La gravísima dejación de responsabilidad del gobierno vasco con el medio ambiente y la seguridad pública

Fotos de Morqueco, Diario Vasco

Se permite que una escombrera esté abierta y recibiendo toneladas residuos al borde de la autopista; dos trabajadores quedan sepultados; los equipos de rescate deben retirarse porque hay materiales peligrosos, el vertedero contenía amianto y los trabajos de búsqueda y retirada de escombros se estaban realizando sin las medidas seguridad necesarias y los medios de protección adecuados, pese a que la existencia de amianto era conocida por la Administración; se declara un incendio en la escombrera; aparecen informes y pruebas de las irregularidades del vertedero y de la inacción de Lakua; familiares de los desaparecidos denuncian que no reciben la información ni la empatía necesarias por parte de la Administración…

El desprendimiento es pues una acumulación de negligencias de las instituciones competentes…Y ahora los responsables políticos, que han actuado con una alarmante falta de cautela y de humanidad, quieren quitarse el muerto de encima y hacer recaer toda la responsabilidad en la empresa, que, por supuesto, es la máxima culpable del desastre. Pero la calamidad ha sido posible por la aplicación de un principio muy generalizado en algunos gobiernos ‘dejar hacer, dejar pasar’-el estilo Rajoy-. Ahora estamos sufriendo una tragedia humana y las consecuencias medioambientales y de salud pública que se derivan de esta devastación

Viene a cuento recordar lo que se supo hace unos días, por aquello de ‘cuando las barbas de tu vecino vieras pelar…’.

En el Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco se pueden consultar las sustancias peligrosas que emplean algunas empresas y que pueden provocar incidentes graves.

Papelera Zicuñaga de Hernani-Luis Michelena-03/02/2007-Hernani

En esa clasificación de riesgo de afectación superior se encuentran cuatro empresas muy próximas a Aiete. La que mayor riesgo presenta es Electroquímica Hernani por dos potenciales situaciones: una fuga de formol por rotura en el depósito de almacenamiento, o una fuga de fenol por rotura de un reactor. Estos accidentes podrían dar lugar a una nube tóxica con efectos potenciales sobre las personas, los bienes y el medio ambiente. En la empresa Arkema Química, también en Hernani, se pueden generar situaciones de riesgo por la explosión de una nube de gas provocada por una fuga de cloruro de vinilo monómero, material que utiliza la firma para fabricar PVC. En la compañía Igepak de Usurbil, que fabrica y envasa aerosoles, el mayor riesgo se encuentra en la explosión de alguno de los depósitos de gas licuado. (Existe un cuarto emplazamiento de riesgo superior, pero en este caso para organismos acuáticos, que es la Mina Troya de Gabiria).

Hay otras cinco plantas que cuentan con un nivel de afectación inferior. Estas se encuentran en Azkoitia, Elgeta, Olaberria, Urnieta y, de nuevo, en Hernani la Papelera Zikuñaga.

Y ahora desenterramos los malos olores que sufre el entorno de Miramón y Aiete [[Si se cliquea “malos olores” en el buscador de esta web se encontrará las repetidas veces que Lantxabe ha denunciado esta putrefacción. Es una de las consultas más frecuentes de los usuarios de esta web]]. Pues bien la fuente del problema se localiza en la papelera Zikuñaga de Hernani, y así ha sido denunciado. Hace un años, el ayuntamiento de San Sebastián, el concejal era Axier Jaka, investigó la pestilencia. El rastreo les condujo a esta papelera.

Dejar hacer, dejar pasar’, cada cierto tiempo vuelve el hedor corrupto.

