La “Incendies” de Denis Villeneuve que vimos ayer en el Centro Culturla de Aiete: Una hipótesis clínica

abu2Michelle Dranovsky nos propone analizar la película Incendies, a través de la indagación de los tiempos lógicos del circuito de la responsabilidad subjetiva. En un segundo momento, propondrá una hipótesis clínica respecto de qué debe responder el sujeto, en este caso, el personaje encarnado en Nihad en términos de responsabilidad subjetiva.

Para esto intentaremos ubicar, por un lado, los elementos de necesidad y azar, y por otro, las figuras de la culpa, estableciendo su relación con la hipótesis sobre la responsabilidad subjetiva.

A modo de conclusión, nos preguntaremos acerca de las posibilidades de que en un tercer tiempo lógico, que no explicita en el film, a través de un acto ético, emerja, una singularidad en situación.

Creemos que la relevancia de este trabajo consiste en su actualidad en el plano de la clínica psicoanalítica, ya que reconocemos como uno de sus principales objetivos, la emergencia del sujeto: a través de un recorrido analítico se espera que el sujeto pueda atravesar el tercer tiempo de la responsabilidad, reconociendo en su accionar, un deseo inconsciente como motor de sus actos.

Realizaremos una breve síntesis de la película, para luego pasar al análisis de la misma.

La película tiene dos escenarios: uno en Canadá, año 2009; el otro en Medio Oriente, desde el año 1970, y durante la Guerra civil del Líbano, hasta la actualidad. Ambos escenarios van apareciendo intercalados a lo largo del film pero, para su mejor comprensión desarrollaré aquí, la cronología real de los hechos.

(Canadá, 2009) La película comienza cuando el notario Jean Lebel realiza a los gemelos Jeanne y Simón, la lectura del testamento de su madre Nawal Marwan. Los hermanos se quedan atónitos cuando Lebel les hace entrega de dos sobres, uno destinado a su padre que ellos creían muerto y el otro a un hermano cuya existencia ignoraban.

Jeanne decide viajar al Medio Oriente para reconstruir un pasado familiar, del cual no sabe nada. Simón, primero se resiste, pero finalmente decide reunirse con ella para recorrer juntos el país de sus antepasados.

(Medio Oriente, 1970) Nawal, de familia Cristiana, tiene un romance con Wahab y espera un hijo de él. El hermano de Nawal asesina a Wahab por ser un refugiado Palestino. La abuela de Nawal le dice que una vez que tenga el hijo, se irá a la ciudad a estudiar y el niño será entregado a un orfanato. Así sucede. El niño nace, y su talón derecho es marcado con tres puntitos negros para que su madre, que promete encontrarlo en un futuro, lo pueda reconocer a través de esa marca.

Nawal, pasa unos años estudiando en la Universidad, hasta que un día los Nacionalistas deciden cerrarla de manera violenta, signo de que la guerra ya estalló. En ese contexto Nawal, decide volver al pueblo para buscar a su hijo.

Nawal, emprende una larga búsqueda siguiendo los pasos de su hijo, que había sido trasladado de un orfanato a otro por los continuos ataques pero, no logra dar con él. Ella llega al final de la masacre de Deressa, en donde se encontraban los refugiados Palestinos, pero de su hijo ya no hay rastro. Es allí cuando Nawal, comienza a trabajar para Chamseddine, refugiado palestino. Cumpliendo con una misión, ella se infiltra en la casa del Jefe de la Liga Cristiana y lo asesina. Nawal es encarcelada como presa política en la cárcel “Kfar Ryat”, en dónde pasa 15 años de su vida. Durante ese tiempo, la hicieron pasar por todo tipo de torturas para obtener una confesión, pero ella era inflexible. Nawal fue violada reiteradas veces por el peor de los torturadores: “Abu Tarek”. Como consecuencia de estas violaciones, queda embarazada por segunda vez.

Luego de parir, Nawal es liberada, y el agrupamiento del que ella formaba parte, la ayuda a salir del país, para que intente comenzar una nueva vida en otro lugar.

