Recuerda que es pecado matar a un ruiseñor

60 años de‘Matar a un ruiseñor’, la novela de Harper Lee

La autora escribió lo que ella misma había visto y vivido en su infancia y adolescencia. Se atrevió a cuestionar el trato lamentable que las personas negras recibían por parte de las blancas en la Alabama rural de los años 30.

El Ciclo de Literatura y Cine dedicó el primer trimestre del pasado año al movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos con el título ‘Tengo un sueño…’ en recuerdo de Martin Luther King y su más conocida frase “I Have a Dream”, (en castellano, “Tengo un sueño”), pronunciada por Martin Luther King, el día 28 de agosto de 1963, delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington, durante una histórica manifestación de más de 200.000 personas (Este año Donald Trump ordenó a la Guardia Nacional bloquear este monumento a Abraham Lincoln centro de multitudinarias protestas contra el racismo y la violencia policial tras la muerte de un ciudadano negro a manos de un policía)

El movimiento por los derechos civiles en EEUU de los años 50 y 60 del siglo XX, fue una lucha larga y principalmente no violenta. Su meta era conquistar el acceso pleno a los códigos ciudadanos y la igualdad ante la ley para los grupos que no los tenían, sobre todo los afroamericanos.

Se justificaba el Ciclo de Literatura y Cine porque ‘En nuestros días, el movimiento por los derechos civiles sigue de muchas otras formas, diferente, pero siempre necesario. Además de la peor situación social vivida por los afroamericanos, hay que mencionar los numerosos casos de violencia policial hacia la población negra en Estados Unidos’.

Aquella valoración se demostró premonitoria

El texto para la tertulia y el cine-forum de Enero 2019 fue “Matar a un Ruiseñor” [jueves 10 y viernes 11 (2019), Casa de Cultura de Aiete]

En la tertulia, Lola Arrieta, fue describiendo como Lee compuso la novela en uno de los peores momentos del terrorismo blanco en Alabama, cuando las noticias de afroamericanos asesinados eran frecuentes. El cine-forum contó con la excepcional colaboración de Manuel Diez de Rábago, reputado abogado y eminente magistrado jubilado

Matar a un Ruiseñor es una hermosa obra que deja enseñanzas sobre la igualdad, la justicia y el racismo.

2020 no solo será el año en el que recordaremos tristemente la pandemia del coronavirus. También será el año en el que, quizás, más gente que nunca se haya planteado cuál es el rol que ocupa en una sociedad que, a pesar de haber avanzado mucho, todavía se nutre de estereotipos y clichés a la hora de tratar dignamente a un ser humano.

En Matar a un Ruiseñor, Atticus, en calidad de abogado, acepta un caso muy particular. Tom Robinson, un hombre negro, ha sido acusado de violación por una mujer blanca y el resultado del juicio se considera conocido de antemano.

Cabe recalcar que el acusado es inocente y que ningún otro abogado se atreve a representarlo por miedo a la estigmatización social.

La Alabama rural de los años 30, en una zona castigada por el Ku Klux Klan en la que el grupo terrorista llegó a tener un poder político considerable.

Quizás por ello la publicación del libro en 1960 fuera un tremendo éxito. Unos años antes, en 1957, nueve estudiantes negros habían sido vilipendiados por matricularse en un instituto de Arkansas. El gobernador del Estado, Orval Faubus, impidió a los posteriormente denominados “Little Rock Nine” acceder al instituto alegando que aquella era una escuela racialmente segregada. Ante su negativa, el propio presidente Eisenhower tuvo que intervenir y afirmar el hecho de que, según la Constitución, la segregación escolar era ilegal.

Año tras año, década tras década, grupos supremacistas blancos, conservadores ultranacionalistas y la propia Administración han seguido ignorando a una enorme parte de la ciudadanía estadounidense basándose en el color de su piel y asociado, casi siempre, a una aporofobia extrema.

Y esto no es lo peor. Lo más grave es, como siempre, el silencio de los demás. De aquellos privilegiados cuya valía y seguridad nunca es puesta en entredicho por temas de raza o capital.

El asesinato de George Floyd a manos de un policía con varias denuncias previas ha puesto de nuevo en entredicho la supuesta parcialidad de la Justicia y ha prendido una llama que llevaba ya mucho tiempo bañada en gasolina.

La ira, la agresividad y la violencia forman parte de la lucha y del desgaste que surgen de la frustración; también, del miedo y la negación a la ruptura de un orden social preestablecido que beneficia a un determinado sector.

En la novela, el abogado tiene que hacer frente a varios intentos de linchamiento. Sus propios hijos, unos niños pequeños, son atacados una noche cuando vuelven solos de un evento escolar. La humillación, las peleas escolares y la marginalización se convierten en el pan de cada día.

Los mismos vecinos que apoyan la situación son los que, a solas, le expresan a Atticus su admiración y le aseguran que, en realidad, la mayoría está con él. No obstante, por desgracia, la hipocresía, la cobardía y el miedo al qué dirán tienen mayor peso que la justicia.

Han pasado 60 años desde entonces.

No hay que salvar a nadie, porque nadie quiere ser salvado. Hay que cercar un sistema y solventar un problema estructural que se ha mantenido desde hace cientos de años, y eso sólo se consigue con acción conjunta, no apropiándose de la voz de otros.

Dispara a todos los grajos que quieras, si puedes acertarles”, escribía Harper Lee. “Pero recuerda que es pecado matar a un ruiseñor”.

Resumen de un trabajo de Byron Maher e Inés Gómez Durán. 3 jul 2020

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