10 comentarios en “La gravísima dejación de responsabilidad del gobierno vasco con el medio ambiente y la seguridad pública

  1. Ibon

    También a Bera Bera llegan algunas veces malos olores desde Añorga. No estaría de más investigar que se está procediendo a quemar en Cementos Rezola esos días.
    Conocido como es, el hecho de que algunas empresas con instalaciones que lo posibilitan, de aquella manera, se dedican a funcionar a modo de incineradoras encubiertas de vete tú a saber qué tipo de residuos y vista la opacidad y el ocultamiento con el que los dirigentes politicos, creo que sería oportuno exigir se investigue también esta circunstancia

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    1. Ibon

      Gracias por el artículo!
      A eso me refería y al no verla mencionada en éste, he creído oportuno recordar e incluir, la problematical con Rezola

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  2. terry basterra

    Salud detecta alta contaminación en el aire por el vertedero y alerta a 48.000 vecinos
    Eibar, Ermua y Zaldibar están en alerta por un nivel de dioxinas «50 veces» superior al habitual por la combustión de plásticos en el incendio
    El Gobierno Vasco pide a los vecinos de Ermua, Eibar y Zaldibar que no ventilen sus casas «durante el mayor tiempo posible» y no practiquen deporte al aire libre, tras detectar unos niveles de dioxinas y furanos en el aire hasta «50 veces superior» a lo habitual en un entorno urbano. Se trata de dos sustancias químicas tóxicas producidas por el incendio que, desde hace ocho días, arde sin control en la parte superior del vertedero que colapsó el 6 de febrero y mantiene sepultados a dos trabajadores. Las llamas se originaron por el contacto de las condensaciones de metano generadas por los residuos con el oxígeno tras el derrumbe y han encontrado en las toneladas de desperdicios alimento para seguir pujantes. Las recomendaciones del Ejecutivo se dirigen a unos municipios en los que viven casi 50.000 habitantes y afectan también al derbi programado para el domingo entre el Eibar y la Real Sociedad en Ipurua.
    El encargado de realizar el anuncio fue el viceconsejero de Salud, Iñaki Berraondo. Le acompañaban el director de Salud Pública, Juanjo Aurrekoetxea, y el doctor Jesús Ibarlucea. Visiblemente nerviosos los tres insistieron en que se trata de medidas «preventiva» ante el riesgo para la salud que supone una exposición prolongada a los componentes que arrastra el humo del incendio. «No sabemos cuánto tiempo va a durar esta situación. Depende de lo que se tarde en extinguir el fuego y de lo que ayude la meteorología a dispersar» las partículas,
    Ninguno de ellos se atrevió a manifestar qué se entiende por «exposición prolongada». Los datos de calidad del aire que se hicieron públicos ayer se tomaron el 9 de febrero, el día en el que, según Berraondo, las llamas tuvieron «la intensidad más alta». La analítica tomada aquel día en el barrio de San Lorenzo de Ermua, una de las zonas habitadas próximas al vertedero, mostraron «una concentración de 700 fentogramos por metro cúbico», cuando «lo normal es que oscile entre 10 y 30».
    El Gobierno Vasco ha tardado cinco días en recibir las analíticas. Las realiza el Centro Superior de Investigaciones Científicas por las «complejas técnicas que requieren». Cinco días en los que el fuego ha seguido ardiendo en lo alto del vertedero. Ante esta situación el Ejecutivo ha decidido adoptar estas dos medidas para «proteger la salud» de la ciudadanía y solicita la colaboración de la población para que se cumplan. Por el momento son las únicas. A estas hay que añadir que a los vecinos que viven en los caseríos más próximos al vertedero las autoridades les han pedido que utilicen mascarillas.
