‘El Proceso’ de Kafka (Jueves 9, 19:00, Aiete)

En un sondeo realizado por la empresa el diario parisino Le Monde; de una lista preliminar de 200 títulos creada por librerías y periodistas, votaron 17.000 franceses respondiendo a la pregunta: «¿Qué libros se han quedado en su memoria?»
Estos eran los tres primeros
1 ‘El extranjero’ de Albert Camus (lectura dramatizada en Katxola el año 2006)
2 ‘A la búsqueda del tiempo perdido’ de Marcel Proust (abrió el décimo año de literatura y cine)
3 ‘El proceso’ de Franz Kafka, que se debate este jueves día 9

‘El Proceso’ es una obra venerada en el mundo de la literatura, especialmente en la alemana, para muchos expertos y lectores su obra cumbre.
El manuscrito de «El proceso» es el centro de una nueva exposición del Martin Gropius-Bau de Berlín -la gente de Lantxabe recuerda la asociación entre Gropius y la Bauhaus-. Berlín es la ciudad en donde, según muchos entendidos, comenzó la historia de la obra.
Franz Kafka ha cambiado el modo de describir las vilezas de las sociedades, con ese humor escondido detrás de un análisis profundo e irónico de la vida, de las cosas que realmente importan, del desaliento del ser humano frente a lo absurdo. “El proceso” es, sin lugar a dudas, donde mejor se manifiestan estas sensaciones.
Kafka, mordaz, con una guasa que hace sonreír al lector, describe apasionantes asuntos como la religión, las relaciones entre padres e hijos, la humillación y la forma de afrontar la sexualidad.
‘El proceso’ tiene interés para tertulias asociadas a la vida cotidiana y de barrio, como las de Aiete, porque es una denuncia de la burocracia, de las dictaduras, de las opresiones y de todas esas cuestiones que nos aprisionan y no nos dejan movernos del lugar.
La lectura del proceso sirve tanto para cuestionar las normas jurídicas como para denunciar los movimientos que acechan la libertad de las personas.
En “El proceso” Kafka denuncia las instituciones que funcionan en torno a una burocracia nociva, se burla del estado, de sus contradicciones y de la poca fiabilidad que tiene, aunque imponga un alto respeto. En una parte de la novela Kafka ridiculiza al estado porque asigna el domingo como día para realizar los interrogatorios a los procesados. Eso mismo hubiera escrito hoy porque el estado ha obligado a los catalanes a votar en día de labor.

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