Una farsa en el Congreso de los Diputados, malos presagios

DEBATE NACIÓNUnos días atrás hacíamos el elogio de Kirk Douglas, principal protagonista de Senderos de Gloria; película proyectada en el Centro Cultural de Aiete, dentro del ciclo de cine y literatura, dedicado a la primera guerra mundial o “la Gran Guerra”

Evocamos su papel en otro de los excelentes films de Stanley Kubrick, Espartaco, y llevamos a titular aquella memorable escena, en la que todos los esclavos se acusan de ser ellos mismos el gladiador acusado, siguiendo la autoinculpación del esclavo protagonizado por Tony Curtis, el primero en gritar ¡Yo soy Espartaco!

Aquella leyenda de libertad y solidaridad, ha inspirado muchos movimientos sociales, pero especialmente, le dio nombre, el espartaquista de Rosa Luxemburgo, principios del siglo XX, en torno, precisamente a la gran guerra.

El titular de prensa, reproducido en la foto, nos recuerda una de las sentencias más citadas de Carlos Marx (del 18 de Brumario de Luis Bonaparte) “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa.”

Que tras la comedieta, la bufonada, el enredo, la simulación y el engaño de Monago, la mayoría parlamentaria PP-PSOE, aprueben que los viajes de los diputados sigan siendo secretos y costeados por la hacienda pública, al grito de ¡Todos somos Monago!, es una burla. Su menosprecio a la gente, a los electores, es apabullante. ¿Cuántos más monagos campan enmascarados?

7 comentarios en “Una farsa en el Congreso de los Diputados, malos presagios

  1. Suma y sigue

    En los últimos tiempos, no hay semana en la que no despertemos con un nuevo caso de corrupción sobre la mesa. Si no son los famosos sobres de Bárcenas, son las tarjetas opacas de Caja Madrid y, si no, las cuentas llenas a base de comisiones de la familia Pujol. Da la sensación de que la corruptela está tremendamente extendida entre las clases política y empresarial. Pero aquí hasta el más tonto hace relojes y, más allá de las altas esferas, la picaresca se mueve con soltura también en otras capas sociales. Todos conocemos a algún carrocero que te pinta el coche a buen precio sin aplicarle el IVA; quien alquila una vivienda sin suscribir un contrato para no tener que declarar el ingreso a Hacienda; quien, como revelaron las investigaciones llevadas a cabo recientemente por el Ayuntamiento de Donostia, es propietario de uno o varios inmuebles en la capital guipuzcoana y, sin embargo, habita una vivienda de protección oficial de alquiler social; quien alude a una deficiencia física para hacerse con una tarjeta de aparcamiento para minusválidos, pero no tiene trabas para trabajar en lo alto de un andamio; Desgraciadamente, también en esto, tenemos cantera para rato.
    Iasone Salbide

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  2. más miseria, ¡es la guerra!

    una de las mayores desgracias de los pobres es que buena parte de los que se han erigido en sus valedores no han pasado una estrechez en su puñetera vida. Ocurre así que burguesotes bien nutridos y sin mayores preocupaciones que la escasa duración de la batería del iPhone se lían a pontificar sobre lo que supone o deja de suponer carecer de lo básico. No dudo que en muchos casos lo hagan con la mejor de las intenciones y hasta con el ánimo verdadero de luchar contra la desigualdad. Sin embargo, basta un vistazo a las tertulias, las columnas y, ¡ay!, los parlamentos, para comprender que la denuncia de la pobreza se ha convertido en un vehículo para el lucimiento dialéctico, cuando no directamente para la demagogia más rastrera.

    Para hacer demoledores discursos sobre las tremendas consecuencias de la exclusión, es condición indispensable que haya excluidos, y cuantos más, mejor. He ahí una de las paradojas más perversas de lo que describo, que se une a otra más: nos faltan datos medianamente fidedignos sobre la pobreza en nuestro entorno.

    Y no será por falta de informes. De un tiempo acá, no dejan de llover estudios sobre la miseria. Cada cual resulta más alarmante que el anterior, pero si alguien se toma la tarea de confrontar cifras entre unos y otros, observa que coinciden más bien poco. Incluso dentro del mismo trabajo se tiende a hacer una sola suma, mezclando personas en situación de extrema necesidad con otras que llegan a fin de mes, aunque sea a duras penas. Quizá ese trato tan flexible de los números atienda a propósitos nobles, pero mentir no ayuda a resolver un brutal problema como este.