    Berraondo y sus compañeros quisieron trasladar un mensaje de prudencia y tranquilidad en la rueda de prensa de ayer. Reiteró el número 2 del departamento que las acciones que se piden a los vecinos «de las zonas más cercanas al incendio» tienen una finalidad preventiva. «La OMS no establece un nivel mínimo a partir del que esta sustancia es tóxica y una exposición a corto plazo no debería provocar efectos sobre la salud, salvo que fuese a concentraciones muy elevadas, una situación en la que no nos encontramos. Se actúa más como medida protectora que por evitar un efecto sobre la salud inmediato», explicó el doctor Jesús Ibarlucea. A la larga el viceconsejero sí indicó que las dioxinas y furanos pueden producir cáncer.
    El director de Salud Pública, Juanjo Aurrekoetxea, no pudo ocultar su nerviosismo ante la situación. Y lo evidenció al indicar que un compuesto con dioxinas similares a las que desprende el incendio fue utilizado por el Gobierno ruso para tratar de acabar con la vida del expresidente ucraniano Victor Yushchenko «aunque en unas cantidades mucho más elevadas». «No consiguieron asesinarle, pero sí le desfiguraron la cara. La dosis que le dieron fue brutal», añadió. No fue un ejemplo acertado y el propio Aurrekoetxea se dio cuenta. También el viceconsejero, que le clavó la mirada. Con voz temblorosa Aurrekoetxea cerró que «no hablamos de esos caso». No habló más en toda la rueda de prensa.
    Las dioxinas y furanos no son el único compuesto que analizan los técnicos del Gobierno vasco estos días para determinar la calidad del aire en el entorno del vertedero de Zaldibar. El resto de parámetros que se miden han arrojado hasta el momento valores dentro de los niveles aceptables para el ser humano y sus resultados se están conociendo con más agilidad.
    Se examinan cuatro grandes bloques. Por un lado los compuestos orgánicos volátiles, unos microcontaminantes en forma de gases que hasta el momento no han alcanzado unos valores preocupantes. Lo mismo ocurre con los hidrocarburos aromáticos policíclicos, un grupo de diferentes sustancias químicas originadas por la combustión. Se trata de compuestos derivados de las partículas generados en el incendio. «Es lo que están oliendo los vecinos. Algunos días han dado valores elevados, pero siguen por debajo de los estándares establecidos y han ido disminuyendo. No son preocupantes para la salud», reiteró Berraondo.
    No hay mascarillasen las farmacias de Euskadi
    En un momento en el que la calidad del aire ha quedado en entredicho, las farmacias vascas se han quedado sin mascarillas por la fobia al coronavirus. Vendieron todas sus existencias y no logran reponerlas. Las distribuidoras médicas no encuentran productoras que se las sirvan para llevar estos protectores a las boticas. Euskadi no es un caso aislado. España y otros países europeos sufren la misma situación. El grueso de la producción se está enviando a China, donde más se necesita.
    La cuarta medición es la que recoge los nivebles de dioximas y furanos emitidos. Los están originando «la quema de plásticos y compuestos que contienen cloro» y permanecían depostitados en el vertedero. Precisamente la presencia de plásticos era una de las irregularidades «menores» que habían detectado los técnicos del Gobierno Vasco en la última inspección que realizaron a la instalación. Verter Recycling 2002 SL no tenía autorización para alojar este tipo de sustancias. Este hecho motivo la apertura de un expediente al que Lakua ha dado carácter sancionador en los últimos días. Es evidente que el de la retirada de los plásticos es uno de los requisitos que la compañía no cumplió tras la advertencia del Gobierno vasco.
    Berraondo anunció ayer la incorporación de dos nuevas unidades de medicion para tener datos detallados de los niveles de partículas tóxicas en el aire. Y comunicó que darán información puntual sobre las analíticas. Si los niveles tóxicos descienden se pondrá fin a las recomendaciones. Si se mantienen o van a más, el Ejecutivo no descarta adoptar en próximos días nuevas acciones.

