La Accademia de Venecia en los «Paseos por el Norte de Italia»

El día 15 de julio, los viajeros que acompañan al Ciclo de Literatura y Cine, visitarán la Accademia de Venecia

El edificio que alberga este museo fue construido en 1561 por Andrea Palladio aunque no fue hasta 1807 cuando la Academia de Bellas Artes de Venecia, creada en 1750, se trasladó a dicha sede. Desde entonces, la colección de obras de arte se ha ido incrementando recogiendo los cuadros de las iglesias de los alrededores que, bien fueron desapareciendo, bien se encontraban en apuros económicos.

Viajar a Venecia y visitar este magnífico museo, es uno de los motivos más extraordinarios para unirse al Viaje al Noreste de Italia que ha organizado el Ciclo de Literatura y Cien de Lantxabe.

Después de visitar la Pinacoteca di Brera en Milán; la Alte Pinakothek de Munich, y el Hermitage de San Petersburgo, el pasado verano, ahora nos espera la Academia de Venecia.

Podemos ver una selección de 10 cuadros extraordinarios

1- VIRGEN ENTRONIZADA CON SANTOS de Alvise Vivarini: Pintor muy cotizado en su tiempo — llegó a estar oficialmente contratado por el gobierno de la Serenísima República de Venecia — Alvise Vivarini supo adoptar desde bien pronto las influencias de Giovanni Bellini y de Antonello da Messina, abandonando los convencionalismos aún góticos de su padre, Antonio Vivarini. En este bello cuadro, la Virgen aparece sentada con el Niño dentro de una escenografía monumental que nos recuerda lejanamente a Mantegna aunque la iluminación y el espacio creados son típicamente venecianos. Los intentos de perspectiva del fondo son ingeniosamente matizados por la colocación de un paño verde que deja ver el cielo a través de los arcos. Extraordinario todo el cromatismo de la obra.

2- RETABLO DEL SANTO JOB de Giovanni Bellini: Giovanni Bellini es sobre todo recordado por haber las técnicas del óleo del Renacimiento del norte de Europa a la tradición de la pintura italiana del siglo XV. Este cuadro fue un encargo para la iglesia del Santo Job de Venecia y mediante el mismo Bellini se granjeó un inmediato reconocimiento como artista. Utilizando la incipiente técnica del óleo en determinados fragmentos del cuadro — en otros se sirve aún del temple — Bellini obtiene unos ricos colores en los vestidos de los santos y una iluminación del todo envolvente. Pese al forzado escorzo que presentan los instrumentos musicales, el juego de luces y sombras otorgan una gran veracidad a la escena. Obra extraordinariamente piadosa que parece desprender música en su contemplación.

3- EL HOMBRE DE VITRUVIO de Leonardo da Vinci: Este dibujo, de un tamaño algo superior al de una cuartilla, es posiblemente una de las creaciones artísticas más famosas y universalmente conocidas. Pintado a lápiz y tinta, representa una figura masculina desnuda en dos proporciones sobreimpresas de brazos y piernas e inscritas en un círculo y un cuadrado. Leonardo se basó para su realización en los textos del arquitecto romano Vitruvio y la obra supone un redescubrimiento de las proporciones del cuerpo humano bajo el principio de la simetría básica. En unas notas aclaratorias, Leonardo nos ofrece todo un catálogo de proporcionalidad basado en dicha figura. Existen muchas conjeturas sobre algunos aspectos ocultos de este dibujo, algunas de ellas con mayor o menor originalidad.

4- EL SUEÑO DE SANTA ÚRSULA de Vittore Carpaccio: Alumno de Gentile Bellini y Lazzaro Bastiani, Carpaccio fue uno de los primeros grandes maestros venecianos. Esta obra, perteneciente a un ciclo de nueve pinturas sobre la vida de Santa Úrsula que dio una gran fama a su autor, representa una hermosa escena suavemente bañada por una luz dorada y difusa, muy característica del autor. En ella vemos a una joven que se ha quedado dormida y que recibe la visita de un ángel. La pintura, aún reflejando una escena del todo espiritual, supone también un documento sobre los quehaceres cotidianos de la época, como bien se muestra en el detalle del libro abierto o del perrillo que aparece al pie de la cama. La interiorización lumínica de Carpaccio influyó decisivamente en los pintores holandeses, especialmente en Vermeer.

