«En tiempos de luz menguante», por Lola Arrieta

LolaeeCecilia Dreymüller, crítica literaria y especialista en literatura alemana, señala los deseos y expectativas existentes, en la Alemania actual, de que salga a la luz la Gran Novela sobre la historia de la República Democrática Alemana. En este clima expectante, precedida de obras como Medea de Christa Wolf, Heroes como nosotros de Thomas Brussig, Historias simples de Ingo Schulze, Es cuento largo de Gunther Grass o La torre de Uwe Tellkamp, se publica en el 2011, En tiempos de luz menguante, primera novela de Eugen Ruge, matemático, que desde 1989 se había dedicado al teatro y a la radiotelevisión en calidad de autor y traductor.

La novela, que ha sido traducida a veinte idiomas, fue un éxito desde el inicio, recibiendo el mismo año de su publicación uno de los más prestigiosos premios literarios de Alemania, el Premio del Libro, concedido por el gremio de libreros en la Feria de Francfort.

En tiempos de luz menguante nos narra, a través de cuatro generaciones, medio siglo de historia de una familia los Umnitzer-Powileit, desde que en 1952 los bisabuelos Wilhelm y Charlotte vuelven de su exilio mexicano a la recién creada República Democrática Alemana hasta que su nieto Alexander, en el 2001, enfermo y sin esperanzas de curación, deja su país y vuelve a los escenarios de Mexico por los que transitaron sus abuelos.

Es un relato vivo, vibrante, mordaz, que nos va relatando de una manera no lineal, con saltos y cortes hacia atrás y hacia adelante, los momentos más críticos de esa familia que transcurren paralelos a los de su país.

Mucho parece haber de autobiográfico en la novela de Eugen Ruge, nacido en 1954, durante el exilio de sus padres en Siberia y que en 1989, antes de la caída del muro, abandonó como tantos otros, la RDA y buscó refugio en la parte occidental de Berlin. Mucho de su propia historia y la de su familia, aunque el escritor toma distancia, evitando en todo momento el sentimentalismo y cultivando un fino sentido del humor, no exento de amargura.

Ruge, conocedor de las artes escénicas, sabe que debe evitar caer en los errores que se vislumbran en algunas de las novelas que han abordado anteriormente la tarea: en primer lugar, el de la justificación de lo injustificable, el de la equidistancia, el que dice no era tan malo a pesar de todo y, en segundo lugar, el de presentar una sociedad asolada por la tragedia en la que todo lo humano ha desaparecido eliminado por la Stasi y el régimen dictatorial. Y lo hace magistralmente, entrando en la decadencia y el ocaso de una época a través de la cotidianidad de una familia que avanza en paralelo hacia su su proia desaparición.

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En 1974, Rainer Werner Fassbinder dirigió Todos nos llamamos Ali, considerada una de sus mejores películas, con Brigitte Mira y El Hedi Ben Salem en los papeles protagonistas.

En la ciudad de Munich, en un café al que acuden los trabajadores inmigrantes, Emmi, una viuda de unos sesenta años conoce a Salem, un marroquí treintañero. Salem invita a Emmi a bailar y se inicia entre ellos una relación que va a ser motivo de escándalo.

La película recibió en 1974, en Cannes, el Premio del Jurado Ecuménico y el Premio FIPRESCI.

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