Qué es eso del Nobel, por Lola Arrieta

Frágil es el nexo principal que une a los tres autores que vamos a leer y analizar durante este último trimestre del 2019, José Saramago, Nadine Gordimer y J.M. Goetzee. Lo que les une a los tres es haber sido en su día laureados con el Nobel de literatura, eso y, lo que es más importante, ser buenos escritores y merecedores del Premio, cosa que no siempre ocurre.

Difícil es escoger entre la extensa y rica producción de José Saramago, pero, una vez más, recurrimos para la tarea al reconocido crítico Harold Bloom, a quien muchas veces se le reprocha una cierta exclusividad en su atención hacia la literatura anglosajona. No es el caso. Cuando Bloom escribe en el 2005 su obra Novelas y novelistas dedica un capítulo al escritor, considerándolo un maestro, el maestro… el novelista vivo más talentoso, y una de las obras que destaca es precisamente El año de la muerte de Ricardo Reis, relato que vió la luz en 1984.

Si grande es el autor de la novela, no lo es menos el personaje principal de la misma, Ricardo Reis, heterónimo de Fernando Pessoa, número uno de las letras portuguesas y poeta universal. En la novela, Ricardo Reis desembarca en Lisboa proveniente de Brasil, donde ha vivido durante dieciséis años, unos meses antes del estallido de la Guerra Civil española. Es un Portugal que vive bajo la dictadura de Salazar y que, como el resto de Europa, asiste perplejo al crecimiento del nazismo. Con el horizonte cercano de una nueva contienda bélica, Reis y Pessoa conversan sobre los aspectos más importantes de la vida, el amor, la muerte o el paso del tiempo.

De Brasil viene Ricardo Reis y a este país nos trasladamos con la película Ciudad de Dios de Fernando Meirelles ( 2002), director y productor de cine brasileño. El film, basado en la novela Cidade de Dios de Paulo Ling, describe con crudeza la vida y el mundo del crimen organizado en una de las favelas de los suburbios de Rio de Janeiro, desde finales de los años sesenta hasta principios de los ochenta, en un momento en que el tráfico de droga y la violencia impusieron su ley. La película consiguió cuatro nominaciones a los premios Oscar 2004, Mejor Edición, Mejor Fotografía, Mejor Guión adaptado y Mejor dirección.

Al parecer -en el siglo XV- fueron navegantes portugueses los primeros europeos en poner pie en tierras de lo que hoy llamamos Sudáfrica. Repasando la biografía de Fernando Pessoa vemos que el poeta pasó, por razones familiares, parte de su infancia y juventud en el país más meridional de África. Con la concesión del Nobel de literatura a los sudafricanos Nadine Gordimer en 1991 y J.M. Goetzee en 2003, se multiplicaron las traducciones de sus obras que llegaron a las librerías de todo el mundo. En los meses de noviembre y diciembre, las novelas La hija de Burger (1979) deNadine Gordimer y la original y autobiográfica Verano de J.M. Goetzee, nos acercarán a este país. En el campo del cine, dos documentales, Come back Africa de Lionel Rogosin y Searching for a Sugar Man, de Malik Bendjelloul completarán el programa.

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Octubre 2019

Un comentario en “Qué es eso del Nobel, por Lola Arrieta

  1. Annie Ernaux, una Nobel con clase

    El jurado del premio de Literatura reconoce el coraje moral y la virtud de la veracidad en la escritora francesa

    Tanto si el jurado del Premio Nobel ha querido conjurar los escándalos que vivió hace unos años como si no, la decisión de premiar a la escritora francesa Annie Ernaux, de 82 años, es plenamente literaria en el sentido más noble de la palabra y menos deudor de otras consideraciones. Su narrativa interpela a las certidumbres del lector, desafía sus creencias apolilladas y explora sin miedo las sucesivas capas de autoengaño que permiten sobrevivir. La mujer en sus libros es una mujer real, contada con una insólita y nueva naturalidad: el reconocimiento de una misma ante cosas nunca contadas de esa manera es inmediato. Por eso la introspección en Annie Ernaux no se agota en la autobiografía: es un recurso para la exploración moral y la agudeza clínica. Así lo recoge el acta de un premio que avala una trayectoria que el lector español conoce gracias primero a la editorial Tusquets y después al valiente empeño de una pequeña editorial, Cabaret Voltaire, además del acierto en 2019 del jurado que le otorgó el Premio Formentor.

    Quizá su misma profesión durante décadas de profesora de francés a distancia mantuviese en vigor un sentido de clase trabajadora —sin el menor rasgo de autocompasión— y una audacia cierta para contar la experiencia femenina sin otro alarde que la precisión desapasionada y casi entomológica. Su simpatía por la izquierda política está sometida en la escritura a un estricto control de calidad literario. La conciencia de clase, en su caso, ignora el panfleto y el garrotazo. Su estilo a menudo áspero y cortante sintoniza con el paisaje sombrío de sus novelas, sus barrios degradados, sus periferias sin brillo, como si la lengua de la escritora se contagiase de la sequedad o la intermitencia vacilante de una escritura que rehúye la floritura y el disimulo retórico.

    Su feminismo está tan inscrito en su punto de vista como la perspectiva de clase, sin que ninguno de los dos violente la libertad de sus libros, tantas veces pegados a su biografía. En Los años, ya en 2008, supo abrir el foco hacia las décadas de la posguerra francesa con una combinación originalísima de sociología, análisis y narración, pero había sido ya antes la portadora de una voz implacable para explicar su juventud tentativa y a la vez miedosa en Memoria de chica, narrar despojadamente un aborto clandestino en El acontecimiento o desatar una sexualidad explosiva sin rendirse a ningún tabú, y menos a convención moralizante alguna, en Pura pasión. Las experiencias personales son en realidad experiencias sociales, y es difícil no sentir ante sus mejores libros —o su díptico sobre su madre, Una mujer y No he salido de mi noche— el aguijón de una verdad hiriente y casi nunca pública. Hoy lo va a ser de forma global, aunque sabiamente ella hubiese preferido, como declaró hace unos meses, seguir en sus cosas, en su barrio de las afueras de París, sin el menor glamour y sin el Nobel que acaba de recibir.

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