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  3. Este apaño no sirve

    PP y PSOE no han entendido que es insostenible la opacidad de los viajes de diputados y senadores
    El PP y el PSOE han pactado una regulación sobre los viajes de los parlamentarios sin tener en cuenta las voces que pedían a las Cámaras legislativas —entre ellas, este periódico— poner a disposición de los ciudadanos los datos de todos los desplazamientos pagados por el erario. En su lugar han prometido facilitar el coste global de los gastos de viaje efectuados cada trimestre por diputados y senadores. Esa regulación de mínimos responde a la mentalidad imperante en ciertas cúpulas políticas, que continúan sin asumir como obligado informar a la ciudadanía de lo que se hace con su dinero.
    ¿Para qué sirve disponer de cifras trimestrales sobre un coste global? Como mucho, para alimentar comentarios sobre si un trimestre se gasta más o menos que el anterior en las tres categorías de desplazamientos previstos por la mentada regulación: viajes oficiales, traslados habituales entre Madrid y la circunscripción de residencia y viajes fuera de la circunscripción.
    A las pocas horas de acordada con el PP la regulación restrictiva, desde las filas socialistas se ha anunciado una reconsideración tendente a ofrecer más detalles de la agenda y de todos los viajes de sus parlamentarios. Otros grupos minoritarios también quieren hacerlo o reforzar los datos de las agendas, que ya ofrecían por su cuenta. Son señales evidentes de lo insatisfactorio del pacto.
    Lo que realmente hay que controlar son las finalidades y el monto de todo el gasto cargado a los contribuyentes, empezando por el de los representantes de cada circunscripción ante los ciudadanos de la misma. No se trata solo de salir al paso del escándalo suscitado por las variadas y contradictorias explicaciones dadas por José Antonio Monago y por el PP acerca de viajes de aquel a Canarias, sino de dar un verdadero salto adelante en materia de transparencia. Eludirlo perjudica a la democracia, tanto como alimenta las campañas contra el sistema representativo.
    Nada avala la pretensión de los partidos de dar por supuesto que los ciudadanos han de sufragar todo aquello que los parlamentarios decidan gastarse, sin límites ni rendiciones de cuentas. Muchos políticos continúan sin ser conscientes de la distancia que se ha abierto entre ellos y los ciudadanos, de acuerdo con reiterados sondeos de opinión. Millones de personas se pagan sus viajes, sus comidas y todos los gastos con cargo a sus salarios, o deben justificarlos detalladamente a sus empleadores cuando los hacen en nombre de aquellos. De ahí el abismo psicológico existente entre todas esas personas y aquellas otras que, en virtud de haber obtenido un acta como parlamentario, consideran lógico y natural que ese tipo de gastos corra a cargo de los contribuyentes y que ni siquiera sea necesario justificárselo.
    Es importante que se lo tomen en serio, en vez de salir al paso de los escándalos con remiendos u ocurrencias.

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  4. dietas de los diputados

    Casi 19 millones de euros gastará el Congreso en pagar a los 350 diputados de la Cámara baja en 2015. La cantidad es la misma que en los últimos nueve años, porque ha habido congelación salarial.
    De esta partida, según las cuentas opacas de la Cámara baja a las que ha tenido acceso Público, 13.512.000 euros corresponden a las retribuciones de altos cargos en concepto de nómina, bajo el epígrafe: «asignación constitucional».
    Pero a dicha nómina hay que añadir otros 5.200.000 euros en concepto de «retribuciones complementarias a altos cargos». Es decir, lo que reciben los diputados que ocupan presidencias o vicepresidencias de comisión, y otros puestos en el Congreso, como portavocías, o bien los que están designados en otras instancias de la Cámara baja.
    De esta forma, el coste de un diputado al mes para los ciudadanos es de una media de más de 4.500 euros, aunque unos ganan mucho más que otros, dependiendo de dónde estén ubicados.
    Otro dato llamativo es que el Congreso planea destinar más de ocho millones de euros para «indemnizar por razón del servicio de la función de diputado». Lo parece que supone el conocido «finiquito» cuando dejas el puesto de trabajo, aunque en este caso el contrato sea por cuatro años.
    Finalmente, en gastos de nómina de personal eventual, referido a quienes dan asistencia a los diputados y presidentes de comisión, la partida no es menor tampoco. Casi 7,5 millones de euros destina la Cámara baja a pagar dichas nóminas.
    No es de extrañar, por tanto, que en el capítulo I de los Presupuestos, referidos a «gastos de personal», el Congreso consuma la mayor parte de su dotación presupuestaria. En concreto, más de 35,5 millones de euros. Hasta ahora no se sabía cómo es el reparto.
    Además, las cuentas del Congreso reflejan una subvención a los grupos parlamentarios que asciende por segundo año consecutivo a casi diez millones de euros. Dicha subvención se reparte proporcionalmente en función de su representación en la Cámara Baja

