Apuntes previos a la visión del film “Porto da minha Infância” que se proyecta el viernes en la Casa de Cultura de Aiete

Viaduto do Cais das Pedras

La película termina con un paisaje automovilístico filmado desde el Viaduto do Cais das Pedras, un pequeño puente sobre el río Duero que recorre unos doscientos metros en paralelo a la orilla. Gracias a la curva de esta infraestructura, la ciudad se ve durante unos segundos desde la perspectiva del río, mimetizando la misma visión que los viejos navegantes portugueses tenían de Oporto antes de partir hacia lo desconocido. El final de este plano refuerza esta idea al hacer zoom sobre el mural de azulejos que se encuentra en la Iglesia Matriz de Massarelos

Iglesia Matriz de Massarelos

y que incluye un retrato del Infante Don Enrique, apodado precisamente el Navegante debido a sus esfuerzos por patrocinarla navegación ultramarina. La conclusión de Porto da Minha Infância relaciona metafóricamente la desembocadura del río con el final del relato autobiográfico de Oliveira, así como los descubrimientos ultramarinos con el descubrimiento de la vida a través del cine: el plano final muestra un faro en la bruma del anochecer, una imagen simbólica que vincula la amplitud infinita del horizonte con las posibilidades infinitas de la pantalla cinematográfica. Al buscar un final para su autorretrato urbano, Oliveira encuentra la imagen fundacional de su carrera cinematográfica y la reescribe, estableciendo un eterno retorno cinematográfico que le permite cumplir su propósito de viajar fuera del tiempo: “a cidade está a ser renovada”, dice el cineasta, “mas por muito que lhef açam é sempre o meu Porto de infância com um fio d’ouro a correr a seus pés”

Gracias al cine, el retorno de Oliveira a sus orígenes implica un nuevo comienzo, que en realidad no hace más que seguir el ejemplo de su ciudad natal: renovar determinadas características para seguir igual que siempre, incluso cuando ya no es posible seguir exactamente igual.

La recreación de la propia infancia que Manuel de Oliveira lleva a cabo en su película Porto da minha Infância pone de manifiesto el interés de este cineasta por la cuestión de la niñez y por la recreación de su propia vida a través de la imagen fílmica. Por encima de los datos autobiográficos, el film demuestra que Oliveira entiende la infancia como un tiempo especialmente propicio para la educación sentimental y artística.

Los lugares de la niñez cobran un nuevo sentido desde la edad adulta, pues ya no son solo el escenario de una historia, sino que también son un espacio recordado, cuya existencia es más mental que real, de aquí que queden convertidos en un símbolo del paso del tiempo. Para la recreación de la memoria, el cine cuenta con imágenes de archivo, pero también con la reconstrucción dramática, una estrategia audiovisual que Oliveira emplea en Porto da minha Infância, donde las escenas se ordenan según el tema narrativo. La película tiene como punto de partida la posibilidad o imposibilidad del regreso al paraíso de la infancia, que, si bien no es posible debido a la desmemoria, al pesimismo o a la acritud de la vejez, sí se logra a través de la composición artística en general y gracias a la creación cinematográfica en concreto

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