Un trébol de cuatro hojas en Aiete

ertUn trébol de tres hojas es el logo de Lantxabe. Esta hierba perenne, por un lado, confiere buena suerte y, por otro, priva, a los espíritus malévolos y a las brujas, de su voluntad, evitando que actúen a su antojo en el barrio. El trébol era un amuleto pagano, como de toda laicidad es la asociación de vecinos. Se utilizaba entonces con fines mágicos. Hoy, para conseguir las reivindicaciones del barrio, se necesita trabajar con mucha ilusión. En la tradición, las tres hojas en forma de corazón representan a las madres triples o los «corazones -madres», que son los que se hinchan ahora en Aiete, soñando otro barrio posible.

Pero encontrar un trébol de cuatro hojas es para quien, además de ánimo, tiene suerte; encontrarlo es un símbolo de buen augurio. Cada hoja representa, para Aiete, uno de los cuatro componentes básicos de la felicidad y, en este caso, las cuatro hojas representan medioambiente, salud, memoria, movilidad

La primera hoja de la izquierda del tallo, trae un bosque amable; la segunda hoja, trae asistencia, protección a la salud; la tercera, reparación y memoria del emblemático Munto y, la cuarta, capacidad de comunicarse con el resto de la ciudad y la provincia.

2 comentarios en “Un trébol de cuatro hojas en Aiete

  1. Richard

    Me gustan los jardines ingleses en sus noches oscuras con sus hadas, gnomos y diablillos. En estos misteriosos lugares existen los tréboles de cuatro hojas y sería muy extraño ver uno de tres hojas. Aite es un barrio real con un jardin-palacio y un desordenado bosque. Alli no hay gnomos, ni hadas pero si algún diablillo que vuela velozmente hacia el Casino de la Concha y luego, muy raras veces vuelve al lugar de partida. Yo, que soy platónico gusto de sus cinco sólidos que son los poliedros por excelencia : tetraedro, cubo, dodecaedro e icosaedro. Si continuamos con el tema contactaremos con Arquímedes, Euclídes, Empédocles ( parientes lejanos en la cultura y la ciencia de los alemanes El barrio de Aite quiere un centro donde atiendan su salud; un bosque para olvidarse de su vial maldito ;una parada de metro para alcanzar su ciudad sin cuestas ni baches; una memoria que le recuerde a Munto.No nos hace falta un trébol fantástico. Lo tenemos insertando estos proyectos en cada una de las cuatro caras del tetraedro platónico pero real al mismo tiempo. Si aumentamos nuestras peticiones y pensamos en el ascensor salvador de alturas y en un vial tranquilo pasaremos al hexaedro para llenar nuestra seis peticiones,y así hasta veinte peticiones para alcanzar el icosaedro. Solo tenemos que hacer dos cosas: seguir en la brecha laborando como hasta ahora y hacer que el diablillo no se quede en Igentea y se reconvierta en gnomo y este cave un túnel que comunique Aite con el Casino Político y el mismo gnomo pletórico de magia confunda a los Señores del dinero y estos cumplan sus promesas sin dilación alguna.

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  2. Parsifal

    Desconozco de dónde saca Richard su erudita elocuencia, pero siempre se ha hablado del fantasma del palacio de Aiete -antes de que lo habitara el sanguinario enano- y si le gustan los jardines ingleses, estos, los de Ducasse, representan un bello ejemplar y además, cuando llega el invierno, todas las noches son oscuras, porque el jefe de jardines no quiere encender las farolas y ya lo creo que allí campan por sus respetos las hadas con los gnomos (los diablillos se quedan a la expectativa por si cae algo).
    Pero sí, cuando cita a Arquímedes, Euclídes, Empédocles -y a los alemanes (¡Cuanto aprender de ellos!)- me viene a la cabeza Emilio Lledó y su “Atenas, la ciudad de las palabras” que recomiendo encarecidamente. Lo que queremos para el barrio de Aiete y para nuestra ciudad es personas cómo aquellas que hicieron posible la Atenas de tiempos de Platón y Aristóteles, citadas por el gran Lledó.
    Aquellas personas pensarían también en el ascensor salvador de alturas y en un vial tranquilo y en el “hexaedro para llenar seis peticiones, y así hasta veinte peticiones para alcanzar el icosaedro”. Porque de eso se trata, de pensar, de estar despiertos, de amar a lo que nos rodea, a los seres vivos y a la riqueza hornamental, -perdón por la disgresión, dicho sea como anécdota sin categoría- como aquellos castillos que levantó Luis II en Baviera -locos Hitler y Franco y su fobia a la humanidad-
    Pero cierto es, y comparto, la opinión de Richard sobre lo imprescindible de estar en la acción (labor/trabajo/acción, cómo no acordarse de Hannah Arend, alemana también como Eisntein y Brech, y judía, y con tantas vidas)

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