FIFA. Un ejemplo: hay una propuesta para crear un fondo para los trabajadores fallecidos y lesionados. Qatar dice que no. ¿Qué debería decir la FIFA, si su presidente está en el mismo barco que Qatar?”.

4. En la cancha de las bibliotecas

Preguntas al periodista español y doctor en Comunicación Fonsi Loaiza, autor del libro ‘Qatar, sangre, dinero y fútbol’.

-¿Por qué creen que la FIFA escogió a Qatar como sede de un mundial?

Fonsi Loaiza: Fue una decisión basada en el dinero y las corruptelas. Hubo muchas comisiones para que fuera sede un lugar sin ninguna tradición futbolística. Los grandes beneficiados han sido los presidentes de federaciones y constructores.

-¿Qué objetivos persigue Qatar organizando una copa del mundo?

Fonsi Loaiza: El objetivo real de esta dictadura es lavar su imagen, y lo está consiguiendo. Es una dictadura que será aplaudida sin críticas ni boicot por los participantes. Miles de periodistas, futbolistas y aficionados acudirán a la cita, que será retransmitida a bombo y platillo a todas horas.

– ¿Cómo han visto la actuación de FIFA y de Qatar ante las denuncias de maltrato laboral y las muertes ocurridas?

Fonsi Loaiza: No han hecho absolutamente nada salvo intentar negarlo y que no se investigue sobre ello, con declaraciones bochornosas como las de Infantino diciendo que les daban futuro en esas condiciones.

-¿El fútbol sigue siendo solo un juego?

Fonsi Loaiza: El fútbol es el mayor negocio para el blanqueo de capitales en la actualidad. Football Leaks destapó toda esta organización criminal que sigue operando con impunidad. El fútbol debería ser un deporte popular y no el juego de oligarcas como Florentino [Pérez] o jeques árabes.

– ¿Cuál será el legado de esa Copa del Mundo?

Fonsi Loaiza: El legado de este Mundial será el recuerdo de la competición deportiva más indecente de la historia. Será para siempre el Mundial de la vergüenza.

-¿Qué significa este mundial para el mundo árabe y para Medio Oriente?

Fonsi Loaiza: La vida de las personas musulmanas no importa. No se va a mejorar sus vidas con este Mundial. Si una persona llega en patera a España será insultado y deportado como un moro, y si llega con un yate se le abrirán las puertas de par en par y será un árabe. Es una cuestión de clases sociales, y los medios de comunicación son culpables por incidir en el odio a los inmigrantes si son pobres.

-¿Cómo conviven en los países occidentales las críticas al régimen qatarí y la necesidad de negociar con ellos por cuestiones de energía?

Fonsi Loaiza: Cinismo, hipocresía son palabras que definen las actuaciones de los países europeos con Qatar o Arabia Saudí. Hacen grandes negocios con ellos y se llevan morteradas de dinero en sobres, en cuentas en paraísos fiscales, como el caso del nuevo rey en Gran Bretaña o de Juan Carlos I.

5. La familia Al Thani: dueños de la pelota

Qatar es la tercera reserva de gas del mundo y la decimotercera de petróleo. En una superficie de 11.500 kilómetros cuadrados (similar al departamento de Durazno) viven 250 mil cataríes y 2.750.000 trabajadores inmigrantes. El PBI per cápita roza los 70 mil dólares. Fue protectorado británico hasta 1971 y desde ese momento es una monarquía absoluta gobernada por la familia Al Thani: Jalifa bin Hamad Al Thani gobernó hasta 1995, cuando su hijo, el jeque Hamad bin Jalifa, se convirtió en emir al dar un golpe de Estado contra su padre. En 2013, Tamim bin Hamad se convirtió en emir al abdicar su padre.

Tamin bin Hamad Al Thani, emir de Qatar

En junio de 2017, Arabia Saudita, Baréin, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos impusieron un bloqueo a Qatar y rompieron relaciones al acusar al emirato de financiar el terrorismo, así como de intervenir en los asuntos internos de los países vecinos (véase «Qatar entre cuatro paredes», Brecha, 9-VI-17). En 2021, Estados Unidos consiguió que finalizara el bloqueo y las partes se reconciliaron.

La familia Al Thani, cuyo patrimonio superaría los 350.000 millones de dólares, se empeña en aumentar su influencia en el mundo. La expansión de la televisión estatal Al Jazeera forma parte de ese proyecto. Ha invertido miles de millones de dólares en infraestructuras para organizar los Juegos Asiáticos de 2006 y será sede de los Juegos Asiáticos de 2030. En 2005 Tamim fundó Qatar Sport Investments, que en 2011 compró el club de fútbol francés Paris Saint-Germain y el Málaga.

Se dice que la familia compró también un mundial de fútbol, en 2010, cuando presidía la FIFA Joseph Blatter, quien fue condenado en 2015 por corrupción con ocho años de suspensión de toda actividad relacionada con el fútbol por el comité de ética de la institución. En 2019, el británico The Sunday Times publicó informaciones que afirman que Qatar pagó en secreto a la FIFA 880 millones de dólares a cambio de la adjudicación del mundial en dos partidas presupuestarias diferentes: la primera, a cargo de Al Jazeera, 21 días antes de que se votara la sede del mundial 2022 y la segunda tres años más tarde, poco antes de que la FIFA diera abruptamente por terminada su investigación interna sobre corrupción en el proceso de adjudicación de sedes y decidiera nunca publicar sus hallazgos (Sunday Times, 19-III-19).

Información basada en artículos de

Matteo Pinci, Raúl Zibechi, Felipe Fernández y Fonsi Loaiza

19/11/2022

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