100 años de la Bauhaus, 90 en Donostia

La entrada del 19 de mayo 2015 ¿Qué es el movimiento Bauhaus? es la más visitada en esta web.

El viernes, por ejemplo, más de mil personas accedieron a su lectura

Cuando se editó esa entrada, la página de Lantxabe complementaba la charla de Jon Begiristain, en el Centro Cultural Aiete, sobre el movimiento Bauhaus. La conferencia se impartió el 21 de mayo de 2015.

Jon Begiristain es profesor de arquitectura en la EHU-UPV y su exposición se incluía en el ciclo “Viaje al Sur de Alemania” que Lantxabe había organizado para ese verano.

Pues bien el repentino regreso a la cuestión ¿Qué es el movimiento Bauhaus? Se puede deber a que en estas fechas se celebra el centenario de la escuela que revolucionó el pensamiento artístico y se celebra con numerosas exposiciones y eventos por todo el mundo.

Lantxabe lo quiere conmemorar también

Muchos donostiarras desconocen ese nombre y esa escuela, inspiradora del funcionalismo y, sin embargo, en San Sebastián tenemos dos edificios emblemáticos del modernista estilo; el Real Club Náutico -1929-, proyectado por Aizpurua y Labayen, que es un edificio de estilo funcionalista en su variante racionalista, y La Equitativa, en su variante expresionista, -1933- que ocupa un lugar privilegiado en la entrada al barrio de Gros desde el puente de Santa Catalina, plaza de Euskadi, obra de Arzadun.

Pero la peculiaridad Bauhaus está también relacionada con el Art Decó, presente en mucho rincones de Donostia: Calle Prim, Ensanche Oriental

En Alemania la celebración de este centenario empieza por todo lo alto, con un festival que tendrá lugar en la Akademie der Künste de Berlín. El programa propuesto está destinado a un amplio público, desde expertos hasta novatos de la Bauhaus. El arte y la tecnología, la luz, el color, el sonido, el movimiento, y la relación entre la humanidad y la máquina, serán los protagonistas de los distintos eventos. Un sin fin de actividades –conciertos, instalaciones, teatro, danza, talleres, conferencias y cine– permitirán redescubrir el magnífico testamento histórico de Bauhaus, con el objetivo de convertirse en un estímulo artístico para las nuevas generaciones.

En nuestra ciudad, sin embargo, este centenario pasará desapercibido. Se ve que no interesa a los turistas, o quizás, tampoco a los responsables políticos y culturales, o acaso sólo tienen ojos para la moda de cada momento.

Muchos de los diseños icónicos de Bauhaus, solo fueron reconocidos una vez que la escuela cerró sus puertas. La escuela solo existió durante 14 años, pero sus ideas se han seguido transmitiendo y sus productos continúan reeditándose y vendiendo con éxito hoy en día. Esta exposición en la Berlinische Galerie de Berlín indaga en la historia detrás de 14 objetos seleccionados, arrojando luz sobre el trabajo que se desarrollaba en la escuela y poniendo en primera línea, la relación entre tecnología y diseño que impulsó el movimiento.

Con estos asuntos, o con las huellas del Bauhaus y del Art Decó en nuestra ciudad, se podía haber hecho algo.

El 14 de julio de 2015 los viajeros de Lantxabe al Sur de Alemania, tuvieron una cita en Ulm, ciudad dónde nació Albert Eisntein, la que da nombre a la leyenda del sastre, que a su vez da título a una obra autobiográfica de Lucio Magri. Pues bien, Ulm también está concernida por La Bauhaus. Allí se encuentra La Hochschule für Gestaltung (Escuela Superior de Proyectación), creada en 1953, hasta entonces no había ninguna sistematización del diseño.

El edificio de la HfG fue diseñado por Max Bill y sigue siendo hoy en día un edificio importante y funcional dentro del campus de la Universidad de Ulm. La escuela fue pionera en la integración de la ciencia y el diseño, y de una pedagogía basada en la ciencia: la reflexión sobre los problemas, los métodos de análisis y de síntesis, la elección y fundamentación de alternativas proyectuales, el acento en las disciplinas científicas y técnicas y una estrecha relación con la industria. Muchos de los criterios desarrollados en Ulm son todavía válidos, sobre todo en el área de diseño tecnológico

Un comentario en “100 años de la Bauhaus, 90 en Donostia

  1. Cien años con la Bauhaus por Higinio Polo

    Tenía un componente democrático y revolucionario unido a la ambición de una ciudad racionalista donde se resolviesen las necesidades de los trabajadores. Representó la modernidad en arquitectura, diseño gráfico e industrial.

    Se cumple ahora un siglo de la fundación de la Bauhaus en Weimar. En catorce años de existencia tuvo tres directores, Gropius, Meyer y Mies van der Rohe, y de la mano de ellos y de Klee, Kandinski, Breuer, Schlemmer, Van Doesburg, Albers, Feininger, Moholy-Nagy, Itten, renovó la enseñanza artística, cambió la vieja noción de artista y artesano, pensó la producción en serie y el uso de nuevos materiales, estudió el carácter de la obra de arte y la nueva idea de serie, cuando las locomotoras, automóviles, la radio y el cine estaban cambiando la existencia.

