Kirk Douglas, el trompetista que pasó por Aiete

Rick Martin (Kirk Douglas) y Art Hazzard (Juano Hernández)

Música llevada al cine’, este es el título del ciclo actual en Aiete, ‘Musika gure laguna

El Trompetista’ ha sido una buena elección: se ‘ve’ una novela, se sigue una biografía -basada en la vída de Bix Beiderbecke- , se disfruta de la mejor música de jazz y se contempla una gran obra de cine [Young Man with a Horn, 1949, de Michael Curtiz]

El film estuvo presentado por Pedro Saldaña, con la colaboración de Lola Arrieta

En la presentación Pedro hizo una semblanza del director y apuntó algunos detalles del film. Nos adentró en la vida de Rick Martin, de cómo se enamoró de la música a temprana edad y aprendió a tocar la trompeta de la mano de su gran apoyo Art Hazzard. Con los años, Rick llega a ser un trompetista de éxito en el Nueva York de los años cuarenta, aunque él vive la música de otra manera, ajena al espectáculo y al dinero, como un auténtico obseso en busca de la nota perfecta. Es feliz rodeado de sus tres grandes amigos: Su mentor y maestro Art Hazzard, Willie «Smoke» Willoughby y la entrañable cantante Jo Johnson. Rick jamás se separa de su trompeta, y no ama nada más en la vida.

Lauren Bacall y Kirk Douglas no se volvieron a reunir para el cine hasta 50 años después, en la película ‘Diamonds’ 

Durante el coloquio, Lola nos recordaba que Michael Curtiz, en la película, nos llevaba por la Nueva York que ‘visitamos’ el jueves, en la tertulia, de la mano de Ralph Ellison y su ‘Hombre invisible’. El jazz recorre la novela de Ellison

Cuando Amy, una sofisticada mujer, muy misteriosa y de impresionante belleza, llama a la puerta de Rick, logra separarle de su trompeta, su ‘alter ego’, y la película toma otro sesgo, es la caída a los infiernos de Rick

Música (de jazz) llevada al cine

El gran Harry James -nos informaba Pedro- fue el encargado de doblar la música que tocaba en pantalla el bello [en opinión de la mayoría de las personas asistentes a la proyección] Kirk Douglas. Carlos Boyero escribe que era un hombre guapo y musculado, que el hoyuelo de su barbilla molaba mucho, pero lo más atractivo de él nacía de su cabeza, su sensibilidad, su corazón, su inteligencia, su estilo, su clase.

Disfrutamos viendo a Douglas (Harry James) deteniendo el flujo de aire de repente, entre cada nota, en su uso del silencio; en la produción de tonos suaves, elásticos y en el manejo de flujo de aire muy rápido para producir sonidos estridentes, como gritos que sonarían la tarde del viernes en el centro de los jardines del palacio de Aiete

La banda sonora es de Max Steiner y Ray Heindorf. Asistimos con los ojos muy abiertos a las sesiones que los músicos improvisan en los distintos locales nocturnos y tugurios de la ciudad de Nueva York (Douglas lo hace ‘de cine’ en su simulación del toque de trompeta). Steiner incluye algunos de los más célebres clásicos de la época que nos hacían más fácil comprender el significado que la música tiene para Rick (Kirk Douglas), sus ansias de saltarse las partituras y dejar volar la melodía de su trompeta hacia la búsqueda de esa nota, de esa secuencia de notas, escrita en su imaginación y que le empuja hasta ella la sirena de la última ambulancia que va a buscarle al hospital-hospicio, según se apreciba en el coloquio sobre la película proyectada en el centro cultural.

[Durante el confinamiento más estricto, en el continente americano, se escuchó una de esas notas imposibles, se la ha llamado ‘cielomoto’, y los expertos de la NASA explican que se trata de un choque de masas de aire calientes y frías que ocurre en el cielo, y que se han podido oír por el silencio de la inactividad]

Novela llevada al cine

La novela de Dorothy Baker sirvió al maestro Michael Curtiz (Autor de ‘Robin de los bosques’ y ‘Casablanca’ entre otros films) para contar la historia de un trompetista de jazz, inspirada lejanamente en la vida del legendario Bix Beiderbecke, pionero jazzmen en los años 20 y el mejor solista de raza blanca de la época.