5- EL MILAGRO DE LA CRUZ JUNTO AL PUENTE DE SAN LORENZO de Gentile Bellini: Pese a que su fama no ha perdurado como la de su hermano Giovanni, Gentile Bellini fue el artista más reconocido de la Venecia de su época. Este temple y óleo sobre lienzo, de extraordinarias dimensiones, representa una de las procesiones anuales de la Scuola di San Giovanni en donde se transporta una reliquia de la Vera Cruz. Según la leyenda, el relicario se cayó a un canal pero no se hundió hasta que fue rescatado por Andrea Vendramin, el guardián de la Scuola que aparece representado en primer plano con una túnica blanca. La tela ofrece una preciosa vista panorámica de Venecia pintada con gran fidelidad documental. Entre los personajes pintados, se ha podido identificar al propio Gentile Bellini, a su padre y a su hermano Giovanni.

6- LA TEMPESTAD de Giorgione:

La tempestad de Giorgione es la imagen elegida para Tríptico del Ciclo de Literartura y Cine. Tendremos el enorme placer de estar delante de este cuadro muy pronto, cuando llegue el mes de julio.

Autor: Giorgione (Giorgione Barbarelli da Castelfranco, 1477-1510)

Cronología: 1505

Estilo: Pintura del Cinquecentto italiano (Renacimiento). Escuela Veneciana

Técnica: pintura al óleo sobre lienzo

Este es uno de los cuadros más misteriosos de la Historia del Arte, (a pesar de su pequeño tamaño) porque ha traído de cabeza a los investigadores que no se ponen de acuerdo sobre el tema representado ni el significado de esta obra.

Si analizamos la escena detenidamente, vemos que dentro de un paisaje boscoso aparece una mujer semidesnuda, sentada amamantando a un niño en su regazo, mientras una figura masculina la observa a un lado. Al fondo, se puede ver una ciudad y un cielo tormentoso que acecha y amenaza a los personajes. La oscuridad se acerca sobre ellos que siguen ajenos a la llegada inminente de la tempestad, este hecho es el que ha dado nombre a la obra puesto que ni siquiera sabemos su título original.

Un coleccionista contemporáneo de Giorgione, un tal Marcantonio Michiel, nos habla de este cuadro describiéndolo como “un pequeño paisaje con tormenta, mujer gitana y soldado“. Esto es realmente lo que podemos ver, pero la disposición de los personajes y su relación con el paisaje hacen que la escena atraiga al espectador desde el primer momento. Se advierte algo más, algo simbólico y misterioso que no alcanzamos a comprender y que resulta inquietante.

La mujer, que algunos consideran una representación profana de una Madonna, mira desafiante al espectador sin ningún reparo, mientras que el personaje masculino gira su cabeza hacia la escena como si quisiera presentarla. Entre ellos no parece haber conexión y se representan aislados uno del otro aunque formando parte del mismo escenario: el bosque.

En principio, esta interpretación pudiera parecer correcta sino fuera porque un profundo análisis con rayos X ha demostrado que la figura masculina fue en un principio otra mujer desnuda inclinada para tomar un baño. Esta rectificación tan radical no hace más que añadir incógnitas a la obra y dificulta su comprensión.

Así para algunos investigadores, la escena sería un tema religioso identificado como la Huida a Egipto o Adán, Eva y Caín expulsados del Paraíso, siendo el rayo que se abre en el cielo al fondo del bosque la alegoría de Dios Padre. Mientras que para otros, estamos ante un tema mitológico relacionado con la infancia de Paris (la ciudad al fondo sería Troya) e incluso, una escena del “Sueño de Polífilo”. Como vemos nada está claro en esta pintura.

Además existen otros elementos contradictorios que no ayudan a aclarar nuestras dudas. Por ejemplo, la columna situada detrás del personaje masculino podría simbolizar la Fortaleza pero al aparecer rota, también sería símbolo de la Muerte. ¿Por qué el autor la coloca precisamente allí? No lo sabemos, puede ser que simplemente quisiera representar un paisaje con personajes al estilo clásico sin ninguna intención oculta o alegoría, pero desde luego no lo aclara.

