Luis de Pablo recibirá el León de Oro de la Música en la próxima Bienal de Venecia

Los veranos los pasa en Aiete, en su casa de la plaza Otxanda de Munto, con su compañera Marta Cárdenas, originaria del caserío Mamelene

SONY DSC

Presentó el cineforum del ciclo de literatua y cine de Aiete, el 5 de octubre del 2012, con la película ‘La Busca’ de Angelino Font. Pablo es el autor de su ‘Banda Sonora’

El compositor Luis de Pablo, que el pasado enero cumplió 90 años, recibirá el León de Oro de la Música en la Bienal de Venecia. El director del certamen, Ivan Fedele, ha destacado que «a lo largo de su carrera ha atravesado etapas cruciales de la música» con un envidiable vigor juvenil y lo ha hecho «sin ceder a las modas», construyendo así un catálogo de gran dimensión en el que ha sabido combinar el lenguaje de la vanguardia más exigente con una desbordante fantasía. La Bienal se celebrará entre el 25 de septiembre y el 4 de octubre.

De Pablo forma parte de la llamada Generación del 51, integrada también por Cristóbal Halffter, Carmelo Bernaola, Antón García Abril, Ramón Barce y Agustín González Acilu como nombres más relevantes. Fueron ellos quienes cambiaron el rumbo de la música española, rompiendo con el nacionalismo imperante desde el final de la Guerra Civil y vinculándose a las vanguardias más exigentes, surgidas en la Europa que se reconstruía a sí misma en todos los sentidos a partir de 1945.

A mediados de los cincuenta, Luis de Pablo era un abogado que trabajaba en Iberia, en el departamento de Seguros. Instalado en Madrid con su familia desde 1937, huérfano de padre (desapareció durante la guerra tras una denuncia mientras estaba en Logroño, donde había nacido) y convertido en el único varón de la casa tras la muerte de su hermano mayor en el frente del Ebro, parecía condenado a llevar una vida ordenada y convencional. Lejos quedaba la música a la que se aficionó muy joven, gracias a una señora de Sestao que lo llevaba a las funciones de zarzuela que se mantuvieron en la capital hasta apenas unos días antes de la entrada de los nacionales.

La compañía aérea de bandera era un destino soñado para muchos abogados, pero no para él. «No quería terminar siendo el delegado de Iberia en Londres», confesó a este medio en una larga conversación en su casa de Madrid, rodeado de instrumentos musicales de todos los rincones del planeta, miles de discos y libros y los cuadros de Marta Cárdenas, su esposa. El cine acudió en su rescate. Durante unos años, trabajó en películas de Saura, Gutiérrez Aragón y Erice (suyas son la banda sonora de ‘El espíritu de la colmena‘ y la parte no ‘clásica’ de ‘El sur’). Y de ‘La Busca’ de Angelino Font, que presentó en Aiete. Elías Querejeta era el nexo de unión. (Nos contó en aquella tertulia-forum que era la manera de obtener algunos fondos para seguir viviendo).

Nos dijo «que está muy agradecido al cine, pero se ha negado siempre a publicar algunos discos con sus trabajos para la gran pantalla porque no quiere que lo más conocido de su catálogo sea precisamente eso».

Entonces dio la impresión de que intentaba batir marcas de hiperactividad: componía casi a destajo, organizaba conciertos, daba conferencias y cursos, dirigía Juventudes Musicales…

Otra música

Su interés creativo estaba en otro sitio. En la música electroacústica, por ejemplo. Él fue quien puso en marcha el primer laboratorio que hubo en España. Para entonces ya se relacionaba con Boulez y Maderna, había introducido en España a muchos compositores de vanguardia y había forjado su carácter haciendo frente a las diatribas que él, como otros miembros de la Generación, recibía por parte de la crítica más conservadora e intolerante. Tenía una válvula de escape: viajero infatigable, ha recorrido todos los centros musicales relevantes llevando su música y trabajando con compositores integrados en las corrientes más experimentales.

En su catálogo hay obras de todos los géneros, incluida media docena de óperas que van de ‘Kiu‘ a la aún inédita ‘El abrecartas’ pasando por ‘La madre invita a comer’ que se estrenó justo en la Bienal de Venecia. Hace un año estrenó en el Arriaga su cantata ‘La caída de Bilbao‘. Está en posesión de numerosas distinciones, como los premios Nacional de Música, Honegger y Guerrero. Es Oficial de las Letras y las Artes de Francia y académico de Bellas Artes de San Fernando. Pero su afán respecto de la posteridad es más simple. Desea que lo recuerden como «una persona que comprendió la vida a través de la música». Nada más y nada menos.

Quizás el ayuntamiento de San Sebastián pueda estar a su altura

César Coca

Jueves, 25 junio 2020

Deja un comentario