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  3. el mal gobierno que no cesa

    La UTE conformada por las empresas Acciona y Altuna y Uria, encargada de la construcción del nuevo polideportivo de Altza, ha rescindido el contrato con una de sus subcontratas al constatar que estaba cometiendo irregularidades laborales con los trabajadores, había falsificado documentación ante la Inspección Laboral y adeudaba facturas a negocios de hostelería del barrio.

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  4. Lantxabe Autor

    El oasis, bajo el vertedero
    Lourdes Pérez
    Subdirectora de El Diario Vasco
    Se llaman Alberto Sololuce y Joaquín Beltrán. Y localizar sus cuerpos bajo las toneladas de residuos desplomados hace nueve días en Zaldibar se ha convertido, dramáticamente, en la medida de lo que tenemos que ser capaces de hacer. En nuestro listón como sociedad comprometida y avanzada, hasta que la investigación judicial ya en curso determine si la tragedia era evitable o no. En un deber de país hacia esos dos trabajadores, que han de ser rescatados por su dignidad y por el atroz duelo que están teniendo que padecer sus allegados y convecinos mientras se les busca y no se les halla.
    La metáfora que describe a la Euskadi de hoy como un oasis es tan golosa política y mediáticamente como falsaria y peligrosa. La palabra oasis tiene dos acepciones en el diccionario, una muy física, muy tangible, y la otra más espiritual si se prefiere. Un oasis es un lugar con vegetación y manantiales aislado en el desierto. También es ese espacio simbólico de tregua y de descanso, un “refugio en las penalidades o contratiempos de la vida”, según describe la RAE. Los vascos tenemos el privilegio, y así hay que consignarlo, de vivir en uno de los territorios más hermosos y más desarrollados del mundo. Con la laboriosidad que se atribuye a los países del Norte europeos y el gusto más sureño, tal y como reza el tópico, por las cosas buenas de la vida. Pero si somos un oasis es, sobre todo, por comparación, con el riesgo adherido de la autocomplacencia. Por comparación con ese pasado tenebroso de violencia que aún nos persigue como una pesadilla interminable. Y en los últimos años, por comparación con la Cataluña insurrecta comandada por el independentismo. La mera constatación de que nuestro terrorismo se prolongó durante medio siglo, dejando tras de sí un dolor abisal de consecuencias irreparables en tantísimos casos, debería impedir calificarnos a nosotros mismos como un oasis. Moralmente, al menos, hemos coqueteado con la ciénaga mientras dábamos brillo al autogobierno del que tanto nos enorgullecemos.
    Desde el pasado jueves 6 de febrero, el derrumbamiento del vertedero de Zaldibar se ha llevado por delante las dos definiciones cartesianas de lo que es un oasis, de nuestro oasis. Aquí no hay ni vegetación fragante ni manantiales rumorosos. El bellísimo paisaje que se pinta con todos los colores posibles del verde, como le cantó Raimon, está sepultado por una montaña de residuos contaminantes a la altura de la AP-8 en la localidad vizcaína. Y la tregua que nos habíamos concedido, en la Euskadi del día después de ETA, de una crisis económica feroz y de las pulsiones identitarias en las que no queremos emular a la colapsada Cataluña, se encuentra ahora bajo la zona cero del desastre que engulló a Alberto Sololuce y a Joaquín Beltrán. Hay una evidencia, y ello sin incurrir en ningún alarmismo que no esté justificado, que permite calibrar la envergadura de la tragedia: el único alivio que hemos tenido desde que se produjo es la constatación de que pudo haber sido muchísimo peor. Basta recordar a los operarios que se salvaron por los pelos y que la autopista pasaba por uno de esos contados momentos tontos en los que conduces casi en soledad por su endiablado trazado.
    Nada de lo que se ha ido sabiendo a partir del derrumbamiento fatal ha restado gravedad a lo ocurrido –antes al contrario- y nada ha permitido al Gobierno Vasco dar la impresión de que va por delante de los acontecimientos. Las dificultades son tan ingentes que, mientras se teclean estas líneas, apenas se ha conseguido identificar el área donde podrían encontrarse los cuerpos de Alberto y de Joaquín. El expediente a la empresa, Verter Recycling, se ha materializado cuando el desplome ya era el desenlace y después de que se supiera que uno de los trabajadores siniestrados –Beltrán- había avisado en vísperas del accidente a sus superiores del riesgo de alud si seguían entrando residuos en la planta. La alerta por el amianto presente en la montaña de basura y por las dioxinas que preñan de contaminación el aire en Zaldibar, Eibar y Ermua no llegó con carácter preventivo, sino pasadas unas horas en el primer caso y días, en el segundo. Y los gestores del vertedero se sentaron con el Gobierno después de que éste lanzara una acusación tan seria contra ellos como la de no estar colaborando con la debida diligencia en las tareas de rescate y en el esclarecimiento de lo sucedido. Que un juzgado de Durango haya abierto diligencias por la posible comisión de sendos delitos laboral y medio ambiental resultaba, en este contexto, poco menos que inevitable.
    El lunes por la tarde, el lehendakari precipitó el adelanto de las autonómicas vascas al 5 de abril que su Gobierno había telegrafiado desde la semana anterior. No fue hasta el miércoles cuando Iñigo Urkullu se desplazó hasta el vertedero para conocer in situ el alcance de la tragedia y trasladar su pesar a las familias de las dos víctimas. Empeñado en sortear la inestabilidad y la incertidumbre que inyecta el contencioso catalán al conjunto del escenario político y con el añadido de otros factores, como que los datos económicos aún le son favorables a Euskadi, Urkullu optó por mantener su idea del anticipo electoral. Hoy, la crisis del vertedero ha enterrado la precampaña más o menos al uso que se aguardaba hasta que se consumó un desastre para el que no estábamos preparados.

