Dos artesanos en Munto, al servicio de la iniciativa popular.

Se trata de dos viejos conocidos en la creación,como museo arqueológico al aire libre, de la Bodega de Munto; Javier Busselo y Giorgio Studer, han construido este modelo único de edículo que existe en la ciudad de Donostia. Como afirmamos en su día, nuestra pareja de artesanos tienen alma de artista.

Esta tarde han añadido al museo dos piezas que faltaban por reponer: el motor de la prensa que, ayudado por la polea de cuero genuino, permitía el funcionamiento mecánico del lagar, y han incorporado un cuadro de madera que simula la bañera del tolare.

A partir de piezas muy deterioradas y con pérdida de material, que encontramos -ellos y los de Lantxabe- en el almacén de Igara, han hecho el milagro de reconstruir un tolare que recuerda el viejo lagar de Munto. Reutilizando los elementos aprovechables, han logrando equipar la bodega. Sobresaliente.

Los arqueólogos dan por terminada así su obra de reconstrucción e investigación en el actual museo arqueológico.

Estos expertos resaltaban la importancia de tener una estancia como esta en la ciudad. Y valoran como inestimable -desde el punto de vista cultural y político- la aportación de la vecindad en la propuesta de museo al aire libre.

Por otra parte, con esta reconstrucción artística, el hueco que deja el derribo de Munto, no deja exento de identidad histórica al centro del barrio, ya que en su lugar, plaza y museo, ponen de relieve la importancia del caserío en la formación y desarrollo del barrio de Aiete.

Han pasado cuatro años desde aquel 12 de febrero en el que las piquetas echaban por los suelos los muros del caserío Munto, referencia centenaria del barrio.

Han sido cuatro años de trabajo ciudadano por lograr el mejor de los recuerdos de lo que representaba Munto para Aiete.

El resultado es una hermosa plaza, dotada de escenario y manzanos, árbol señalético, panel identitario y juego de toka, conservando la reconocible escalinata por donde entraban los clientes a la vieja sidrería.

Las dos construcciones, plaza y bodega-museo, una encima de la otra, nos ayudan a entender el papel del caserío, como aparato productivo de sidra y como centro de encuentro y relación ciudadanas.

En los próximos meses es necesario que vecindad y gobierno municipal resalten la importancia de esta experiencia, su valor como obra de arte, su esencia como museo vivo y al aire libre.

Los responsables Lantxabe procurarán llevar a cabo este cometido. Popularizarán la existencia del museo, facilitarán su conocimiento a los visitantes al barrio y señalizarán su existencia.

Javier Cuadrado -del departamento municipal de obras y proyectos- ha estado a pie de obra durante todo este proceso y su colaboración e iniciativa han sido inestimables. Ahora se pasan los trastos a otros departamentos municipales; esperemos estén a la altura de las circunstancias.

Su deber es facilitar la conservación de las piezas expuestas y el mantenimiento del recinto. De hecho la falta de ventilación del local está provocando una altísima concentración de humedad que oxida las piezas recuperadas y expuestas, y empaña la cristalería del museo, haciendo invisible su contenido.

El ayuntamiento no debe olvidar que este de Munto, es el primer museo arqueológico al aire libre de la ciudad, un espacio cultural de primer interés.

Mucho se ha hablado de la popularidad de Munto, de los diversos personajes históricos que lo visitaron, pero lo que es seguro es que era uno de los centros más populares de Donostia a lo largo de todo el pasado siglo XX; estamos empeñados en que siga siéndolo, al tiempo que trabajaremos por la conservación de su recuerdo.

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