Carl Foreman y Michael Curtiz hacen su propio guion y le dan el papel de narrador a Smoke

Se opinaba en la tertulia que gran parte del sólido resultado de la película se debe al excelente reparto.

Kirk Douglas, está soberbio (Se sabe que tomó clases de trompeta para representar mejor su papel)

Lauren Bacall encarna un personaje quizás un poco forzado, que demanda algo más de espacio

Una bondadosa Doris Day, que canta algunos temas maravillosos, como “With a Song in My Heart” o “I May Be Wrong

Smoke, narrador, es el propio Hoagy Carmichael, legendario pianista y compositor

Juano Hernández es Art Hazzard, ‘el maestro protector’ , del que Rick, en una escena desgarradora, llega a renegar.

En fin, a la gente que acudimos al cine-forum nos maravilló la primera improvisación de Rick y Smoke en la pista de baile, y que les cuesta a los dos el puesto de trabajo. Toda la película está llena de música jazz. Destaca el fascinante y reiterativo tema “Melancholy Rhapsody”, que se puede reproducir cliqueando más bajo.

“Melancholy Rhapsody”, interpretada por Harry James

Novela -vida de Bix Beiderbecke- y película tienen diferente final.

La vida -la novela- de Bix termina el 6 de agosto de 1931, a los 28 años, consecuencia de un ataque de delírium trémens, provocado por su alcoholismo

En el film, por exigencias del Código Hays, se comentó durante el coloquio, el guionista Carl Foreman debió introducir con calzador un apresurado final feliz (los últimos segundos sufrieron una autocensura técnica en el el centro cultura). Pedro Saldaña casi se alegra de este corte, porque no añadía nada a la película y hacía justicia con el sentido más apropiado de la narración basada en la novela y en la vida de Beiderbecke

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Presentación de ‘El gran carnaval

Al Kirk Douglas, actor carismático, temperamental y muy independiente, que llegó a Hollywood por la puerta grande, tuvimos oportunidad de ver en el centro cultural con el film El gran carnaval (Ace in the Hole), 1951, de Billy Wilder, el 4 de noviembre de 2016, en un ciclo dedicado al mundo del periodismo. La prensa iba a estar en el punto de mira de las y los seguidores del ciclo

Presentación de ‘Senderos de gloria

Y en Senderos de gloria (Paths of Glory), 1957, de Stanley Kubrick. Fue el 7 de novimebre de 2014. El título del ciclo era “1914: aquella gran locura. Cien años después del inicio de la primera guerra mundial, se recordaba en Aiete el dolor y la podredumbre de la contienda de la forma más descarnada.

Un comentario en “Kirk Douglas, el trompetista que pasó por Aiete

  1. Leire Gorrotxategi

    En el primer movimiento del quinto concierto de Brandeburgo, el clavecín arranca aceptando la misión encomendada: será el bajo continuo. Pero poco a poco se va cansando de tan previsible función. Entonces se rebela y se postula para asumir el protagonismo. A partir de ahora (¡ya está bien!), los solistas serán los acompañantes y el clave será el acompañado. El violín y la flauta protestan tímidamente con un largo trino in crescendo, pero el clave ignora el aviso, se apodera de la cadencia y entra en territorio desconocido (¡ahora que me dejen solo!). Pero es un laberinto y al poco rato se ha perdido. Entonces divaga, da tumbos a ciegas, ¿cómo escapar de aquí?, se desespera un poco, se desespera mucho, explora, se inspira, se marea y, de repente, una luz lejana anuncia la salida. Es una invitación para recuperar el ritmo y la armonía y para acelerar el paso hacia la libertad. Estamos en 1720, son los tiempos en los que Newton deslumbra al mundo con el determinismo de su mecánica y Bach, en estos pocos compases, propone dos saltos para el lenguaje musical: el concierto para teclado y orquesta y la improvisación. Con ello intuye la trascendencia del azar y se adelanta dos siglos a la ciencia.
    En la música, en el ajedrez y en la matemática existen verdades absolutas y eternas del lenguaje que la realidad no puede desmentir. Solo dentro de estas tres formas de conocimiento nace a veces un niño prodigio. Bach es el lenguaje; Mozart, la belleza; Beethoven, la naturaleza; Vivaldi, la vida; Chopin, la inspiración; Chaikovski, la pasión; Alban Berg, la tristeza; Paganini, el límite; Schubert, la melodía; Gershwin, la frescura…
    …Y luego viene el jazz

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