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  5. Los transportes de sus señorías

    Casi ocho millones de euros tiene presupuestado el Congreso para 2015 en transportes de sus Señorías. Sólo en los polémicos y opacos viajes de los diputados, cuya polémica estalló a raíz del «caso Monago», la Cámara repite la partida del año anterior y volverá a gastar 6.750.000 euros en los desplazamientos gratuitos de los parlamentarios por toda España.
    Así, de media, cada parlamentario gastará más de 22.000 euros anuales de las arcas públicas en sus viajes que aún no tienen que justificar.
    A esto que hay que sumar otros 875.000 euros en «gastos derivados del servicio de Radio Taxi» que también abona el Parlamento, más otros 180.000 euros «en los transportes de los miembros de la Mesa y las tarjetas de aparcamiento AENA para diputados». En total, 7.805.000 euros para facilitar la movilidad de los parlamentarios.
    Así se recoge en las partidas desglosadas de los Presupuestos «secretos» del Congreso, a las que ha tenido acceso Público, y que nunca se dan a conocer. Dichos datos, siguen sin estar en el nuevo Portal de la Transparencia, y no se publican en ningún sitio.
    La polémica estalló hace unos años por esta ocultación de cómo se usa el dinero público, y el Congreso dio un tímido paso de transparencia llevando a pleno la aprobación de los capítulos generales y las grandes cifras. Pero al desglose de cada partida sólo tienen acceso los miembros de la Mesa de la Cámara baja. Dicha práctica ha sido así en todo el periodo democrático, al entenderse que el Congreso hace sus propios presupuestos, tiene autonomía para hacerlo y, al parecer, no tiene obligación de publicar detalladamente en qué se gasta los más de 84 millones de euros que tiene asignados para 2015.​
    En la documentación a la que ha tenido acceso Público sí figuran dichos gastos, en los que aparecen partidas llamativas.
    La Cámara baja destinará medio millón de euros en viajes al exterior y 300.000 euros más en las correspondientes dietas de esos desplazamientos
    En el capítulo de Relaciones Internacionales se destinará medio millón de euros para viajes al exterior de comisiones y delegaciones oficiales de la Cámara, y casi 310.000 euros más en dietas por dichos desplazamientos, aunque en la mayoría de los casos los parlamentarios van con todos los gastos pagados. Estos gastos son independientes de la partida general de Transportes.
    Algunos de estos viajes han estado en más de una ocasión rodeados de fuertes polémicas, tanto por la utilidad de los mismos, como por los promotores, todo muy vinculado siempre a la Comisión de Exteriores del Congreso.
    600.000 euros en telefonía
    La Cámara baja, además, tiene un gasto de 600.000 euros anuales en telefonía fija y móvil, que también facilita a los parlamentarios.
    En líneas generales, las partidas presupuestarias son muy similares a las de los últimos dos años, ya que está prácticamente congelada la asignación al Congreso y a los sueldos de sus parlamentarios.
    El mayor aumento se produce en la partida para ‘software’, que pasa de 450.000 euros a más de un millón
    El incremento más llamativo es la partida denominada «Gastos de Inversiones de Carácter Inmaterial», que se refiere a la adquisición de todo tipo de software, incluida las licencias. Pasa de 450.000 euros en 2014, a 1.210.000 euros para este año.
    En el resto de los más de cien folios que contienen los Presupuestos del Congreso se contemplan curiosidades y gastos más o menos discutibles, pero nada que explique el interés que parece que sigue teniendo la Cámara baja en no hacer sus cuentas públicas.

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