El museo arqueológico al aire libre de Munto

  1. Introducción

El ave Fénix es un pájaro mítico de la mitología griega, que se consume por acción del fuego cada 500 años, pero luego resurge de sus propias cenizas.

Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna. Pues bien, el 12 de febrero de 2013 con el derribo parecía que se enterraba el último símbolo de Aiete y, sin embargo, cual ave Fénix, cuatro años más tarde, renace de aquellos cascotes y reaparece, con más esplendor si cabe, un nuevo símbolo: la plaza de Munto y el museo arqueológico al aire libre.

  1. Un breve relato del proceso de definición del diseño de la nueva plaza de Munto

El 2 de abril de 2013 se celebró la reunión para empezar a definir el futuro diseño de la Plaza donde se encontraba el caserío Munto.

A partir de esta reunión, los vecinos del barrio reflexionaron sobre las prioridades en torno al diseño de este nuevo espacio. La mayoría de las propuestas presentadas se hicieron a través de la página web de Lantxabe, que fue depositaria de más de cien ideas, ellas enmarcaron proceso y diseño. Una de las propuestas -la de Lhaia- fue la que adoptó el equipo municipal y le dio forma.

El 13 de mayo de 2014 se presentó dicha propuesta en una reunión abierta a la ciudadanía.

Con el protagonismo activo de la Asociación de Vecinos Lantxabe, participaron en la reunión, junto a un centenar de vecinos, la Concejala de Infraestructuras y el Concejal de Participación y personal técnico municipal de Urbanismo y Participación Ciudadana.

El diseño definitivo de la plaza, basado en el proyecto de Lhaia, consistió en una plaza ajardinada con manzanos y espacios de hierba, con bancos corridos, un pequeño escenario para la realización de diversos actos, caminos peatonales de acceso a la plaza y un espacio para el juego de la “Toka”.

En la zona baja, debajo de la plaza, se conservaba el recinto de bodega del caserío destinado a museo arqueológico al aire libre.

  1. Museo arqueológico al aire libre.

Plaza y bodega presentan un museo arqueológico.

En las década del 70, 80, del siglo se demolieron las antiguas casas de campesinos en el barrio de Aiete, para construir un barrio moderno y rentable a las urbanizadoras y arcas municipales. En el caso del caserío Katxola, en vez de su total destrucción, por presión de la vecindad, se desmanteló, piedra por piedra, para reconstruirlo posteriormente en su actual emplazamiento, a la orilla del Bosque de Miramón.

La demolición de Munto ha tenido otra alternativa.

En este caso, dado que su derrumbe era inevitable, se optó por sustituir el caserío por un museo vivo en su recuerdo y simbolismo.

Todo comenzó al día siguiente del derribo. Hoy en día, cuatro años más tarde, tenemos un conjunto museístico para disfrutar en el barrio aunque no sea muy conocido en la ciudad -quizás con el ascensor se logre acercar Aiete y Donostia-

El Museo al Aire Libre de Munto dispone de la plaza citada, poblada de manzanos, toka, largos bancos corridos y escenario.

Y en la bodega del antiguo caserío, en un espacio acristalado y bien iluminado, una variada exposición los herramientas, aperos, artilugios mecánicos que componían la antigua prensa del caserío y más concretamente, el tolare de Munto. Una construcción histórica con el motor de la prensa que, ayudado por la polea de cuero genuino, permitía el funcionamiento mecánico del lagar. El cuadro de madera que simula la bañera del tolare. Todo ello en torno al eje tornillo -o ardatza- de 2,5 m sobre el que giraba el rodamiento gigante y con él la prensa del caserío. Está también el mando eléctrico, la portentosa pieza desgranadora, la embotelladora, varias kupelas de tamaño medio y pequeño, la balanza de pesas, máquinas de segado, laias, etc.

Lo que da vida al museo es el recuerdo fiel de cómo era la fabricación de sidra en los caseríos, con piezas originales del propio Munto, conservadas por Lantxabe en un almacén municipal de Igara.

Con la acción de Lantxabe se consiguió convertir Munto, en un recuerdo simbólico y arqueológico del caserío. En vez de desmantelar las paredes, se decidió conservar la construcción, en piedra, del muro y las escaleras de Munto y se logró el actual museo al aire libre de Munto.

Hoy en día, y gracias a esa decisión, tenemos una interesante exposición permanente al aire libre que nos muestran cómo funcionaba una prensa de manzanas en los caseríos de principios del siglo XX. Tenemos a la vista todo el conjunto de piezas de un tolare, que nos trasportan en el tiempo, a la cultura rural del pasado y nos hacen vivir una experiencia única e inigualable.

Magnifico museo, una forma distinta de exhibir la etnología, todo ello en un entorno sencillo.

Pocas veces habremos tenido en Donostia la oportunidad de ver un museo como el museo al aire libre de Munto, y es que no hay mejor manera de conocer cómo se vivía antaño en Donostia, más que pudiéndolo ver con nuestros propios ojos.

En esta ocasión nos trasladamos hasta la plaza de Munto, en los autobuses G1, DB 31, 19 y 35, en el futuro en ascensor, y si alguien le da luz a los gobiernos, en el topo.

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