Sentido homenaje del director del Axular por Haritz Galarraga

El aitearra Haritz Galarraga Gortázar, de 47 años, piloto experimentado y persona muy conocida por su implicación con el mundo del deporte -seguimiento aéreo de las regatas, de la itzulia, etc- , perdía la vida este lunes cuando el helicóptero en el que viajaban se estrelló en el término municipal pirenaico de La Vansa y Fornols, en el Alt Urgell.

Haritz Galarraga es miembro de una familia muy conocida del Aiete largo, el que llega hasta la Cuesta de Aldapeta.

Desde aquí queremos sumarnos con mucha pena, al dolor de sus familiares y amigos y de Aitor Uriondo y la comunidad escolar del Axular

Agur eta ohore Haritz

3 comentarios en “Sentido homenaje del director del Axular por Haritz Galarraga

  1. NAIARA GALARRAGA

    IN MEMORIAM
    Haritz, destreza, esfuerzo y pasión
    Miércoles, 8 julio 2020, 07:16
    Rebusco entre los mensajes del grupo de Whatsapp de los Galarraga. Ahí está. Un mensaje que envié en octubre: «Kaixo familia, os escribo para contaros que hoy Haritz ha llenado muchas más páginas del periódico que yo con una buena noticia, y eso no es fácil. Solo se consigue con proezas y los premios Nobel». Con la destreza que le convirtió en un apreciado piloto de helicóptero, mi hermano Haritz Galarraga Gortázar (San Sebastián, 1972) había trasladado una grúa a piezas desde el Paseo Nuevo hasta la isla Santa Clara, donde en breve iba a instalar la escultura de Cristina Iglesias. Mis amigos donostiarras me habían enviado a Brasil, donde vivo, fotos del amplio despliegue que le dedicaron los diarios de Donosti con entrevista, fotos y enormes titulares. Los compartí con nuestra dispersa familia junto al vídeo casero que grabaron las amigas de nuestra madre desde Urgull. Hermanos, primos y tíos respondieron como era de esperar, como un club de fans. Aplausos, felicitaciones y orgullo. Él no dijo nada. Siempre reservado, siempre ocupado, tenía cosas más importantes que hacer que presumir de su habilidad.

    Haritz era uno de esos privilegiados para los que el trabajo era un gozo. Tras estudiar en la ikastola Axular, le costó encontrar su vocación, llegó a estar matriculado en peritos industriales, pero cuando a los veintipocos descubrió que lo suyo era volar lo convirtió en su vida. Cuando ninguno de nosotros había oído hablar de emprendedores, decidió que prefería ser su propio jefe y trabajó duro hasta lograrlo. Creó la empresa Helitrans Pyrinees que, pasito a pasito, fue ampliando. Además de pilotar, lideraba un equipo y participaba, junto a su mano derecha, Jordi Gardela Palanca, de la gestión cotidiana enganchado al móvil durante todas las horas en las que no estaba a los mandos de la máquina, en tránsito o durmiendo. El móvil era su oficina. Cuando la instalaba en Donosti, en casa de nuestra madre, Merche, enfermera, me impresionaba que jamás anotara nada, tenía todo en la cabeza. También el riesgo que entrañaba su profesión. Ninguno de los dos accidentes graves que sufrió –en 2015 cayó al mar frente a Valencia– ni cumplir años le apartaron del helicóptero.

    Siempre en el aire, pero con los pies en la tierra. Sospecho que era un jefe muy exigente, pero era el primero en esforzarse y dar un extra para que el trabajo saliera bien. Era meticuloso, profesional. Fuera para colocar en una operación milimetrada las lunas de la Torre Agbar en Barcelona, grabar las regatas de La Concha, la Vuelta ciclista, apagar incendios en Galicia o en Chile y supervisar un tendido eléctrico. Eso es lo que su compañero Jordi Figueras Roma, de 30 años, y él hacían este lunes cuando sufrieron un accidente fatal cerca de la Seu d’Urgell (Lleida). En casa sabemos que si aita, Iñaki, un arquitecto de costumbres fijas, llama a deshora es que ha ocurrido una catástrofe familiar. Nos bastó ver la llamada para sospechar lo peor.