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  5. Los vecinos denuncian

    Caras largas, semblante serio y ganas de pocas bromas. Se intuía incluso a través de la mascarilla que muchos llevaban en señal de protesta. Alrededor de 5.000 personas participaron en una gran movilización que partió de Eibar, Ermua y Elgeta, las tres localidades próximas a la escombrera, y que culminó en Eitzaga. La plaza de este barrio de Zaldibar, en el que se encuentra la instalación de Verter Recycling 2002 SL, se quedó pequeña. Unos, subidos en la ladera, y otros, en muretes de los alrededores, mientras una larga cola de gente serpenteaba carretera abajo, sin casi poder escuchar las declaraciones que hicieron vecinos, miembros de la plataforma ciudadana y la portavoz de las familias de los dos trabajadores que siguen sepultados. Pero el objetivo de la convocatoria era sumar y hacerse oír. Y lo consiguieron.
    La gestión del desprendimiento de Zaldibar recibió así un nuevo suspenso y los vecinos dejaron claro que están preocupados e indignados, que ven la resolución de este problema con incertidumbre y que las formas utilizadas por la empresa y el Gobierno Vasco hasta la fecha solo han echado más leña al fuego de la «desconfianza».
    Un gestión que calificaron de «chapucera», donde «no se sabe quién miente ni quién es el responsable». Pero desde luego, aclararon, «los ciudadanos no lo somos y solo estamos sufriendo las consecuencias. No hay nada más delator que el silencio», denunciaron desde la plataforma ciudadana ‘Zaldibar argitu!’.
    Poco antes de las 17.00 horas, minutos antes de que partiera la columna de la ciudad armera, Gorka Bocos le colocaba el protector respiratorio correctamente a su hijo Xiker. Las recomendaciones de no ventilar los hogares o evitar los deportes en exteriores que hizo el viernes por la tarde el Departamento vasco de Salud, debido a que habían registrado unos niveles de dioxinas y furanos hasta 50 veces superiores a lo habitual en entornos urbanos, no fue ninguna sorpresa para este eibartarra, que lleva desde el sábado pasado viendo una neblina cada vez que se asoma por la ventana de su casa y mira hacia Zaldibar. «No hace falta ser ingeniero para saber que algo pasa, porque lleva oliendo mal, como a plástico quemado, desde el sábado pasado». Se muestra decepcionado. «Nos han engañado a la cara, nos han dicho que todo estaba bien, pero era mentira. ¿Quién se fía ahora? Si antes ya teníamos poca confianza, ahora peor», critica.
    El historial de contradicciones, los mensajes tardíos y las «medias verdades» de los últimos diez días parecen grabados a fuego en muchos vecinos guipuzcoanos y vizcaínos que residen en estas localidades más cercanas a Zaldibar. «Primero que no había material contaminante, luego que había amianto. Después dijeron que no había problema con el agua, y después que en Eitzaga no lo consuman por precaución. Lo mismo dijeron del aire, y ahora resulta que tampoco es bueno», enumeran.
    Un grupo de ocho jóvenes de Eibar, que también asistió a la cita, reclamó «respuestas», «saber qué esta pasando» y una mayor «transparencia», visiblemente preocupados por el riesgo para la salud que supone el aire que flota en la ciudad armera desde que se produjera un incendio en el vertedero.
    Koldo Montiel cuenta que regreso hace cuatro años de China, donde trabajaba, porque tenía dos hijas y quería que crecieran en un ambiente más saludable «y ahora me encuentro con esto». Se niega a ponerse la mascarilla, que muchos portaron en señal de protesta. «No me la pienso poner», he vivido en China y no me voy a morir por esto, pero todo lo que está pasando es vergonzoso», dice contundente.
    Varios asistentes recurrieron al mismo ejemplo: «No se puede seguir escondiendo la basura debajo de las alfombras», a lo que otro acompañante añadió que «antes de buscar responsabilidades, que solucionen el problema y una vez solucionado que se peguen todo lo que quieran».
    Más allá de la preocupación evidente por los efectos que el agua y el aire pueden tener en su salud, los vecinos recordaron con firmeza que diez días después aún permanecen sepultados los cuerpos de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, tras el derrumbe que produjo el pasado día 6 y que sepultó un tramo de la AP8, dirección San Sebastián. «Solo de pensarlo y de pensar en sus familias se te ponen los pelos de punta», señala Begoña Zorrozu, una pasaitarra que llegó de Algorta con su marido, Joxe Mari Unzueta, quien advirtió que «todo esto es solo la punta del iceberg».

