El Ciclo de Literatura y Cine de Aiete cierra su abrazo al Adriático

Este mes de Julio, con su viaje hacia la costa occidental del golfo de Venecia, Lantxabe cerrará un bello circuito que inició hace tres veranos en las costas de la península balcánica.

Los círculos señalan alguna de las ciudades transitadas en la península de los Balcanes y los que se verán este verano en el Norte de Italia.

El mar Adriático es un golfo estrecho y alargado que mide como máximo 200 km de ancho de este a oeste, y 800 km de norte a sur.

La costa occidental es italiana y la oriental es, en su mayor parte, croata, aunque algunas partes pertenecen a Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro y Albania. En aquel viaje de «fin de curso«, los del ciclo de Literatura y Cine visitaron, además de las crotas, algunas ciudades de Montenegro y Herzegovina.

De esta suerte, hace tres años, Lantxabe recorrió  la parte oriental del Adriático, este verano proyecta patear su parte occidental.

Al organizar el viaje a esta placentera, deliciosa, encantadora, espléndida región italiana, el Ciclo Cultural aspira a continuar su saber en el campo de la literatura, del cine, de la pintura y de la música de la antigua República de Venecia y el Noreste de Italia, conocer y patear su historia, su geografía, palpar sus piedras y respirar su aire.

Por ello, tiene programadas dos conferencias; una,  sobre la música barroca en Venecia, destacando a Vivaldi, y, otra, sobre la pintura veneciana

Este verano, se visitarán las ciudades más notables de la costa italiana del Adriático (Venecia, Rávena, Rímini…) culminando el abrazo a un mar preñado de belleza, de saber, de fuerza, de potencia humana.

(En el mapa de arriba se puede ver la ciudad de Ferrara, eje del segundo hito del ciclo, con la novela de Giorgio Bassani, en tertulia; Verona, Padua, Vicenza y la propia Ferrara también están incluidas en el viaje)

Culminaremos lo que iniciamos hace tres veranos, recorriendo la costa oriental del mar Adriático. Entonces se disfrutó de la Península de Istria, que separa el Golfo de Venecia y el Golfo de Trieste con el Golfo de Kvarner (la cadena insular costera se extiende hasta Dubrovnik, la antigua Ragusa de Dalmacia).

(En el continente, visitamos también la Bahía de Kotor en Montenegro y Mostar en Herzegovina)

Y en Croacia, entre otras, pateamos Poreč (Parenzo), Rovinj (Rovigno), Pula (Pola), Opatija (Abbazia), Zadar (Zara), Šibenik (Sebenico), Trogir (Trau), Split (Spalato), y Dubrovnik (Ragusa de Dalmacia) en Croacia.

Las ciudades que bordean el mar Adriático son decadentes y elegantes, pero de una amplia creación literaria, de ahí que puedan servir de base a estos ciclos de Literatura y Cine; en estas ciudades se encuentran algunos de los más bellos enclaves del sur de Europa. Hay  muchos rincones que descubrimos hace tres años y otros nos proponemos encontrar en el verano del actual: fortalezas que se alzaron para defenderse de los piratas, nostálgicos cafés que visitaron poetas y artistas románticos o magníficas piazzas adoquinadas que se asoman a un Mediterráneo todavía transparente.

(1) Venecia, dicen, la ciudad más bella del mundo

Si uno se para a pensarlo, los venecianos se arriesgaron mucho levantando una ciudad de palacios de mármol sobre una laguna. Y desde allí, haciéndola crecer sobre las aguas e inundar el mundo de obras de arte, de música barroca, de ópera moderna, de cocina basada en la ruta de las especias, de elegantes modas bohemias y de un cóctel de Proseco y Aperol digno del Gran Canal: el spritz. En la actualidad, Venecia acoge a arquitectos de vanguardia y benefactores multimillonarios que animan la escena artística. Sobre lo que tenemos que ver en Venecia la organización del viaje nos recomienda el Palazzo Ducale, el Museo Correr, el Teatro La Fenice, la Gallerie dell’Accademia, sus muchos palacios asomados a los canales, sus no menos numerosas iglesias asomadas a sus piazzas y campi, y, cómo no, el omnipresente Gran Canal y sus gondolieri.

Para los gourmets son imprescindibles, además, paradas en el Mercado de Rialto, en el histórico Caffè Florian de la plaza de San Marcos o en el literario Harry’s Bar, que conviven con ofertas renovadoras que nos exigirán salirnos un poco de foco, como el Venissa, en Mazzorbo, la isla-huerto al otro lado del puente de Burano donde se cultiva de todo. Allí podremos “comernos el paisaje” en forma de ñoquis, pescados de la laguna y otras delicatesen que se pueden degustar en un patio junto a los viñedos.

(2) Dubrovnik (Croacia)

Dubrovnik es la otra gran joya del Adriático.

