El peso de los bolos en Aiete (en recuerdo de Pedro Lazkano)

Xabier Lazcano, miembro de la Federación Guipuzcoana de Bolos, en el bolatoki de Ategorrieta.

Con el nuevo espacio que se está construyendo en Herrera, Donostia volverá a contar con cinco instalaciones para jugar a los bolos y recuperar de este modo una de las señas de identidad de la ciudad.

Entre frontones, campos de fútbol y canchas de baloncesto, unas pequeñas pistas sobreviven desde hace más de medio siglo en Donostia. Son los bolatokis, las pistas para jugar a los bolos que otrora vieron tiempos más gloriosos. No obstante, con la nueva instalación que se está construyendo en el parque de Arrobitxulo, la capital guipuzcoana volverá a contar con cinco espacios dedicados a esta práctica con los que descubrir un deporte que no todos los donostiarras conocen.

Hasta hace no mucho tiempo, Donostia contaba con cinco bolatokis repartidos en cinco barrios distintos de la ciudad. A los situados en Altza, Ategorrieta, Aiete y Añorga se sumaba uno en Herrera que, como consecuencia de las obras de ampliación de la estación del Topo, desapareció.

Una vez que la instalación esté terminada, Donostia volverá a tener sus cinco bolatokis «de toda la vida«, que harán trasladar a más de un aficionado a otros tiempos en los que existía un mayor interés por este deporte. «Hace años era relativamente frecuente que hubiese más de un bolatoki en un pueblo. Hoy en día, algunos municipios como Hernani y Segura siguen teniendo dos, pero cinco ya es algo muy difícil de ver», explica Lazcano, quien descubre que en Zerain, actualmente con 252 habitantes, llegó a haber hasta trece bolatokis.

Con el paso del tiempo, está práctica «ha perdido peso» y el uso de estas instalaciones es mucho menor del que le gustaría a la federación. Actualmente, las pistas donostiarras se abren únicamente «dos o tres veces al año«, con motivo de las fiestas del barrio y para campeonatos oficiales, lo que hace que prácticamente solo la gente del barrio los conozca.

Esto es consecuencia, en opinión de Lazcano, de la falta de material y de acceso al recinto, ya que, aunque casi todos son municipales y están cubiertos, cada bolatoki tiene un responsable con el que la mayoría de la gente «no sabe cómo ponerse en contacto». «Desde la federación tratamos de impulsarlos, pero llegamos hasta donde podemos», apunta

El problema, por lo tanto, vuelve a ser la falta de accesibilidad, ya que estas instalaciones apenas se abren fuera de los campeonatos, lo que imposibilita que los nuevos jugadores puedan practicar. «La mayor restricción que tiene la gente es el material, que no se abra lo suficiente el recinto. Por lo demás, los que lo prueban quieren repetir», explica.

Para revertir esta situación, la federación cuenta con unos aliados inmejorables como son los propios vecinos del barrio, que no quieren que este deporte caiga en el olvido.

Xabier afirma en esta entrevista que nuestra asociación, Lantxabe, mantiene el cuidado de la instalación en nuestro barrio. En parte, así es. Hemos logrado, con el apoyo de la ciudadanía donostiarra, que se haga un proyecto para cubrir el bolatoki y el jolastoki y así poder practicar el deporte en días de lluvia. [Noticias se hizo eco de esta propuesta y destacó la exposición del diseño que estos días cuelga en la entrada de la Casa de Cultura ]. Por otra parte, la pandemia cortó en seco la ‘Escuela de bolos’ promovida por la Asociación con el apoyo de los colegios del barrio. Pero especialmente Xabier y nosotros echamos en falta a su aita, Pedro, verdadero artífice de la recuperación y cuidado del Bolatoki y el juego de bolos en Aiete. Falleció unos días antes de ser decretado el estado de alarma y pudimos asistir a su despedida. Tenemos necesidad de hacerle el mejor y más cálido homenaje.

Tomado de un artículo firmado por Alex Zubiria e Iker Azurmendi

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