Indignados/Resignados/Más indignados

10_04_12_kalvellidoLes llaman la “generación perdida” con ánimo de confundir (o de tomarles el pelo).

Ojalá la gente joven fuera la  “generación perdida” pero son “la generación empobrecida y saqueada” y  “Cuando dejen de ser jóvenes seguirán siendo precarios”, porque ese es el destino que les tienen preparados esta casta de corruptos, banqueros sin nombre y políticos secuaces, que nos llevan al brutal subdesarrollo y al tercermundismo.

Quieren que esta gente joven se resigne a ser  la generación perdida. Y encima se lo dicen en inglés: the lost generation, para despistar más, como si de un grupo punk se tratara.

Precisamente, en el primer trimestre del 2012, ahora hace dos años, el programa del Ciclo de Literatura y Cine que lleva a cabo la asociación de vecinos de Aiete se centraba en la llamada ‘Generación perdida’, un grupo de escritores norteamericanos que nacidos a finales del siglo XIX vivieron la primera Guerra Mundial y los años de desesperanza y depresión que siguieron a la contienda bélica, siendo John Steinbeck, Ernest Hemingway, Ezra Pound, John Dos Passos, William Faulkner o Erskine Caldwell sus figuras más representativas.

Como es sabido, el término “Generación perdida” fue acuñado por Gertrude Stein, escritora y crítica literaria, amiga personal de muchos de los componentes del grupo a quienes conoció y acogió en el París de los años 20, y si el calificativo de perdida, nos remite en primer término a su significado negativo, la paradoja, una vez más, hace que cuando hablamos de Generación perdida nos estemos refiriendo a uno de los movimientos literarios de mayor importancia de la literatura del siglo XX.

Muchos de los pertenecientes al grupo tienen como rasgo en común sus largas estancias en Europa, hastiados ante el estancamiento de la literatura norteamericana y atraídos por los nuevos caminos que se empiezan a abrir en aquel momento en Europa de la mano de escritores como Kafka, Joyce, Proust o Virginia Woolf.

Nada que ver con las intenciones de los “nombradores de cosas” de hoy. A aquella generación perdida les unía su deseo de crítica social, el hacer suya las causas de los más desfavorecidos, su pacifismo y el deseo de hacer patente lo absurdo del puritanismo reinante en gran parte de la sociedad estadounidense.

Hoy ser de lo que ellos llma la generación perdida no mola nada. Pero nada.

“Los creadores de opinión” cuando ven la Encuesta de Población Activa nos dicen he ahí la “generación perdida” (en la que entran por igual los veinteañeros y los primeros cuarentones), una tasa de paro juvenil terrorífica, menos población activa joven y menos población joven en general (como en una posguerra). Un mercado laboral que sólo ofrece precariedad o emigración

¿Esta generación está de verdad perdida, arrojada al basurero del siglo? La generación perdida no son unos años jodidos y a esperar los buenos tiempos, sino echar a perder toda la vida ¿Es generación perdida, sin comillas, ni acentos simpáticos, ya para siempre?.

Dicho con crudeza: al paso que vamos, y si nada cambia, la generación perdida dejará atrás la juventud precaria para convertirse en adultos precarios (y en madres y padres precarios), hasta alcanzar una vejez tanto o más precaria. Y vivir a salto de mata. Compartir piso o pedir dinero a la familia puede tener su gracia con veintitantos, pero a los cuarenta es muy triste, y a partir de ahí es todo cuesta abajo. Decir con setenta años que eres de la generación perdida dará para unas risas, pero no propias.

Con las cosas de comer no se juega ¡Aviso a navegantes!

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