La fuerza del arte musical y la verbena en la txaranga 3Txulo

En pleno asombro por los compases finales del Festara! Festara! Festara!, surge como una aparición, de los jardines de Aiete, del estanque de los cines, una impetuosa txaranga en la que lo más veterano es el humor y su sonido contagioso y jaranero. La fiesta se convierte en éxtasis, aparece gente por todas partes y con ella, no se sabe de donde, bandas de chavales que hacen cadenas, saltan… Todo el mundo se pone a bailar y a reír.

txaranga

Y Humboldt habitó entre nosotrosEl baile es la explosión más natural de alegría que yo he presenciado”.

Este grupo reducido de músicos con instrumentos de viento y percusión crea el milagro y consigue un dichoso ambiente de verbena, mezclando edades, personas, ganas de reivindicar, entre todos podemos hacer un mundo nuevo mejor, más habitable y feliz.

3Txulo, son una docena de generosos músicos; nuestra Ana Etxeberria es el trombón de varas, la mas kaskariña de la ciudad; Juan Carlos Berzosa, el hombre orquesta del barrio, es el silvo, el director, los platillos, y el humor de la txaranga en su conjunto, más contagioso que un bostezo.

Interpretaron música de las canciones populares de Donostia, con sus letras picaras, entonaron algunos éxitos musicales del año, típicas canciones, composiciones y popurris propios y sorprendieron a todos, produciendo ese giro que transforma el ambiente festivo, en inmensa celebración para el recuerdo.

Txaranga y vecindad se retroalimentaron, la fiesta se alargó y en un determinado momento, enfiló al centro cultural, para convertir una aparente tranquila inauguración de la expoción de pintores de Aiete, en una explosión de fiesta y de arte, en la salsa de toda la vida

En la Casa de Cultura se descubrió otra forma de arte popular.

La Txaranga cedió el relevo a esta exposición y a Xabier Arrue, guitarrista de Aiete, ¡Fantástico!

Ellos siguieron hasta hacerse la noche por la plaza de Otxanda (Munto).

Estas noches de septiembre, que tal impacto causaron a Humboldt también ayudaron a que Aiete viviera una jornada de encuentro festivo inolvidable

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