    La plaza se queda pequeña
    Pasadas las seis de la tarde una marea invadió el barrio de Eitzaga. Las columnas más numerosas, llegadas desde Eibar y Ermua, fueron exigiendo a medida que avanzaban la dimisión de los responsables de esta tragedia. Al llegar a la ‘zona cero’ fueron recibidos entre aplausos, y cada uno de los que intervino ante la marea humana tuvo unas palabras en recuerdo a los trabajadores fallecidos.
    Desde la plataforma ‘Zaldibia argitu!’ exigieron a las instituciones y a la empresa del vertedero que aportaran «información transparente y un plan con medidas concretas». «Esto no puede volver a pasar, debe reanudarse la búsqueda de Alberto y Joaquín ya». «Lo prioritario no está siendo sacar a los trabajadores sepultados, sino, más bien, realizar un lavado de cara a los responsables políticos», reprocharon los convocantes de la movilización.
    Asimismo, manifestaron que las propias instituciones deberían ordenar «análisis médicos» para aquellas personas que por su lugar de trabajo o residencia hayan podido estar más expuestas a esos niveles nocivos de aire.
    El encuentro en Eitzaga apenas duró media hora y terminó con un bertso escrito por los propios vecinos. Una vez finalizado el acto tocaba regresar a casa, y hay quien por el camino habló del Eibar-Real Sociedad, un partido que hoy iba a disputarse en Ipurua, pero que ha quedado finalmente suspendido. «Igual ha servido para que este tema coja más notoriedad», comentaba un vecino a un amigo. «Será fuera de Eibar, porque aquí todos sabemos lo que pasa», le insinuó su compañero.

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  6. Cínicos o incompetentes

