Adrián Hugo Aginagalde Llorente, epidemiólogo, ex alumno del Axular Lizeoa

Director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria, Aginagalde ha sido entrevistado en el Diario Vasco sobre la pandemia

El especialista posa junto a la Facultad de Enfermería de Valdecilla, en Santander, donde trabaja en la actualidad. / MARÍA GIL

El experto prevé que la incidencia de la gripe esta campaña sea menor, sin que ello implique que el coronavirus se retraiga

EVA MOLANO

El doctor Adrián Hugo Aginagalde Llorente, (Aiete, 1989) médico preventivista miembro de la Academia de las Ciencias Médicas de Bilbao, fue nombrado en junio director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria. Es un prestigioso epidemiólogo, investigador del Museo Vasco de la Historia de la Medicina especializado en historia de la gripe y formado en el Instituto de Salud Carlos III, entre otras entidades. Ha trabajado en la Unidad de Vigilancia Epidemiológica de Osakidetza o en el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Cree que en Euskadi se está acelerando la transmisión, pero que estamos mejor preparados para combatir el virus.

– ¿Cómo ve la situación en Euskadi y en España?

– Ha habido varias comunidades que tuvieron una aceleración de la transmisión y han sido capaces más o menos de doblegar la curva. En Euskadi parece observarse un fenómeno similar, la aceleración de la curva.

– ¿Cuándo se llegará al pico o cuánto va a durar esta oleada?

– Lo desconocemos. No tenemos un índice epidémico exacto para fijar cuándo empieza la ola. Como modelo tenemos la gripe pandémica de 2009 o el de la gripe estacional. En la primera, el número de casos empezó a incrementarse por encima de los 100 por cada 100.000 habitantes hacia junio (y ya estamos en el doble), hasta alcanzar máximos hacia finales de octubre. En cambio, en la gripe estacional la ola se suele iniciar a finales de noviembre y finalizar hacia finales de enero o principios de febrero. No sabemos si seguirá esa estacionalidad pero parece que todavía le queda, como mínimo, hasta invierno.

– ¿Por qué el virus está desbocado de nuevo?

– En verano hay una serie de factores que favorecen la disminución de la transmisión de las infecciones respiratorias agudas. El efecto de los rayos ultravioleta, que la concentración de personas en espacios interiores es menor… También arrastrábamos los beneficios del confinamiento y de la posterior de la desescalada. Ahora existen factores coyunturales que favorecen que se acelere la transmisión. El comportamiento de la gente y también las características de la estructura económica, que tiene cierta estacionalidad: la actividad turística, la agricultura y los temporeros, el sector de la pesca… Eso no quiere decir que necesariamente esta aceleración se mantenga estable y que la segunda ola sea esto, pero si no se desacelerara sí lo será.

– En Euskadi ya se da por hecho que estamos en la segunda ola.

– En Euskadi hay una serie de indicadores que apuntan que esa aceleración está ocurriendo. No es una anomalía, en Aragón y Cataluña ocurrió y consiguieron doblegar la curva. Desconocemos si en este caso se conseguirá doblegar.

– Las características están siendo distintas.

– La edad media de los afectados es mucho más joven y por ello el número de hospitalizaciones está siendo más reducido. Teniendo en cuenta el número de PCR que se hacen en la población, esto es lógico. Ahora tenemos una radiografía más completa de la situación. Pero hay preocupación de que el virus termine en grupos más vulnerables. Por ello están tomando medidas.

– ¿Serán suficientes?

– Todavía no se pueden valorar su efecto, pero son medidas recomendadas por el Centro de Control de Enfermedades y que van encaminadas a paliar el incremento de casos secundarios, intentar proteger a las personas más vulnerables y reducir el contacto social.

– España suma miles nuevos casos al día, ¿cuándo debería decretarse otro confinamiento?

– A nivel estatal se manejan una serie de indicadores: dónde se están produciendo los nuevos casos, el impacto asistencial, la vulnerabilidad de los afectados… En marzo, el número de ingresos en planta y en UCIs era muchísimo más elevado. Había una situación asistencial muy complicada en algunas comunidades. Ahora, la tasa de hospitalización es mucho más baja y también lo es el porcentaje de PCRs positivas respecto al total de las que se practican.

