Perlas (y fotos) que deja Gervasio Sánchez ‘en el museo de San Telmo’

De sus entrevistas con Alberto Moyano (Diario Vasco) y Alex Zubiria (Noticias de Gipuzkoa)

Gervasio Sánchez, en la exposición ‘Vida’ en el museo de San Telmo. / MICHELENA

El reportero andaluz presenta en el museo de San Telmo su exposición Vida’, en la que repasa algunas de sus coberturas en conflictos bélicos

Las fotos de la exposición son de Iñigo Royo (DV)

– Debería ser obligatorio cubrir la guerra y la postguerra. Sin embargo, los medios repetimos desde tiempos inmemoriales la misma película porque no somos capaces de que entender que la guerra es la destrucción de toda la estructura política, de la económica y de los sueños de los ciudadanos.

– El lector también tiene responsabilidad porque no exige calidad informativa. Hablamos ahora de la guerra de Ucrania, cuando empezó en 2014 con decenas de miles de muertos o de las atrocidades que cometen ahora en ese país cuando no hemos hablado de las que se han perpetrado en Siria. Dónde estaban estos energúmenos de políticos que salen por todas partes a impartir cátedra. No les he escuchado criticar a Rusia entonces. Hay una gran hipocresía y la prensa no critica, dejándose embaucar por agendas que son antiperiodísticas. Durante dos años los periodistas han estado hablando de lo que pasaba en los hospitales, en los tanatorios y en las morgues desde casa. Eso es periodismo de ventana.

– En Ucrania no se ha caído Internet. Amigos míos me decían incluso que podían transmitir más rápidamente desde Kiev que desde Barcelona. La guerra es más fácil y más barata de mostrar que nunca. Para contar las historias hay que ir y hay que estar en los sitios. Ucrania no se puede cubrir desde Leópolis, y la guerra en Kiev no se puede cubrir desde un hotel y hacer creer que están cayendo bombas sobre tu cabeza cuando están cayendo a 40 kilómetros. Intentar hacer creer al ciudadano que estás en un sitio en conflicto porque atraviesas unos cristales rotos por una bomba que cayó hace dos semanas es parafernalia. Evidentemente, algunos lo han hecho en contra de su voluntad porque las autoridades políticas han impedido que los ciudadanos supiesen qué es lo que estaba pasando. Es un ejemplo de mala praxis periodística.

– He visto imágenes de la guerra de Ucrania que me he dado cuenta de que no eran reales. En conflictos ideológicos con tanta propaganda hacen que personas que hacen fotos dejen de lado el rigor periodístico para convertirse en propagandistas.

El fotoperiodista Gervasio Sánchez, en el Museo San Telmo de Donostia. Gorka Estrada

– Estamos viendo las fotos que a los ucranianos les interesa que se vean porque durante los primeros 40 días de conflicto, periodistas especializados han tenido muchas dificultades para llegar a la línea de combate. En las imágenes de las matanzas que ha mostrado el Gobierno ucraniano no hay nada montado, pero han funcionado cuando les han interesado. Cuando no, han cerrado las puertas a la prensa. La experiencia te permite no dejarte persuadir por la propaganda.

– La inmensa mayoría de las fotografías que he visto de Ucrania muestran lo que ha ocurrido. Luego, hay otras que aparecen por ahí. Recuerdo una de 1994 en Irlanda del Norte en la que se veía a una señora borracha que hizo amago de lanzar una botella a la Policía, que estaba a 200 metros, y al día siguiente se publicó la imagen en toda la prensa británica.

– La guerra no es una aventura, sino un desastre absoluto. En Leópolis había 800 periodistas y allí han caído unas cuantas bombas a veintitantos kilómetros y poco más. Es una ciudad que está a cientos de kilómetros del frente. Hacer un directo con casco y chaleco antibalas es engañar al público

– Es muy vergonzoso encontrarse con ciudadanos que abren las puertas a los ucranianos y hace unos meses estaban apaleando a los sirios y afganos. También lo es ver cómo se apoya a ucranianos, muchos de ellos que han huido de ciudades en las que no ha pasado nada, y se cierra las puertas a once millones de sirios que han tenido que dejar atrás su país. Cuando veo este tipo de desajuste entre un sufrimiento y otro solamente me lleva a un camino extremadamente peligroso como es el del racismo. No es ninguna novedad, es algo que hemos vivido aquí mismo. En Andalucía siempre han sido más aceptadas las personas del Este de Europa que venían a recoger los campos que las del Magreb. Es algo que nos tenemos que plantear como ciudadanos.

– Te puedo asegurar que muertos habían visto muy pocos hasta que les llevaron a Bucha, donde hubo mercado libre. El problema es otro y es que todo estos que van a la guerra por primera vez han pisoteado los precios de sus historias, prácticamente trabajan gratis y mandan sus informaciones sin que les valoren el trabajo. Les están pagando basura por sus coberturas, y eso es pan para hoy y hambre para mañana. Llegará un momento en el que pagarás por trabajar.

– He tenido la suerte de que no me matasen. A mis amigos los mataron, lo cual te da la perspectiva de saber, cuando te dan un premio, que se lo darían a otro si estuviera vivo. Y yo ya he dejado de contemporizar, si tengo que decir algo lo digo. Durante la pandemia, los políticos han hecho con la prensa lo que les ha dado la gana y la gente ha jugado a ese juego. Voy a seguir diciendo cosas como que el Gobierno Vasco está subvencionando aquí fábricas de armas cuyas ganancias con esta guerra se van a multiplicar durante años.

– No puedes comparar Afganistán, que lleva 42 años en guerra con Ucrania, que está vinculado a tensiones desde la caída del Imperio Austrohúngaro. Las causas son distintas, pero siempre hay un grupo de personas, que son las víctimas civiles, las que acaban pagando las consecuencias. En la mayor parte de los conflictos armados se matan civiles. De hecho, cada vez se matan a menos militares. Ser militar parece ser la solución para que no te maten en la siguiente guerra. Llevo 40 años preguntando a gente por qué está su país en guerra y me encuentro a un montón de personas que no tienen ni idea. Lo único que saben es que están cayendo bombas y que están muriendo sus vecinos.

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