    Debía de tener unos 16 años cuando llegó a la Seu a vivir, seleccionado como piragüista para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. No logró competir, pero los amigos que hizo en el Atlético de San Sebastián cuando empezó a remar en un cursillo han seguido siéndolo durante tres décadas. Los veía cada vez que recalaba por trabajo en Donosti. Aterrizaba en el jardín del agroturismo de una antigua compañera de Santo Tomas Lizeoa, pasaba como una centella a dar un beso a su madre, otro a su padre, quedaba a tomar unos pintxos con los colegas, dormía sus ocho horas y al amanecer marchaba al siguiente curro. Todos, menos yo a veces, le perdonaban que desembarcara casi sin avisar. Llamaba con el tiempo justo para preguntar si podías darle cama y cena. Era de pocas palabras, arisco a veces, a veces cariñoso, pero debía de tener carisma porque si no esas cosas te las toleran una o dos ocasiones, no durante décadas. Le gustaba comer bien, siempre fue un sibarita.

    Heredó la pasión por ser independiente de su madre, una feminista fallecida en marzo. Su padre le transmitió la afición por el trabajo y los coches. Primer piloto de la familia, contagió el gusto por el vuelo a sus hermanos pequeños.

    Como también vivo lejos, pocas veces coincidíamos, pero las pasadas Navidades comprobé su pericia de piloto. Por primera vez volaba con él. Donostia-Panticosa. Recorríamos juntos el eje de su vida. Sobrevolamos el Pirineo y nos llevó a desayunar a un remoto refugio de montaña construido con materiales que había subido hasta allí. La combinación de nieve y sol era espectacular. Aquel era su hábitat. Se le veía feliz.

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    1. Andoni Etxebarrieta

      También saludaba a su amona en Lekeitio desde el helicóptero
      Las fotos del diario montañés de su último trabajo en los picos de Europa son preciosas y se les ve felices a los dos apasionados
      Goian bego

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  2. Luto en los Picos de Europa.

    Pastores y guardas de refugios de montaña lamentan la muerte en accidente de helicóptero del piloto que desde hace años les ayudaba con los porteos de materiales hasta las cumbres.
    Galarraga era un viejo conocido de los refugieros y ganaderos que desarrollan su actividad en el Parque Nacional, pues todos los años recurrían a sus servicios para poder llevar hasta las zonas más altas los distintos materiales que necesitaban. Así, la triste noticia dejaba helados a todos los que trataron con el experto piloto y su compañero.
    Justo hace una semana estuvo con ellos en Cabaña Verónica descargando butano, comestibles y bebida. «El piloto Haritz, trabajaba con una precisión de autentico cirujano colocando las cargas en la montaña», en palabras de Jorge Dinis, guarda de Cabaña Verónica.
    «Hoy es un día gris en el aire», lamentaba Jorge González Bada, del refugio cabraliego de Jou de los Cabrones, y enviaba su «más sentido pésame y todos los ánimos a la familia y amigos» de los fallecidos. Desde el leonés Collado Jermoso los guardas también tenían un recuerdo para Haritz y Jordi. «Han sido muchos años de dedicación plena, con una pasión y profesionalidad desbordantes», aseveraban en sus redes. «Tu pasión era volar y lo seguirás haciendo allá donde estés», agregaron, dirigiéndose a Galarraga, quien «ponía todo el esfuerzo para que la carga llegara a tiempo y no se rompiera nada». «Era una pieza clave en los refugios más alejados, le debemos mucho», recuerdan.
    También desde Ganadería Cambureru los jóvenes pastores Kaelia Cotera y Abel Fernández lamentaban la triste pérdida y recordaban cómo hace apenas una semana Haritz y su compañero les llevaron varios materiales al refugio de la Terenosa

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