Oráculos y monasterios: El regreso de Meteora hacia Atenas (La Acrópolis)

La Acrópolis fue la última etapa del viaje de Lantxabe a la Grecia Antigua y a los montes de Meteora
El bullicio de la megalópolis desaparece en cuanto se toma rumbo norte para descubrir los paisajes y las joyas artísticas que Grecia atesora en la región de Tesalia, desde vestigios de la Antigüedad clásica hasta los monasterios bizantinos de Meteora.
Hacia Arechova la carretera se estrecha y se llena de vericuetos antes de penetrar en la región previamente conocida como «tierra ágrafa» o sin registros de población; su relieve montañoso desanimaba a las autoridades otomanas a ir a reclamar los impuestos.
Cerca de Arechova (hoy estación de esquí) se encuentra Delfos, protegido por profundos valles y colgado de la ladera del monte Parnaso, hogar de las musas en la Antigüedad. Su templo de Apolo albergaba el oráculo que cambió la suerte de tantos imperios. Las sentencias de las sacerdotisas alcanzaron tal fama que Delfos se convirtió en ciudad internacional, protegida por una liga de estados. Para asegurarse oráculos favorables, soberanos de naciones diversas la colmaban de regalos que luego eran guardados en unos templetes denominados Tesoros. Un poco más abajo se halla el santuario de Atenea Pronea, cuyo tholos o templo circular era de una perfección arquitectónica tal que incluso fue objeto de estudio en su propia época.
Una vez se deja la autopista por el desvío hacia Distomo, aparece el monasterio de Osios Loukas. Este conjunto bizantino del año 1011 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por los mosaicos que decoran el nártex y los frescos de la cripta. Mosaicos y frescos bizantinos decoran los muros y techos de este conjunto religioso dedicado a san Lucas
El viaje por la Grecia septentrional continúa 150 kilómetros en dirección oriental, donde las estribaciones de los Pindo se dan de bruces con la llanura de Tesalia. En el siglo IX allí decidió instalarse un grupo de eremitas ortodoxos que, cinco siglos después y buscando protección del avance turco, edificaron una veintena de monasterios sobre las peñas de Meteora, con la sola ayuda de poleas y sus propias habilidades de escalada. Los seis que quedan en la actualidad disponen de escaleras talladas en la piedra para facilitar el acceso. Se inicia la visita de Meteora por el monasterio de Agios Nikolaos y se continúa por el de Megalo Meteoro, el mayor, y después se va descendiendo a través de senderos hasta Rousanou. A primera hora del día se ven los imponentes peñascos y sus tocados eclesiales. Entonces se comprende por qué este lugar recibe el nombre de Meteora: «rocas suspendidas en el aire». Hasta 23 iglesias bizantinas hubo erigidas en lo alto de peñas.
Los seis monasterios que quedan en pie datan del siglo XVI. Aunque restaurados, los interiores conservan la decoración con frescos y maderas policromadas.
Luego se desciende hacia la costa, cambiando así de paisaje y de época histórica. Se hizo noche -una de ellas- en Ioanina
La capital del Epiro tiene un centro amurallado, famoso por sus artesanos plateros, y un castillo reformado en el XIX por los otomanos que aloja mezquitas y museos. Ioanina fue un importante núcleo comercial y de poder bajo el gobierno del ilustrado pero cruel déspota Alí Pachá (1741-1822), que acabó asesinado en la isla de Nisi por sublevarse contra el sultán Mahmud II. Su figura fascinó a los pintores románticos y lord Byron lo inmortalizó en sus versos.
Algo más de cien kilómetros en dirección oeste, se halla la ciudad de Nafpaktos, antes denominada Lepanto, donde las armadas de la Liga Santa (los Estados Pontificios, España y Venecia) se enfrentaron al Gran Turco en 1571. El centro histórico lo componen casas de muros blancos agrupadas en torno a un puerto amurallado. Corona la ciudad un castillo construido y reconstruido por bizantinos, albaneses, venecianos y otomanos.La batalla de Lepanto supuso detener el expansionismo otomano por el Mediterráneo, enfrentó a la flota hispanogenovesa y a la otomana. Quienes comandaban cada bando, Andrea Doria al frente de las naves españolas y Barbarroja ordenando las turcas, son todavía hoy considerados grandes almirantes en su tierra o crueles piratas en la del contrario.
Hacia el interior, el paisaje mediterráneo deja paso al balcánico, con torrentes encajados en cañones escarpados y pueblos con tejados rojos a cuatro aguas para que la nieve no se acumule en invierno.
Los últimos días -trece fueron en total- se dedicaron a la visita a Atenas, a sus alrededores, a la Acrópolis, a los barrios de Plaka y Monastiraki
Desde la Acrópolis, la «roca sagrada» de Atenas, la capital griega se divisa como la inmensa urbe que es y que agrupa a casi la mitad de la población del país.

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