El testimonio de Juanmi Gutierrez

Pello, el hijo de Juanmi, nos dijo que está preparando una web para poderse descargar toda la exquisita filmografía de su aita. En la actualidad varios films se pueden ver en ‘vimeo’.

Isiltasun Kalea, músicos que tocan en la calle, la película que vimos ayer en Aiete es un testimonio, no un testamento, de Juanmi.

Músicos que tocan en la calle” tocó las fibras más sensibles de un nutrido grupo de veteranos -y no tan mayores- aficionados al cine-club, acompañados de reconocidos actores y cineastas donostiarras, en un testimonio gráfico de cómo miraba Juanmi a sus semejantes, ‘como flores en el asfalto’, en una ciudad más pagada de ‘sus marcos incomparables’ y sus impostadas norias, que de las gentes que la habitan. Y se puede dar fe que ese fue el comentario en los corrillos que se formaron a la salida de la casa de cultura, y en los dos o tres bares de la zona, en los que siguió la tertulia.

No hubo coloquio en este homenaje al maestro y protagonista de los cine-club. Esa fue la recomendación de Kuni Peñalba, viuda de Juanmi, productora de sus películas y fascinante mujer.

¡Cómo conoce a Juanmi! ¡Y cómo sabía del tesoro de este film que hay que digerir de esa manera, en corrillos, dejando libre la expresión de las tocadas conciencias por el emocionante film, sin la atadura del micrófono y la exposición en público!

¡Y qué acierto en la lección de esta película por parte de Lola y Pello, para rendir tributo a este gran y humilde cineasta que es Juanmi Gutierrez!

El filme está mirando a los músicos callejeros en Donostia, habla con ellos, con esas personas de tantas patrias donostiarras, una larga lista que va desde Txantxillo a María la Portuguesa, desde la Banda de Txistularis de Ansorena hasta una pareja de conocidos txalapartaris, o las y los protagonista de la Kantu Gira

Las entrevistas están realizadas en el idioma original de los músicos, y cada uno interpreta las canciones en su lengua. La mitad de la película se sigue en euskara, un 40% en los diversos castellanos (argentino, colombiano, etc) y un 10% en rumano, francés y algún que otro idioma. Entrevistas y letras de las canciones estaban subtituladas en castellano.

En este film es muy importante que el espectador entienda lo que se dice, lo que se habla, el sentimiento de los músicos expresado en las letras de sus canciones es fundamental. Gracias al montaje, a través de las canciones, se establece un expresivo y documental diálogo entre unos músicos y otros.

Nos decía Juanmi que la historia no la hacen los locuaces políticos, sino la gente sencilla, que va haciendo su camino y dejando su impronta’.

La película tiene su propia parábola y esa sí puede ser testimonio y testamento de Juanmi. Un inquietante ‘flautista de Hamelín’ interpretado por una actriz del mimo, ‘que ni ella sabe que es la protagonista’, da inicio y fin a la película, es una especie de hilo conductor

Parece que Juanmi nos quiera decir que el músico, para las autoridades del orden, es un personaje de quita y pon: lo contratan para dar color a una fiesta, pero luego lo malpagan y se olvidad de él, cuando no les echan de las calles, como decían varios de los protagonistas de la cinta.

El músico -encarnación del ciudadano- necesita que las autoridades le respeten, que cumplan su palabra, que no imposten. ¿Qué nos quiere decir Juanmi en esta turbadora versión de Hamelín? En la original el flautista se llevaba las ratas; pero en esta película, como las autoridades no cumplen lo prometido y maltratan a los músicos-ciudadanos, Hamelín se lleva también a los niños. La ciudad se queda desolada y, en adelante, la vía por la que se han ido los niños se llamará la Calle del Silencio.

¿Una metáfora, un símbolo? ¿Están las calles de Donostia condenadas al silencio ante la teatral farsa, el desdén, la superchería de la clase política?

Juan Miguel Gutiérrez presentó esta película en la sección ‘Horizontes Latinos’ del Zinemaldia 2006; un documental sobre ‘la calle’ como elemento específico, atractivo y duro al mismo tiempo y como escenario de aquellas personas que se dedican a tocar música, bien para poder comer o bien para transmitir parte de su cultura, interpretando su propio folclore. Músicos vascos y de Argentina, Bolivia, Ecuador o Rumanía. Juanmi introduce en el documental al flautista de Hamelin; él se lleva a los elementos indeseables -las ratas- de las calles, pero con ellos a todos los niños de las casas. Otra moraleja, al fin, puede ser que estos músicos callejeros merecen una mirada que tenga la misma ternura que dedicamos a los niños. La intolerancia puede provocar que nos quitemos las ‘ratas’ de la calle, pero también a los niños, que extirpemos la alegría de las calles, de las conciencias, de las gentes.

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