    Cínicos o incompetentes, irresponsables en cualquier caso
    Hace un día, la viceconsejera de Medio Ambiente, Elena Moreno, aseguró que las mediciones de la calidad del aire y del agua en la zona son «de absoluta normalidad». A su lado, el viceconsejero de Salud, Iñaki Berraondo, señaló que «no hay ningún motivo» para que los vecinos de Zaldibar, Eibar y Ermua se preocupasen por su salud.
    Hace dos días, el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, aseguró que «la calidad del aire y del agua es buena». Lo hizo en la misma entrevista en la que aseguró que «el lehendakari estuvo al tanto desde el primer día». Eso es, en la misma en la que llamó carroñeros a los que reclaman explicaciones por todo lo que envuelve al derrumbe del vertedero de Zaldibar, convertido ya en agujero negro físico, político y humano.
    Pero sigamos. Hace cuatro días, el consejero de Medio Ambiente, Iñaki Arriola, aseguró que no pasaba nada: «Vivo en Eibar y ese mismo aire es el que respiro yo, respiran mis hijos y respiran mis vecinos». Todos tranquilos, por tanto.
    Era el 10 de febrero. Un día antes, el 9, se instaló «un captador de partículas de alto volumen DIGITEL para cuantificar concentración de dioxinas y furanos en el aire ambiente», según se recoge en un informe de su departamento.
    En el apartado 3.3 de ese documento se señala que «el viernes día 13 se esperan los primeros resultados». La incompetencia llega hasta el calendario, porque no hay «viernes día 13» que valga. El 13 fue el jueves, y el viernes, 14.
    Sea como sea, ha sido hoy, viernes 14, pasadas las 20.00 cuando han informado finalmente de los resultados de esas muestras tomadas el 9 de febrero. Y los resultados son tan alarmantes que han pedido a las más de 40.000 personas que viven en Eibar, Ermua y Zaldibar que cierren sus ventanas y no hagan deporte al aire libre.
    La primera pregunta es: ¿no han recibido los datos sobre las dioxinas y los furanos hasta última hora del viernes? Se puede aceptar que haya sido así, y que tan pronto como han recibido los datos han convocado a la prensa para darlos a conocer.
    Es posible aceptar que las cosas han ido así, pero a cambio les toca conceder que han sido unos incompetentes. Se entiende que no quisieran generar alarmismo, pero lo cierto es que, sabiendo que faltaba una importante parte de la información, han estado diciendo a la población que todo estaba perfecto, que no había ningún problema.
    Si instalaron un medidor de dioxinas y furanos fue porque sabían que existía el riesgo de que los niveles se hubiesen disparado. Pero en vez de guardar cautela y esperar a los resultados, se han pasado la semana reiterando que todo estaba bien. Pueden decir que los indicadores que entonces tenían respaldaban sus afirmaciones, pero sabían que había datos que no tenían en su mano. O han sido unos cínicos o unos incompetentes, que ellos elijan; de irresponsables, en cualquier caso, no les libra nadie .

