Fenomenal ambiente ayer en el Jolastoki y en Aiete.

El barrio se concentró ayer en el Jolastoki ante la llamada y la atracción del fuego y la mágica noche de San Juan

El 16 de septiembre de 1963, durante las fiestas de Aiete, se produjo la inauguración oficial del Jolastoki y nuestro admirado Manuel Matxain, participó en dicho evento como bertsolari. Ayer le tocó el turno a otro excelente bertsolari del barrio, admirador de Manuel, Manex Mujica, componente de la Aieteko Euskeraz Batzordea y de Bertsozale Elkartea.

A la cita fueron llegando los organizadores, Aieteko Euskeraz Batzordea, Lantxabe, ACD de Aiete y otras personas colaboradoras, y poco a poco, decenas de familias del barrio, contagiadas por la entrega, el entusiasmo y la imaginación de las criaturas y de de la chavalería. El climax se produjo cuando llegó la trikitixa encabezando la comitiva que venía de Etxadi.

Manex entonó unos bertsos propios para la ocasión y se produjo el momento cumbre de encendido de la hoguera.

Martes y jueves, de las dos semanas anteriores, en la Aieteko Ikastetxea, tuvieron lugar los ensayos para bailar alrededor de la hoguera y, a partir de que la hoguera toma cuerpo, dos decenas de adultos y bastantes más chicas y chicos, de todas las edades, participan en el rito del baile, bien ensayado y graciosamente trenzado, o haciendo cadena alrededor de la gente, embelesada con la hoguera, siempre con el acompañamiento de los sones, primero, del disjokey del barrio, Cristóbal, y luego de las trikitixas.

Extraordinario ambiente y buena temperatura, después de varias jornadas de intenso calor, en esta fiesta que homenajea la luz, los días largos y la esperanza. Una vez se dio fin al baile, el público pudo llevarse un San Joan Lore-Sorta, augurio de buena suerte con el compromiso de que el año próximo sea quemado en la hoguera.

Toda la tarde fue una romería en el Jolastoki. San Juan Sua se ha convertido en una de las principales citas festivas del barrio, recuperando una vieja tradición.

Como se ha dicho en la crónica de ayer, se acabaron todas las viandas; sobre todo se bebió sidra y agua; se formaron diversos corros y tertulias; la chavalería arrojaba papeles como expresión de cosas negativas, hasta que se empezó a recoger la hoguera, que duró más de lo esperado y no permitió la costumbre más tradicional, es decir, saltar sobre ella. La fiesta se prolongó hasta las doce de la noche

Incluso el fuego ha cogido un ímpetu inusitado en Aiete; las autoridades no deberían tomarse a chufla, las necesidades comprometidas con el barrio

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