El extraordinario casco antiguo de la ciudad croata, cercado por macizas murallas defensivas, es una de esas maravillas que no se olvidan en la vida y que encierran la esencia profunda de una fantasía medieval frente al Adriático. Por eso no es extraño que en los últimos años este marco haya tenido un papel protagonista en la serie Juego de Tronos, ni que tantos poetas lo hayan colmado de epítetos a lo largo de los siglos, entre ellos –el más popular y tópico-, la perla del Adriático, de Lord Byron.

  • El 12 de junio de 2014 de la mano de Sandor Marai, acompañamos a Viktor Askenasi, protagonista de la novela ‘La extraña’ a la isla de Lokrum. Un mes más tarde, el 12 de julio, los asiduos a las tertulias de Lola Arrieta, visitamos la preciosa isla de la foto.

La belleza del casco antiguo de Dubrovnik  impresiona. Sus calles de mármol, sus edifcios barrocos y las brillantes aguas del mar crean una imagen que no olvidamos. Vimos la ciudad desde el monte Srd, y el conjunto es insuperable. Recorrimos las murallas… Pero Dubrovnik es sobre todo un lugar para disfrutar del estilo de vida mediterráneo, recorriendo su pasado de auge y caída en los museos de la ciudad, repletos de arte y objetos históricos. Y tras este empacho, solo queda recordar el magnífico hotel y las zambullidas en sus piscinas y en las aguas de la playa.

(3) Rovinj (Croacia) Mediterráneo en estado puro

Rovinj (Rovigno, en italiano) está en la costa de Istria. Rovinj es uno de los últimos puertos pesqueros mediterráneos auténticos que quedan. Los pescadores descargan sus capturas a primera hora de la mañana, seguidos por un tropel de escandalosas gaviotas, y reparan sus redes antes del almuerzo. Las rogativas para la pesca se hacen en la enorme iglesia de Santa Eufemia, cuya torre de 60 metros señala la península ovalada donde se ubica el casco antiguo de la ciudad, rodeado de colinas boscosas y pequeños hoteles, y surcado por empinadas calles adoquinadas y placitas.

Entre lo más recomendable de la ciudad está Grisia, una calle empedrada llena de galerías donde los artistas locales venden sus obras. También la subida por detrás del arco de Balbi hasta Santa Eufemia, a través de callejulas serpenteantes que son una atracción en sí mismas, con ventanas, balcones, portales y plazas de estilo de lo más variado: gótico, renacentista, barroco y neoclásico. Otro detalle curioso: las fumaioli (chimeneas exteriores) de muchas de sus casas.

(4) Zadar (Croacia)

Con iglesias medievales, ruinas romanas, cafés cosmopolitas y museos de calidad, el casco antiguo de Zadar ocupa una pequeña península y resulta de lo más interesante. Sus dos atracciones más singulares, dignas de ver y escuchar, son las instalaciones de sonido y luz Órgano del Mar y Saludo al Sol, de Nikola Basic (el mundo de fantasía de las tres fotos obtenidas en un bellísimo atardecer)

Un mosaico de reliquias históricas y una ciudad viva y palpitante que disfrutan los residentes y visitantes por igual. La plaza del pueblo, el centro de la vida pública, está siempre animada gracias a sus muchos cafés-bares (allí escuchamos las televisiones con el campeonato mundial de fútbol).

Una de las cosas más intrigantes de Zadar es la manera en que las ruinas romanas aparecen en cualquier rincón de la ciudad, y especialmente en el antiguo foro, construido entre el siglo I antes de Cristo y el siglo III, y que todavía concentra la actividad cívica y religiosa local, con la imponente presencia de la iglesia de San Donato.

(5) Split (Croacia). La herencia de Diocleciano

Split (Spalato, en italiano), es la segunda ciudad más grande de Croacia, un lugar fantástico para conocer la animada vida dálmata. Esta exuberante ciudad equilibra tradición y modernidad a la perfección. Al entrar en el Palacio de Diocleciano, declarado patrimonio mundial y uno de los monumentos romanos más impresionantes del mundo, encontraremos decenas de terrazas, restaurantes y tiendas entre las antiguas murallas donde, durante milenios, ha transcurrido la vida de la ciudad.

Pero más que un palacio, o un museo, este barrio histórico es, en realidad, el verdadero corazón de la ciudad, un laberinto lleno de gente, bares y comercios. El palacio en sí, la fortaleza militar, amén de residencia imperial y ciudad fortificada, mide 215 metros de largo por 181 de ancho en su extremo sur.

La guinda del pastel en Split la pone un entorno único: las aguas turquesas del Adriático y un espectacular telón de fondo montañoso.