    La escuela defendió una concepción internacionalista, universal, donde se puso fin a la clasista separación entre artista y artesano, reivindicando los oficios y apostando por una relación igualitaria. Quería integrar “la arquitectura, la escultura y la pintura en una unidad”, bajo la autoridad de la primera (aunque Feininger, Kandinski y Klee no estaban de acuerdo). El arte tradicional había muerto, y debía desarrollarse otra visión que respondiera a las necesidades de los trabajadores. En la Bauhaus, Gropius siguió al expresionismo, y a partir de 1921, al constructivismo, divulgado en Alemania por El Lissitzki. Después, a partir de 1924, el funcionalismo impregnó sus actividades.

    Nace cuando el furioso nacionalismo de posguerra, airado por el tratado de Versalles, requería a los “auténticos alemanes”, reprochando a la Bauhaus que amparase a judíos, acusándola de afinidad con los espartaquistas, de militancia comunista: Oskar Schlemmer, como otros, no ocultaba su admiración por la revolución bolchevique. La ausencia de normas y exámenes en la Bauhaus hacía que se confiase en los alumnos para aprender por sí mismos con trabajos en talla, teatro, dibujo, cerámica, metalistería, litografía, grabado, encuadernación, tipografía, en una constante evolución, que aportó diseños de objetos útiles, sorprendentes para la época. En esa primera etapa de la Bauhaus influye Itten, con su aire monacal y gusto por la meditación, y, a partir de 1920, Van Doesburg. En agosto de 1923, la exposición organizada por la Bauhaus iba a tener gran repercusión posterior: presentan objetos para la producción industrial, sillas, mesas, cafeteras, diseños textiles, utensilios de cocina, y una sección de arquitectura en la Haus am Horn de Georg Muche, en Weimar, con proyectos de Wright, Le Corbusier, Mies van der Rohe, Gropius, Eric Mendelsohn, Bruno Taut.

    Siempre en difícil situación económica, se trasladó de Weimar a Dessau, donde Kandinski insistiría en las cuestiones artísticas sobre las comerciales. En octubre de 1926, la Bauhaus crea un departamento de arquitectura y Gropius le ofrece la dirección al arquitecto comunista suizo Hannes Meyer, que se incorpora en abril de 1927 y apuesta por el funcionalismo, el constructivismo y los proyectos colectivistas. En diciembre de 1926, se había inaugurado el nuevo edificio en Dessau, siguiendo muchos de los planteamientos de De Stijl. Allí se enfrentaron dos visiones opuestas: quienes, encabezados por Moholy-Nagy y Breuer, querían diseñar productos para la fabricación industrial, como las célebres sillas de tubo de Breuer (la silla Wassily), y quienes, como Kandinski, Klee, Feininger y Muche, creían que la Bauhaus debía abandonar criterios comerciales y centrarse en actividades artísticas. Gropius abandona la Bauhaus en febrero de 1928, y Hannes Meyer pasa a dirigirla: quiere trabajar en el diseño y construcción de viviendas populares, de escuelas, lugares de relajo, jardines para los trabajadores: puso énfasis en las carencias obreras para que la escuela diseñara muebles baratos y de calidad, objetos domésticos, lámparas, textiles.

    Pero otra vez llegaban malos tiempos, cuando aún se recordaban las matanzas que aplastaron la revolución espartaquista: los nazis entran en el parlamento de Turingia, por primera vez en Alemania, y, en enero de 1930, en el gobierno regional. Gropius ofrece entonces a Mies van der Rohe la dirección. Mies tenía un talante que le alejaba de las cuestiones políticas, y estaba más interesado en la perfección de la arquitectura que en su utilidad social. En octubre de 1931, los más veteranos habían dejado ya la Bauhaus: Klee, Marcks, Moholy-Nagy, Itten, Schlemmer, Muche. Los nazis no pierden el tiempo: en enero de 1932, inician el ataque frontal contra la Bauhaus y exigen su clausura. Mies intenta preservar la escuela y la abre de nuevo en Berlín: en enero de 1933 se inicia el curso en la capital alemana, pero en abril los nazis la registran y cierran definitivamente. Llegaba el éxodo impuesto por el nazismo y la guerra: Gropius, Mies van der Rohe, Breuer, Feininger, Moholy-Nagy, Albers, se van a Estados Unidos.

    Pese a su corta vida, y con diferentes grados, la Bauhaus influirá después en Isozaki y Foster, Nouvel, Meier y Gehry, y en Bernstein, Pei, Seidler y Hara, y su racionalidad, funcionalidad y geometría, soluciones como el muro-cortina, las cubiertas planas de los edificios o la asimetría en las construcciones, la sencillez y austeridad y estructuras con pocos elementos, han hecho que la Bauhaus sea considerada como la más relevante escuela de arquitectura y arte del siglo XX. Su componente democrático y revolucionario, las propuestas de una arquitectura que crearía una de las corrientes principales del Movimiento Moderno, la ambición de una ciudad racionalista, donde se resolviesen las necesidades de los trabajadores, se añadieron a un explícito deseo de universalismo, de utilización sistemática de nuevos materiales, indagando en la forma, simplificando para la producción fabril, prefigurando además el moderno diseño gráfico e industrial. La Bauhaus vivió para construir la modernidad.

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