(Canadá, 2009) Tiene lugar aquí, una de las primeras escenas de la película en donde vemos a Nawal, junto a su hija Jeanne, en una piscina. Nawal, luego de sumergirse, descansa en uno de los bordes de la pileta, cuando ve delante de sus ojos, el talón derecho de un joven, tatuado con tres puntitos negros. Reconoce en esa marca, a su propio hijo, a aquél que había prometido encontrar. Atónita por la situación, Nawal sale de la piscina y se acerca al joven, quedando de pie inmóvil detrás de él. Su hijo se da vuelta, para entender si ella buscaba algo parada allí. Cuando Nawal lo ve a la cara, reconoce en él a quién había sido su torturador. Ella sigue de largo, y él no se percata de que esa mujer no era más que su “puta n°72”. Nawal, reconociendo en la misma persona a su propio hijo, y al padre de sus otros dos hijos, cae en un mutismo inexplicable para los demás, y luego de un tiempo internada, muere.

Los gemelos, a lo largo del film, van recorriendo las mismas tierras que su progenitora, en busca de huellas que los ayuden a comprender su propia historia. En una de las últimas escenas Simón se junta con uno de los líderes del movimiento Palestino, que le dará la última pista para llegar a quien estaban buscando. Le cuenta que el verdadero nombre de Abu Tarek era Nihad. Éste, era un niño huérfano a quien ellos rescataron y lo estuvieron entrenando durante unos años. Nihad tenía un “don”, pero el problema era que él quería encontrar a su madre, “quería ser un mártir para que su madre lo viera en los carteles”. Un día los cristianos lo capturaron y lo formaron, y éste se convirtió en el torturador más peligroso de la región: Abu Terek. Los gemelos así, descubren al hombre que estaban buscando. Como dice Simón, “¿1 + 1, son 2? ¿1 + 1 puede dar 1?”.

Los espectadores de la película Incendies, quedamos plenamente interpelados por un final inesperado que generó en nosotros un sentimiento de horror, simplemente por el hecho de estar atravesados por la ley universal de la prohibición del incesto, en palabras de Freud: “De estos caníbales pobres y desnudos no esperaríamos, desde luego, que en su vida sexual observaran reglas éticas como las entendemos nosotros, o sea, que impusieran un alto grado de restricción a sus pulsiones sexuales. No obstante, nos enteramos de que se han fijado como meta, con el mayor cuidado y la severidad más penosa, evitar relaciones sexuales incestuosas”

A través del personaje de Nihad (Abu Tarek) intentaré ubicar a partir del recorte de los hechos realizados, los distintos elementos que adelantamos en la introducción.

Comenzaré por ubicar los tiempos lógicos del circuito de la responsabilidad subjetiva. En un tiempo 1 el personaje lleva adelante una acción orientada por un determinado objetivo y entendiendo que tal iniciativa se agota en los fines para los cuales fue concebida. Ubicamos aquí el momento en que Nihad se convierte en “Abu Tarek”: el torturador más peligroso de toda la región, motivado por el deseo consciente de convertirse en un mártir para que su madre lo vea en los carteles y así, lo encuentre. Adviene luego un Tiempo 2, es decir, una interpelación que el sujeto recibe a partir de indicadores que lo ponen sobre aviso de que su acción iniciada en el Tiempo 1 no se agotó en los fines para los que fue concebida, sino que fue más allá o más acá de lo esperado. Nihad, ya con una nueva identidad, recibe de los gemelos Jeanne y Simón, sus hijos a quien él desconocía, 2 cartas: “una para el padre”; y “otra para el hijo”. Nihad es interpelado por las cartas de Nawal que actúan como reveladoras de su identidad: por un lado, su identidad de hijo, y por otro, su identidad de padre. El deseo de devenir torturador para ser encontrado por su madre que ubicamos en el tiempo 1, es resignificado por el tiempo 2, que actúa como revelador de que aquel deseo fue realizado. El tiempo 2, resignifica al primer tiempo, dándole un nuevo sentido y obligando al sujeto a responder por aquella acción emprendida en 1. Se abre aquí, la pregunta por la responsabilidad del sujeto. ¿Qué habrá tenido que ver Nihad en todo esto?

Si identificamos a la responsabilidad subjetiva en la grieta entre necesidad y azar, y quisiéramos ubicar una hipótesis clínica acerca de la responsabilidad de Nihad en todo esto, entonces, la distancia que separa el tiempo 1 y el tiempo 2, no tendría que deberse exclusivamente a elementos de la necesidad y el azar, es decir, a elementos que no dependen únicamente del sujeto, y sin embargo lo afectan. Si bien podemos identificar ambos de estos órdenes en nuestro recorte, intuimos que hay algo más allá de estos.

