El viaje a la caverna de la patronal guipuzcoana

amEn  una nueva exhibición de lo que entiende por innovación, la patronal guipuzcoana Adegi propone el vis a vis carcelario como nueva forma de relaciones laborales en las empresas. Al igual que las preferentes, las condiciones de trabajo se firmarían de uno en uno en el mejor de los casos y por delegación en el peor de ellos. Al fin y al cabo, cómo va a rechazar uno las condiciones laborales que ya ha aceptado otro sin transmitir un mensaje de autoexclusión respecto al proyecto colectivo de gran familia que toda empresa se esfuerza por encarnar. En el nuevo escenario postchino, todo asalariado debe asumirse rehén de los sindicatos y su emancipación pasa por la concordia en vertical, de tal forma que el baile a lo agarrado sustituya a la lucha de clases.

Por supuesto, la organización empresarial se guarda mucho de proponer este nuevo modelo como sustitutivo del convenio colectivo. Al contrario, se apresura a enjabonarlo con el famoso lubricante marca “complementario”. En la fecunda imaginación de Adegi, lo ideal pasa no tanto por retrotraernos al Manchester del siglo XIX como por perfeccionarlo. Así, el apabullante aparato legal de la empresa trabajaría a toda máquina en pos del acuerdo con uno de sus empleados, de tal forma que el resultado fuera posteriormente trasladable al ámbito de la negociación colectiva de la empresa o incluso al sectorial. Por supuesto, el trabajador de Indias sería elegido por la dirección, en ningún caso por el conjunto de la plantilla, dado que esto supondría un giro de 360 grados, el viaje a ninguna parte de la denostada representatividad sindical.  En cuanto a las centrales, quedarían reducidas al organismo encargado de evitar que se desmadre el corral asalariado, en una concepción franquista que, desde luego, no apoyarían aquellos primeros dirigentes de la patronal de este herrialde. Dado que no hay trabajador capaz de detener por sí solo la cadena de la producción, se trataría de una negociación entre dos partes, una de las cuales no tendría con qué. Evidentemente, las bondades de la propuesta son tantas, innumerables y ventajosas para Adegi que no habría un solo miembro de su organización que aceptase por descabellada una interlocución por separado entre el comité de trabajadores y cada uno de los miembros de su consejo de administración. Arriba los pobres del mundo, pero no todos a la vez, sino de uno en uno y según os vayan llamando por vuestro apellido.

De Alberto M

 

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