– ¿Los asintomáticos propagan en mayor medida el virus?

– Los asintomáticos han roto las reglas del juego en el control de la enfermedad. Desconocemos el porcentaje de asintomáticos que existe. Al inicio se decía que la carga viral en ellos era menor, pero parece no ser así. Esto tampoco quiere decir que tengan más capacidad de transmitir el virus, es por las circunstancias. Si no se detectan, no se puede parar la cadena. Una persona con gripe puede contagiar desde un día antes de mostrar síntomas hasta cinco días después. Mientras, en el caso del coronavirus, el periodo es de dos días antes del comienzo de los síntomas hasta dos semanadas después.

– ¿Cuánto tiempo permanece el coronavirus en el aire?

– Todavía se está generando información. Una de las vías de transmisión son las gotículas, y dentro de esta forma está la aerosolización. Se incrementa al gritar, al cantar, con los estornudos, con las intubaciones… Las partículas se mantienen en suspensión en el aire y son infectivas más tiempo de lo que esperábamos en espacios cerrados. Podrían llegar a alcanzar en circunstancias muy particulares los tres o cuatro metros de distancia. Hay brotes en un autobús en Wuhan, en algún crucero…

– ¿Qué complicaciones habrá si el Covid-19 coincide con la circulación del virus de la gripe?

– Es plausible que una persona pueda infectarse con los dos virus, pero poco probable. En Australia, donde primero arranca la temporada de la gripe, la incidencia está siendo menor que otros años. Hay dos teorías que pueden ser compatibles. Primero, porque las medidas de protección contra el coronavirus sirven también para reducir la transmisión de la gripe, y porque el coronavirus puede estar ocupando su nicho ecológico. Pero no podemos asegurar que aunque la gripe no vaya a jugar un papel importante, como parece que va a ocurrir, la intensidad del coronavirus vaya a ser menor.

– ¿Debe cundir la alarma?

– No tenemos que estar preocupados, tenemos que estar preparados. Ahora hay más capacidad de detección precoz y de rastreo. El refuerzo del sistema sanitario se está realizando antes de que se incremente la carga asistencial. Las medidas de protección colectiva como la distancia, la higiene de manos o la higiene respiratoria están más extendidas. Se han introducido medidas farmacólógicas que no siendo cien por cien resolutivas, mejoran el pronóstico. Y por si acaso, se está haciendo una campaña extraordinaria de la vacunación de la gripe y las reservas estratégicas, tanto por la producción nacional como por los mecanismos de compra o por la acumulación de stock, han mejorado.

– ¿A qué vacuna podremos acceder antes?

– Por los mecanismos de compra conjunta que se establecen en la Unión Europea, la de Oxford tendría visos. Pero el desarrollo, testeo con garantías y producción de vacunas es largo y la incertidumbre es elevada. Decir cuál se distribuirá primero es aventurado.

– ¿Las personas a las que se practicó el test serológico que han perdido anticuerpos con el tiempo ya no son inmunes?

– La pérdida de anticuerpos es un fenómeno habitual que no quiere decir necesariamente que se pierda la inmunidad, de la misma forma que la inmunidad no se genera solamente a expensas de los anticuerpos. Tampoco todos los anticuerpos tienen capacidad neutralizante y la mantienen con el tiempo. Hay un porcentaje de personas no seroconversoras de anticuerpos neutralizantes superior al 25% que parece condicionado a la edad y a la intensidad del cuadro clínico. Eso no quiere decir que los más jóvenes, que son quienes menos parecen seroconvertir, no tengan inmunidad, si no que no utilizan esta inmunidad.

– La mascarilla es obligatoria pero antes no era necesaria.

– Busca proteger a los demás, no tanto protegernos a nosotros mismos. Cuando se priorizó el estocaje, se buscaba la autoprotección de los sanitarios. Durante estos meses, nuevos modelos matemáticos han predecido que la transmisión se reduciría maximizando su uso. Y una vez recuperada la producción nacional y ampliadas las interacciones sociales desde la desescalada, se ha ido extendiendo su uso. Llevarla es un acto más de solidaridad.

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