«El bosque animado» en los jardines del palacio

1“El bosque animado”, viernes centro cultural Aiete, 18:45

Director: José Luis Cuerda

Año: 1987

Reparto: Alfredo Landa, Miguel Rellán, Manuel Alexandre, Fernando Valverde, Alejandra Grepi, Encarna Paso

Género: Comedia. Fantástico | Vida rural. Posguerra española

Sinopsis

Un bandido, un pocero, una niña que trabaja, un chico que no quiere trabajar, una muchacha que emigra, un fantasma que busca compañía… Estos, y muchísimos personajes más, constituyen el diverso panorama que vamos descubriendo entre los árboles de «El Bosque Animado». Frente a un mundo de pobres, otro de ricos: los señores del pazo, las veraneantes…

Aquí tenemos un drama nostálgico, tierno y doloroso con aroma a tierra húmeda, a frondas verdes, a plegarias fervorosas, a supersticiones, a mujeres con tocas negras que se santiguan; a cuerpos y corazones curtidos por la rudeza de los campos, de la intemperie y de la penalidad. Con olor a una Galicia rural y ancestral, una Galicia encantada a la par que rústica, donde se aspira una atmósfera inefable de cuentos de trasgos y aparecidos relatados en los corrillos de mujeres laboriosas que buscan distraerse con chismes, chascarrillos e historias de ánimas que ellas creen a pies juntillas.

El protagonista es un bosque que respira y habla por sí solo. Un bosque que es lugar de paso y morada, que alberga a un ladrón compasivo, a espíritus con asuntos pendientes y que añoran la vida, que es sustento y fuente de alimento para niños que crecen demasiado deprisa. Un bosque que observa a su alrededor a esos humanos tan peculiares que se comportan de formas tan curiosas. Por ejemplo, a esa familia acomodada que vive plácidamente en su próspero pazo. A esas dos huéspedes de ciudad, quejumbrosas, remilgadas y temerosas de los misterios que se ocultan entre la espesura. A esa mujer de corazón de piedra, avara y despiadada. A esa muchacha bella y voluptuosa que se ahoga en una rutina sin alicientes y en el desprecio de su única pariente, que no la quiere. A esa madre viuda castigada por la penuria, cuyos hijos se desloman como adultos para arañar unas monedas y ganarle un mísero pulso al hambre. A ese pocero minusválido, solo y enamorado sin remedio. A ese jornalero insatisfecho que piensa que se vive mejor siendo ladrón que matándose a trabajar…

Un cuadro de costumbrismo, creencias arraigadas, supercherías, trabajo de sol a sol, picaresca, ingenuidad, sueños de amores imposibles y de una prosperidad improbable, tierra fértil y caprichosa que tanto da como quita. Vida, amor, esperanza, dureza, sufrimiento y muerte.

El espíritu de los pueblos.

El espíritu de la tierra.

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