Los yazidíes, los “adoradores del diablo” y Marco Polo.

kLos kurdos yazidíes están siendo masacrados por los extremistas del “Estado Islámico” y entre las dos opciones que les ofrecen sus crueles enemigos o convertirse al Islam más radical o resignarse a morir, sólo les queda la salida de luchar.

El pasado julio, estuvimos en la isla de Korcula (Croacia), fuimos en barco desde desde Orebic. Allí nos dijeron que en Korcula nació el padre de todos los viajeros, Marco Polo en el año 1254. Y nos acompañaron a visitar su casa.

Los griegos fueron los primeros en habitarla la isla y debido a su aspecto boscoso le llamaron ‘la Corfú Negra’.

Pues bien Marco Polo es una referencia para entender los orígenes de uno de los puntos conflictivos actuales más salvajes que tienen lugar en el norte de Irak.

Los yazidíes son un grupo étnico-religioso sin estado propio -al revés que Israel- dividido en varios países o áreas étnicas: Kurdistán, Irak, Siria…

Practican una creencia sincrética -es decir, que mezcla dogmas de varias religiones- y que data de mucho antes que el Cristianismo y, por supuesto, el Islam.

Wikipedia les sacarán del error acerca de que los yazidíes sean “adoradores del diablo”.

Esa falsa información data del hecho de que el Ser Supremo para ellos es Melek Taus, que se puede traducir, más o menos, como “el ángel pavo real”. Uno de los siete espíritus o ángeles que según los yazidíes gobiernan el Mundo en nombre de Dios. Un ser demasiado supremo para ellos como para ser adorado directamente.

Resulta que unos de los nombres de esa entidad vicaria de Dios -el angélico pavo real- se confunde con la palabra árabe para el principio del Mal que compartimos cristianos, musulmanes y judíos: sheitan, chaitan, satán…

De ahí salió todo ese equívoco asunto que ahora tan bien les esta viniendo a los islamistas del ISIS para justificar la masacre de los adeptos de esa religión que, para su desgracia, están asentados en no pequeña cantidad cerca de Mosul. Ciudad conocida desde los tiempos de Marco Polo

Lo cierto es que un credo tan sincrético como el yazidí no parece haberse concretado, tal y como hoy lo conocemos, hasta bien entrada nuestra Edad Media. El hecho se menciona de pasada en algunos artículos publicados en formato digital -otra vez la Wikipedia y otros más- donde se señala que, hasta la llegada a la zona de mayoría yazidí -en el siglo XII de la era cristiana- de representantes del credo islámico sufí, los yazidíes no habrían dado forma definitiva a esa religión que ahora tantos problemas les trae a manos de seguidores del Islam. Unos que tendrían mucho que aprender del Sufismo. Tal vez la versión más venerable y admirable de las enseñanzas del profeta. Sobre todo por su sabia tolerancia y su búsqueda de la salvación sin necesidad de matar a nadie, ni enterrarlo vivo, ni cosas parecidas a las que ahora practican los islamistas del ISIS…

En efecto, parece difícil que los yazidíes fueran confundidos con “adoradores del diablo” antes del siglo XII.

Y aquí viene Marco Polo, nacido o no en la isla de Korkula, pero con un olfato increíble para toda clase de herejías y falsas creencias lejos del Dios verdadero -para él el católico romano-, y no dice ni una sola palabra de tal credo como el yazidí en el “Libro de las maravillas” que él llamó “La descripción del Mundo” -cito la traducción de 1983 hecha por Juan Barja de Quiroga para editorial Akal- y que escribió a finales del siglo XIII…

Es extraño que nuestro admirado maestro Marco Polo, tan dado a hablar de hombres con cabeza de perro, de viejos de la Montaña y asesinos drogados con “hashish” para masacrar y robar a todo el que pasaba pos sus dominios, de falsas creencias cristianas como la de los nestorianos, o la del reino del “Preste Juan”, no oyese, ni viese, nada de “adoradores del diablo” a su paso por Mosul. Momentos en los que sí describe tanto el petróleo como la existencia de “adoradores del fuego”. Es decir, seguidores de Zoroastro -el Zaratustra de Nietzsche-, la religión del actual Irán antes de que el Islam lo sometiese y que, en buena medida, es el eje central de las creencias de los yazidíes.

De un comentario de Carlos Rilova

Deja un comentario