En lo que sí se han puesto de acuerdo los críticos es en considerar “La tempestad” como la primera obra paisajística de la Historia del Arte, y en su gran influencia posterior en la pintura occidental, sobre todo en los pintores románticos del siglo XIX.

El paisaje aquí no es una mera excusa recreativa para la escena principal, sino el propio tema central que envuelve a los personajes y que atraen las miradas del espectador. Cautiva su fuerza poética y sugestiva, no es un paisaje real sino una ensoñación de un momento etéreo e irrepetible. Es la representación pictórica de una emoción, algo que se realiza por primera vez en la historia de la pintura y que la convierten en una obra maestra.

7- RETABLO DE SAN LORENZO GIUSTINIANI de Il Pordenone: Conocido como Il Pordenone, Giovanni Antonio de Sacchis fue uno de los más importantes difusores del movimiento manierista en el norte de Italia. Alumno de Tiziano y pintor muy admirado por Tintoretto, consolidó su estilo manierista al contactar con Correggio y especialmente con Parmigianino. Las figuras monumentales de este retablo parecen estar tomadas de Miguel Ángel siguiendo las fórmulas manieristas de crear una disposición teatral con gestos y movimientos. Resulta del todo admirable la relación existente entre los distintos personajes merced a sus distintas expresiones. La pintura presenta un encendido cromatismo, tal vez algo efectista, que imprime una indudable dinámica a la composición.

8- ADÁN Y EVA de Tintoretto: Situado entre los albores del Barroco y considerado como la última gran figura del Renacimiento italiano, Iacopo Robusti, llamado el Tintoretto, fue un artista genial que recibió tantos elogios como ácidas críticas en su tiempo. Pintor muy dado a los temas del Antiguo Testamento, Tintoretto realizó este sensacional óleo con una inédita estructuración, en diagonales paralelas, que se ve contorneada por unos colores poco vivos pero muy cálidos. La visión de un paraíso frondoso que se pierde en el horizonte ofrece un toque agreste en consonancia con la inocencia de la escena. El cuadro, a modo de calculado presagio, se va oscureciendo por la parte del fondo de Adán. Los torsos recios e inclinados de las figuras ofrecen un precioso atractivo a la composición general. Obra genial de un artista genial que me llevo directamente a casa.

9- FIESTA EN CASA DE LEVÍ de Veronés: Este gran lienzo es del todo inconfundible en su autoría, la de Paolo Caliari, más conocido como El Veronés, por la suntuosidad del mismo y el clasicismo de su marco arquitectónico. Obra encargada por el monasterio de San Juan y San Pablo y que en principio debía representar La Última Cena, Veronés acometió la misma con una audaz perspectiva que refleja la pompa y majestad de su época. Y no sólo eso: El estilo ornamental del banquete presidido por Jesús, en donde se aprecian perros e incluso criados borrachos, enfrentó al Veronés con las autoridades religiosas de la época, quienes vieron en el cuadro una escena del todo escandalosa. Veronés aludió a la incorporación de tanta figura sacrílega — bufones, enanos, mercenarios alemanes… — manifestando que un cuadro de tales proporciones debía contener muchas figuras. Pese a que la misma Inquisición tomó cartas en el asunto, Veronés se negó a repintar las escenas consideradas censurables y solucionó el problema cambiando el inicial título por la actual denominación del cuadro. Genio y figura.

10- LA PIEDAD de Tiziano: Posiblemente la última obra del gran genio de Pieve di Cadore, un verdadero testamento artístico y espiritual en donde Tiziano proclama su fe en la vida eterna y en la inmortalidad del alma. Todo el cuadro está cargado de un simbolismo dirigido a expresar su más profunda religiosidad. El escudo familiar figura en el ángulo inferior derecho y el viejo José de Arimatea, inclinado a los pies de Cristo, es considerado como un autorretrato del pintor. Tiziano hace gala de una absoluta maestría en base a una economía cromática y una libertad de ejecución que aún hoy en día nos sorprenden. Paulatinamente, las formas se van perdiendo y se convierten en meras manchas de color. Este cuadro, salvando las distancias cronológicas en más de trescientos años, es totalmente impresionista atendiendo al empleo de la materia pictórica. Obra maestra absoluta sin posible discusión.

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