Leyendo a André Gide (y Julio Cortázar)

Tertulia Los monederos falsos de André Gide, 3 de marzo 2016. Tertulia Rayuela, de Julio Cortázar, 3 octubre de 2103

De los habituales a la tertulia, muchos frisan los 60 años y muchos (muchas si hablamos con propiedad), habían leído con anterioridad Rayuela, Memorias de Adriano o Los monederos falsos, y en el momento de la primera lectura no tenían 30; la novela leída es idéntica, pero la percepción de la misma varía y adentrarse en su relectura ha sido como un salto. A estas edades pasa lo mismo que con la música clásica que el oído mejora con la edad

Tanto Gide como Cortázar tenían plena conciencia de que la novela decimonónica llevaba fecha de caducidad y emprendieron su aventura creativa a partir de dicha certeza. Sus novelas son contranovelas en las que la deconstrucción del material narrado equivale a una obra de ingeniería. Como se recordó ayer «El autor no se dirige al lector perezoso, sino a un cómplice capaz de manejar el material que tiene entre las manos y construir mentalmente lo que se le ofrece en pleno proceso de elaboración».

Este es un asunto en el que insistió Lola Arrieta, responsable de las tertulias, y lo hizo tanto en el debate de Rayuela, como  en el de los Detectives Salvajes o, como ayer mismo, con Los monederos falsos,

Decía Lola, para Gide o Cortazar en la novela no es necesario detallar la ropa que lleva puesta el personaje, ni el nombre, ni el bautismo, ni la nacionalidad.. Leer a estos autores  es reconstruir lo fragmentado y disperso por voluntad del autor.

Las reflexiones de Édouard en Los monederos falsos o de Morelli en Rayuela presentan unas conjunciones y disyunciones de indudable interés: la novela como suma de textos diseminados, pero destinados a cristalizar en una realidad nueva y total. Esa forma de hacer literatura que ayer se leía en el centro cultural, no queda podado de ninguno de los asuntos sobre los que trata la novela clásica

En la tertulia, María, por ejemplo, mencionó la escena de «amor romántico» entre  Bernard y Laura

AMOR

En el ‘Tablero de direcciones’ que precede el texto de Rayuela, Cortázar concede al lector una lectura alternativa a la habitual que trastorna las reglas de esta: brincar adelante o atrás en un incentivo ejercicio de gimnasia mental; frente al orden cerrado y concéntrico, un orden abierto, descentrado y centrífugo.

Lola citó las apostillas de nuestro admirado Umberto Eco para el nombre de la rosa

Las dudas, vacilaciones, tachaduras exponen a la luz el proceso de elaboración de ambas novelas antinovelas en su rechazo de la lectura lineal y el propósito de conferir una mayor autonomía a cada secuencia narrativa independientemente de su inserción en el conjunto.

(Los pasos en la creación de los Los monederos falsos se pueden seguir en el diario de Gide)

Surgió en la tertulia el debate sobre la presencia en Los monederos falsos de fragmentos de la novela del mismo título escrita por Édouard; estos fragmentos cumplen una función disociativa que no encaja en la tradicional inserción del relato dentro del relato como en  Boccaccio o Cervantes y prefigura la voluntad antiestética de Cortázar, si bien en un caso como en el otro los autores no han eliminado de sus diálogos los últimos vestigios de teatralidad: los consabidos guiones y los latiguillos dijo, contestó, encendió un cigarrillo, etcétera. Joyce (tertulia Katxola 2009), Proust (tertulia 8 de nov 2015) y Céline (tertulia 6 nov 1014) crean una novela que deja atrás la antigua. Las novelas de Cortázar y de Gide, son de un orden distinto, los dos libros son, como dice Proust en el tiempo recobrado, relatos de vida porque Una obra en la que hay teorías es como un objeto que llevara consigo la etiqueta del precio”.

Lola hizo un comentando final de una gran trascendencia para los asistentes a la reunión ayer

Está localizado en la página  367, la hoja se inicia con una reflexión de Eduard sobre la literatura y acaba con estas lecciones de vida que los presentes tuvimos la oportunidad de compartir, un tanto conmovidos, por la interesante velada

VIDA

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