(6) Trogir (Croacia). La isla-ciudad

Una vista desde el Kamarlengo

El casco antiguo de la pequeña Trogir (antes Traou) ocupa un pequeño islote en el estrecho canal que separa la isla de Clovo de tierra firme, frente a la carretera costera. Una verdadera preciosidad de tortuosas calles rodeadas de murallas medievales. Tiene delante un ancho paseo marítimo con una sucesión de bares y cafés. Destaca entre las localidades dálmatas por la profusión de edificios románicos y renacentistas de época veneciana (siglos XIII-XV), muchos de ellos casi intactos, razón por la que, junto a su magnífica catedral, fue declarada patrimonio mundial en 1997.

(7) Kotor (Montenegro). Un fiordo en el Adriático

En este puerto del Adriático se retrocede a esa Europa de ciudades amuralladas con foso, repletas de umbríos callejones e iglesias de piedra en cada esquina.

El entorno, la bahía de Kotor, rodeada de montañas, es uno de los lugares más bellos y curiosos del continente: un fiordo en medio del Mediterráneo. En el interior, todavía quedan tiendas de toda la vida, cafés en plazas de adoquines y un laberinto de calles y plazas con iglesias. Hay pocos restaurantes, pero muchas tiendas y mercados, resguardados tras los muros del Stari Grad (casco antiguo). Allí podremos probar quesos ahumados con nueces o pistachos, gotas de miel dorada y jugosos jamones, para ir después a las pequeñas bodegas y escuchar las recomendaciones de los lugareños sobre sus maravillosos tintos.

Los gobiernos venecianos, austríacos y yugoslavos contribuyeron a dejar un gran legado que todavía está presente en las tiendas de antigüedades de Kotor, ocultas tras puertas sin rótulos y repletas de exquisitas alfombras balcánicas, delicados encajes mediterráneos, jarrones de estilo art nouveau y prendas históricas, entre otros objetos.

(8) Rávena (Italia).La ciudad de los mosaicos

Históricamente llena un hueco poco conocido entre la caída del Imperio romano y la llegada de la Alta Edad Media, período en que los ravenenses gozaron de una prolongada época dorada mientras el resto de la península itálica sufría las invasiones bárbaras. Entre los años 402 y 476 Rávena fue capital del Imperio romano de Occidente y, también, un prolífico centro artístico para los artesanos bizantinos, que legaron a la ciudad preciosos y coloridos mosaicos repartidos por las iglesias cristianas de terracota.

Las obras mestras de Rávena, a base de oro, esmeraldas y zafiros, que datan de los siglos IV al VI, dejan al viajero boquiabierto. Dante, impresionado, las describió en su época como “una sinfonía de colores” y pasó los últimos años de su vida admirándolas. El romántico Lord Byron contribuyó a la fama literaria de Rávena al pasar un par de años viviendo en la ciudad, antes de trasladarse a Grecia.

Declarados patrimonio mundial en 1996, las referencias imprescindibles, todas cubiertas con magníficos mosaicos, son la Basílica di San Vitale, el Mausoleo de Gala Placidia (sus teselas, del año 430, son las más antiguas de Rávena), el Battistero Neoniano (el edificio intacto más antiguo de la ciudad, de finales del siglo IV), la Basílica di Sant’ Apollinare Nuovo, la Tumba de Dante, la Maosoleo de Teodorico y la Basílica di Sant’ Apollinare in Classe, una de las primeras iglesias cristianas de Rávena.

Rávena es imprescindible para conocer la historia de la península italiana.

Y a Rávena, el Ciclo de Literatura y Cine,  le dedica una de las conferencias del ciclo

(9) Korcula (Croacia).Fortaleza contra los piratas

Llegamos a Korcula por mar y las torres y los tramos de muralla que aún sobreviven nos impresionaron, su sola presencia dejaba claro a los piratas que el lugar no iba a ser presa fácil. Este pueblo de la isla croata de Korcula es una maravilla. Cercada por imponentes almenas defensivas, la ciudadela costera exuda historia, con edificios renacentistas y góticos, y calles de mármol. Su fascinante trazado urbano, en forma de espina, fue sabiamente pensado para preservar la comodidad y seguridad de sus habitantes. Mientras las calles occidentales se dispusieron en línea recta para abrir la ciudad en verano al refrescante maestral (viento fuerte y constante que sopla de poniente), las vías orientales son curvas a fin de minimizar el impacto del invernal bur (viento frío del noreste). La villa abraza un puerto, custodiado por torres defensivas redondas y un conjunto compacto de casas techadas con tejas árabes. La gran joya es la magnífica catedral del siglo XV, en medio de una pequeña plaza. Y otra, menos conocida, es el Museo de iconos, cuya pequeña y modesta colección atesora, no obstante, interesantes iconos bizantinos pintados sobre madera dorada.

Seguimos pues en el Mediterráneo. En el ciclo anterior en su extremo oriental, en el actual, bordeando uno de sus brazos, el mar Adriático

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