Primo Levi es enviado a Auschwitz desde Carpi, el 21 de febrero de 1944

El pasado 8 de julio visitamos el ‘Museo Monumento al deportado político y racial en los campos de exterminio nazis’ de Carpi, una pequeña ciudad próxima a Modena. Fue una las paradas programadas en el Viaje del Ciclo de Literatura y Cine dedicado al Noreste de Italia.
Levi fue arrestado la noche del 13 de diciembre en Valle d’Aosta. Ante la amenaza de ser fusilado por partisano, se declara judío y es enviado al campo de Fossoli en Carpi, cerca de Modena, en enero de 1944. Tras pasar a manos alemanas, comienzan las deportaciones desde Carpi, y Levi es enviado a Auschwitz, donde estará internado once meses, hasta su liberación por los rusos el 27 de enero de 1945. De los 650 deportados italianos con los que viajó el escritor, sólo sobrevivirían 24.
Hoy el DV, en un trabajo de Miguel Lorenci, anuncia ‘La exposición definitiva sobre el terrible campo de exterminio nazi’
La dramática muestra está organizada por una empresa vasca y reúne 600 objetos y testimonios de víctimas y verdugos

Si estremecedora y necesaria es el certamen sobre Auschwitz, de la misma manera se puede calificar la obra de Primo Levi ‘Si esto es un nombre’. Y así lo han comprendido los organizadores de la próxima tertulia sobre la novela, que organizaron el viaje a Italia y a Carpi y su estremecedor museo en el que, entre otras evidencias y signos del dolor y la crueldad de los campos de exterminio nazi, nos encontramos, al final de la visita con la alucinante sala de los nombres, donde se siente la fuerza permanente de la escritura. En el museo figura también el libro de Primo Levi
Primo Levi escribe su tormento cotidiano en Auschwitz-Buna-Monowitz, campo de concentración y exterminio, el infierno en el que fueron recluidos, saqueados, torturados y asesinados más de un millón de judíos inocentes exterminados por la demencial barbarie de la Alemania de Hitler.
El Museo de los Deportados de Carpi, esta muestra de Auschwitz o la lectura de ‘Si esto es un hombre’ remueven las entrañas, encogen el alma y golpean la razón. ¡Bien lo saben los contertulios del Ciclo de Literatura y Cine de Aiete que están leyendo el texto de Levi!.

La exposición se titula ‘No hace mucho. No muy lejos’. Carpi está muy cerca en la geografía. El franquismo a la vuelta de la esquina en la historia.
¡Es una advertencia sobre la fina y frágil frontera entre la normalidad del bienestar democrático y la infernal industria de la muerte!.
Existe una posibilidad muy cierta de que el odio vuelva a desbocarse. «Ocurrió: En consecuencia puede volver a ocurrir en cualquier lugar: Esto es la esencia de lo que queremos decir», advirtió el italiano Primo Levi.

No es fácil contener la emoción ante la lectura de la novela de Primo Levi, ni en las galerías del museo de Carpi, ni ante las vistas de las cámaras de gas y los crematorios, las alambradas electrificadas o la sección de uno de los inmundos barracones con camastros de Auschwitz en los que los presos se hacinaban su inexorable viaje hacia la muerte, y que Primo describe desde la existencia de un poeta ‘fieramente humano’.

4 comentarios en “Primo Levi es enviado a Auschwitz desde Carpi, el 21 de febrero de 1944

  1. Primo Levi

    Un país se considera tanto más desarrollado cuanto más sabias y eficientes son las leyes que impiden al miserable ser demasiado miserable y al poderoso ser demasiado poderoso.

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  2. Asun

    Al contrario que otros testimonios de la barbarie nazi, escritos años e incluso décadas después de los hechos, ‘Si esto es un hombre’ se redactó en caliente, a los pocos meses del regreso de Auschwitz. Sin embargo, el propio autor lo consideraba una obra literaria antes que testimonial. La obra de Levi, en efecto, no nos cuenta nada que no conozcamos por otros testimonios más detallados y truculentos. No hay que buscar ahí su valor. A pesar de tratar sólo de hechos reales, de no contener ficción, ‘Si esto es un hombre’ es una maravillosa obra literaria
    Doy fe

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  3. Santiago

    Primo Levi cuenta que en Auschwitz la muerte empezaba por los zapatos. Para la mayoría de los prisioneros los zapatos se habían convertido en un verdadero instrumento de tortura por las llagas infecciosas que ocasionaban después de largas horas de marcha. Primo Levi recuerda el tormento insoportable que en su caso suponía tener que caminar por el barrizal con unos zapatos sin cordones, que a cada paso quedaban hundidos y atrapados en la nieve o en el fango. Solucionar este problema le parecía un sueño inalcanzable, pero una mañana en medio de aquel espantoso horror vio el cielo abierto. En el barracón donde dormían hacinados, su compañero de litera amaneció muerto y él se limitó a apropiarse de sus cordones. En los 11 meses en que estuvo prisionero en el campo de exterminio de Monowice-Auschwitz, por fin podría caminar con normalidad, aunque fuera a la cámara de gas, sin perder los zapatos y tener que desandar los pasos para rescatarlos del barro con los pies descalzos.

    En la exposición sobre el campo de exterminio de Auschwitz, que se exhibe en Centro de Exposiciones Arte Canal en Madrid, el recuerdo más conmovedor lo constituyen, sin duda, los zapatos de niño, de hombre, de mujer, que se muestran dentro de las vitrinas, en cuyas suelas gastadas está inscrita la ruta infernal que recorrieron hasta la muerte. Uno se pregunta a qué niña pertenecería ese zapatito blanco o azul, qué elegante señorita se contonearía sobre ese zapato rosa de tacón de aguja por las calles de Viena, qué profesor, violinista, comerciante, oficinista calzaría esas botas cuando fue detenido. Cada uno de estos zapatos venía por caminos distintos transportando una vida, que tal vez había sido alegre y feliz, pero todos llevaron a sus dueños a la cámara de gas como único destino. Theodor Adorno dijo que después de Auschwitz no se puede escribir poesía. Dejemos, pues, a un lado el desolado lirismo. El papa Benedicto XVI visitó el campo de Auschwitz el domingo 28 de mayo de 2006. Permaneció absorto entre aquellos siniestros pabellones y después de un largo silencio ante aquella espantosa visión dirigió un grito interior a Dios: «¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué permitiste todo esto?». El Papa solo era un teólogo exquisito que pisó aquel campo de exterminio con unos lujosos zapatos rojos de Prada, hechos a medida.

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