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  7. josean izarra

    El vertedero de Zaldibar recibió en 13 años los residuos industriales que preveía gestionar en 35
    Sólo en 2018 facturó 553.797 toneladas procedentes de la construcción, de las siderurgias y de empresas papeleraEl Gobierno vasco y la Diputación de Gipuzkoa ofrecieron ayer las primeras pistas sobre el posible origen de una tragedia que el pasado jueves día 6 de febrero sepultó a Alberto Sololuze y a Joaquín Beltrán arrastrados por una enorme masa de tierra y residuos se deslizó por trescientos de ladera hasta detenerse sobre la autopista AP-8. Diez días después, el Gobierno vasco intenta llegar hasta la parte inferior del vertedero situado a 253 metros de altura para iniciar alli la búsqueda de los trabajadores de Verter Recycling y mueve tierras con maquinaria pesada en la cuota situada a 435 metros de altitud para ahora los incendios que queman masa de papel y plásticos. Pero, ¿por qué se vino abajo un vertedero clave para los residuos industriales de papeleras, empresas de construcción y siderurgias?
    La viceconsejera de Medio Ambiente Elena Moreno se negó ayer a facilitar a dos elementos determinantes para investigar cuál era la situación real del vertedero de Zaldibar antes de que se derrumbara colina abajo el pasado jueves. «Son datos que se ofrecerán el próximo martes», contestó con amabilidad a la petición de datos que su Departamento tiene registrados. Pero Moreno reconoció que la instalación inaugurada en 2007 estaba a punto de agotar la capacidad útil del vaso. El consejero Iñaki Arriola concretará qué nivel exacto de rellenado había alcanzado el vertedero en 2019 pero no hay ninguna duda de que la instalación superó todas sus previsiones.
    Verter Recycling obtuvo en 2007 la autorización medioambiental otorgada por el Gobierno vasco para explotar el vertedero de Zaldibar que, sin embargo, está mucho más cerca del casco urbano de Ermua. La autorización constata que la superficie reservada para este vertedero era de 137.259 metros cuadrados y la «capacidad útil del vaso de vertido» se cuantificó en 2.744.975 metros cúbicos, un «monstruo», según especialistas en geología por las complejas característas de una instalación en altura situada junto a núcleos urbanos como Ermua o Eibar.
    El vertedero era un enorme agujero de 182 metros de altura en el que, según la autorización del Ejecutivo autónomo, «la vida útil aproximada será de 35 años desde la fecha de comienzo de vertido». Sin embargo, el volumen de residuos redujo prácticamente a un tercio las previsiones iniciales y en apenas 13 años Verter Recycling recepcionó los residuos que, según preveía Medio Ambiente, iba a tratar durante 35.
    La dueña del vertedero modificó en al menos dos ocasiones las condiciones que tenía establecidas en la autorización inicial para comenzar su actividad pero la viceconsejera Moreno también respondió a este periódico que serán datos que sean aportados en la comparecencia múltiple con el lehendakari Urkullu y los consejeros Arriola, Beltrán de Heredia y San José del próximo martes en el Parlamento Vasco. También Arriola detallará el volumen concretos de residuos recibidos porque Verter Recycling tenía la obligación de detallar mensualmente la cantidad, tipo, origen y gestor de los residuos que recibía. Ayer, el Gobierno vasco no facilitó a este medio de comunicación los datos de 2018 pero fuentes del sector aportaron el último documento público sobre los residuos gestionados en el vertedero de Zaldibar en 2018.
    Según este documento, durante el ejercicio 2018 Verter Recycling declaró la gestión de 553.797,988 toneladas de residuos industriales. La empresa incluye 61 referencias que se adecúan a las establecidas por la Ley Europea de Residuos (LER). La diversidad de las materias recepcionadas (con densidades muy diferentes) hace muy difícil establecer qué volumen necesitaron esta ingente cantidad de residuos. Pese a ello y tomando como referencia el material más pesado (hierro) que almacenaba la instalación siniestrada, las 553.797,988 toneladas habrían ocupado 70.368,23 metros cúbicos si tan sólo se hubiera recepcionado hierro aunque el volumen real fue mucho mayor por la diversidad de los residuos recibidos.
    El listado de residuos -que mensualmente recibía el Gobierno vasco de Verter hasta el pasado mes de enero- constata la gestión de materiales de construcción con amianto. En 2018, el vertedero de Zaldibar recepcionó 2,625 toneladas de «materiales de construcción que contienen amianto» (señalizados con el código 170605 de la LER). Un dato mensual del que el Gobierno vasco se dió cuenta siete horas después del siniestro lo que obligó a paralizar las labores de rescate de los trabajadores sepultados mientras se buscaba el material que proteja de unos residuos que habitualmente se entregan protegidos por plásticos y que sólo son peligrosos cuando se fracturan y liberan esporas de amianto.
    Además, entre los residuos más importantes recepcionados por Verter Recycling en 2018 se encuentran los generados por las industrias siderúrgicas y papeleras que ya han sido convocadas a una reunión que junto con Aclima y responsables de vertederos mantendrán el próximo lunes para decidir cómo gestionarán ahora sus residuos al perder la instalación de Zaldibar.
    Verter situó en 2018 en su vertedero 194 toneladas de tierra y piedras (código 170504 LER), 89,6 toneladas de residuos procedentes de tratamiento de otros residuos (código 191212), 63,2 toneladas de escorias no tratadas (código 100202), 55,8 toneladas de lodos de destintado procedentes de papeleras (código 030305) y 27,6 toneladas de desechos de pasta elaborada a partir de papel (código 030307).
    La empresa y el Gobierno vasco, encargado de controlar las condiciones establecidas en la autorización medioambiental junto con las dos ampliaciones realizadas, tendrán que concretar hasta qué punto la gestión del enorme caudal de residuos recibidos en apenas 13 años permitió que se asentara o, por el contrario, afectó al talud natural encargado de contener los millones de toneladas que discurrieron ladera abajo. Verter y la viceconsejera Moreno confirmaron que la empresa cuenta con un seguro de hasta 1 millón de euros para hacer frente a estos siniestros y depositó como fianza para iniciar su actividad 1.136.135 euros. La compañía de seguros contratada ya se ha puesto en contacto con la administración vasca.

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