Una pandemia en el origen de la ley de la gravedad de Newton

La peste arrasó la ciudad de Londres en el verano de 1665 y causó la muerte de más de 70.000 personas. Los colegios y universidades cerraron de forma indefinida.

Un joven de 22 años, estudiante de Cambridge, llamado Isaac Newton, tuvo que trasladarse a su pequeño pueblo natal por dos años de vacaciones forzosas, para refugiarse en la casa donde había nacido, en Woolsthorpe, un pequeño pueblo del condado de Lincolnshire.

Newton haría en ese tiempo diversos descubrimientos que revolucionaron la ciencia. Entre 1665 y 1666, conoció un período muy intenso de descubrimientos, entre los que destaca la ley del inverso del cuadrado de la distancia en la gravitación, su desarrollo de las bases de la mecánica clásica, la formalización del método de fluxiones-derivadas, el cálculo infinitesimal, la generalización del teorema del binomio y la naturaleza física de los colores. Newton contó la anécdota de la manzana y el relato completo lo relató su amigo William Stukeley (1687-1765), anticuario y experto en Stonehenge (los viajeros de Lantxaben visitaron el crómlech el 10 de julio de 2012), recordando la conversación que tuvo lugar en su propio jardín. Escribe Stukeley que Newton recordaba así los hechos “mientras estaba sentado en su huerto, la noción de gravitación, se la sugirió la caída de una manzana mientras él estaba sentado en actitud contemplativa. ¿Por qué tenían que caer siempre las manzanas perpendicularmente al suelo?, pensó para sí. ¿Por qué no podían caer hacia un lado o hacia arriba, y tenían que dirigirse sistemáticamente hacia el centro de la Tierra? Seguramente, la razón es que la Tierra las atrae… que hay una fuerza, como la que aquí llamamos gravedad, que se extiende por todo el universo.»

De acuerdo con sus ideales filosóficos, los científicos proceden metódicamente, como hacía el propio Newton, acumulando pacientemente pruebas y verificando despiadadamente las hipótesis.

(Continuará…)

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