En relación a los elementos de azar, podríamos pensar, que el encuentro entre Abu Tarek y Nawal en Canadá fue en un punto fortuito; ya que habiendo tantos lugares posibles a donde ir ambos concurran a la misma piscina es, de alguna manera, cuestión de “suerte”. En cuanto a los elementos de necesidad, entendiendo a éstos, como aquellos eventos inevitables que responden a una lógica de causa-efecto, podríamos ubicar al hecho de que Nawal sea encerrada y torturada por haber asesinado al Jefe de la Liga Cristiana frente a los ojos de quienes lo custodiaban, es decir, esto entra en la lógica de lo inevitable.

Pero, en nuestro recorte, vislumbramos que la distancia entre el tiempo 1 y el tiempo 2, no se debe exclusivamente a elementos de estos dos órdenes sino, que hay una hiancia que permite la formulación de una hipótesis clínica respecto de la responsabilidad del sujeto en cuestión. “…Responsabilidad (…) que se configura a partir de la noción de sujeto del inconsciente; sujeto no autónomo, que por definición no es dueño de su voluntad e intención (…)” Un sujeto que emprende acciones que conllevan un propósito desconocido para él mismo, “(…) la responsabilidad subjetiva aparece vinculada a ese propósito desconocido (…)” . Este propósito no es más que el deseo inconsciente que motiva aquella acción emprendida en el tiempo 1, y que sólo a partir de la interpelación cobra un nuevo significado obligando al sujeto a responder por la misma. A modo de hipótesis, podríamos atribuirle a nuestro personaje el secreto de un deseo incestuoso hacia la madre. Abu Tarek es en este sentido, responsable de ese deseo, es responsable de un saber no sabido, que a partir de la interpelación, se revela como realizado en acto. El deseo inconsciente de querer acostarse con su madre, se presenta consumado a partir del segundo tiempo. Podemos pensar que nuestro personaje podría aquí preguntarse ¿Por qué violó a una mujer, que por la edad que tenía, podría ser su madre?, ¿Qué lo llevó a eso?, etc.

En este punto se nos aparece “Incendies” como un Edipo Rey “moderno”. Mientras Edipo queriendo escapar a su destino, sólo consigue lo contrario, es decir, intentando evitar acostarse con su madre y matar a su padre no hace más que realizarlo, Abu Tarek, queriendo convertirse en un mártir para que su madre lo encuentre, no hace otra cosa que lograrlo en acto. De este modo, podemos pensar que ambos personajes no estaban actuando conforme al deseo consciente, sino que el motor de su accionar corresponde a lo inconsciente. Ambos personajes son culpables de ese deseo, culpables en tanto que están obligados a responder por ese deseo inconsciente.

En el mito de Edipo vemos algún indicio de las figuras de la culpa autorreferida, tal como “el autoexilio”. Se trata de una culpa moral como respuesta a la interpelación. Edipo “evalúa su accionar, lo encuentra moralmente malo y se reprocha por ello”. Es decir, se responsabiliza moralmente, pero no realiza un movimiento subjetivo, simplemente “huye”, podríamos pensar que no responde éticamente. En Incendies, no encontramos figuras de la culpa en nuestro personaje ya que apenas recibe la interpelación el film termina. Sólo vemos una última escena de Nihad en el cementerio visitando la tumba de su madre, pero, éste indicio nos es insuficiente para poder armar una hipótesis acerca de la asunción o no por parte de él, respecto de su propia responsabilidad en lo sucedido. La película nos deja la puerta abierta entonces, para preguntarnos por la existencia de un tercer tiempo lógico en el circuito de la responsabilidad.

Para finalizar, planteamos a modo de hipótesis que, si Nihad pudiese hacerse cargo de su identidad como padre, se estaría cortando de este modo el círculo de la repetición. Así como él fue abandonado de bebé por su madre, los gemelos fueron abandonados por él desde su nacimiento. ¿Existe alguna forma de reparación del vínculo paterno en la familia Marwan? ¿Hay en medio de ese estrago márgen para para un acto ético, un acto creador de nuevos sentidos? ¿Es posible una eventual asunción de paternidad por parte del personaje, movimiento que haga emerger una singularidad en situación?

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