Los murciélagos del Bosque Miramon tienen refugio en Katxola

Un periódico ha nombrado a estos quirópteros como “Bellas criaturas de la noche”. No ven pero vuelan, cazan, se comunican, se aparean, se reproducen, alimentan en la noche cerrada y encuentran refugio en dos nidos plantados en una de las paredes del caserío.

Los murciélagos son mamíferos con alas. Los únicos vertebrados, junto con los pájaros y algunos dinosaurios, capaces de volar. Criaturas no solo extrañas y fascinantes sino tan difíciles de estudiar que el análisis de sus sorprendentes características únicamente ha sido posible a partir del momento en que la tecnología de las cámaras, los receptores de sonido y grabación o los detectores de movimiento empezó a perfeccionarse.

En Katxola falta colocar en estos nidos, sendas cámaras web para que se pueda hacer un seguimiento de su reproducción y vida. Ese era un compromiso de las obras que se han realiado en el Bosque de Miramon, que no se ha cumplido todavía. Lo vamos a intentar.

Pues bien, los primeros días de agosto se celebró en Donostia el decimocuarto Simposio Europeo de Investigadores de Murciélagos.

Durante los cinco primeros días de agosto investigadores, científicos, biólogos, programadores, técnicos en avances audiovisuales, exploradores, paleontólogos, etólogos, nutricionistas has disfrutado de San Sebastián, en un cónclave sobre los murciélagos que se convocó por primera vez en Bonn en 1981 y cuya edición decimoquinta tendrá lugar en 2020 en Turku, Finlandia. Desde Katxola, en el futuro, les contaremos nuestra experiencia. El pasado año, en julio, ya estuvimos en Helsinki

Estos investigadores, llegados de China, Polonia, Latinoamérica, Rusia o Rumania, visitaron el ‘Rhinolophus hipposideros’ en las cuevas oñatiarras de Aitzabalko, Aitzbelzko, Billotzako o Gesaltza. Este murciélago pequeño de herradura es cavernícola y se siente cómodo en oquedades cubiertas por arbustos y vegetación.

Antes el murciélago era el saguzarra, el ‘ratón viejo’, el ‘chauve souris’ (ratón calvo en francés).

Sin embargo para la gente del campo es otra cosa. La agricultura sostenible sabe que son depredadores de plagas. G. McCracken, especialista en Biología Evolutiva recordó en su ponencia ‘Murciélagos en Altitud’ que por encima de nuestras cabezas, allá donde ni los Boeings ascienden vuelan trillones de insectos solo detectables por los murciélagos…

Cierto, algunos transmiten enfermedades. Cierto, unos cuantos pueden ser rervorios de diversos virus pero ¿Qué se puede aprender de su sistema inmunológico?. En China simbolizaban longevidad, salud y dinero. En 1842 Collin de Plency recordaba en su ‘Diccionario Infernal’ que los indios caribes los consideraban criaturas benefactoras que protegían sus casas por la noche y matarlos era sacrilegio. En 1879 Antón Luzuriaga encarga su mausoleo en el cementerio donostiarra de Polloe al arquitecto Antonio Cortázar Gorría. Éste, responsable del San Sebastián romántico, situó en los lados del frontón y bajo el rosetón dos murciélagos sobre antorchas: guardianes de la oscuridad. Luego aparecería Drácula. Y más tarde… Batman.

Hemos colgado el video de Enma Teeling, profesora de la Universidad de Dublín y creadora en 2005 del Laboratorio de Evolución Molecular y Filogenética Mamífera. Soberbia divulgadora, en el video figura una disertación; son 16 minutos que contienen muchas de las ideas que compartió con sus compañeros en el campus de Donostia. Enma explicó que el genoma del murciélago esconde la respuestas a muchas de las preguntas, los miedos y deseos del ser humano. Su capacidad de orientarse en la más absoluta de las oscuridades. Su poder para localizar a sus presas emitiendo sobre ellas sonidos que luego rebotan en sus orejas. Su todavía no descodificado metabolismo. Se creía que siendo la mayoría de ellos pequeños y gastando la gran cantidad de energía necesaria para volar deberían vivir poco. Y sin embargo son realmente longevos. Algunos viven más de 40 años.

Acaso haya respuestas en el Simposium XV. O replanteamientos. O hallazgos. Será en Turku (Finlandia). Ya en 2020. Los de Katxola nos reservamos una silla

Deja un comentario